Parte 21 USUALMENTE ORDINARIO

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 - Bill, te amo. -Tom declaró con voz chillona.

Bill sólo miraba sus manos.

Tom aclaró su garganta y lo intentó de nuevo.

- Bill. - dijo moviendo la espátula doblada que una vez había sido conocida como Belinda. Él hablaba por la comisura de su boca, agitando la espátula de atrás hacia adelante mientras hablaba. - ¡Bill, te amo! ¿Por qué ya no me hablas? Eso me pone muy triste. -la espátula cayó en la mano de Tom, haciendo una actuación muy convincente de un utensilio de cocina muy deprimido. - Tom no sabe bailar. ¿Quién bailará conmigo ahora?

Al parecer, no sería Bill. Él permaneció sentado en la mesa mirando sus manos con aburrido desinterés.

Tom se puso a dar vueltas en la cocina, inclinándose y sosteniendo la espátula en una extraña imitación de un vals. Bill no levantó la vista y finalmente Tom suspiró y puso a Belinda sobre la mesa, dándole una caricia consoladora.

Después de que Bill había dejado de hablarles a sus íntimos amigos, Tom sintió que él debía hacerlo. Bill se había encariñado tanto con ellos, y ahora estaban siendo abandonados. Tom estaba siendo abandonado.

- ¿No vas a hablar con ninguno de ellos? -él preguntó, sin realmente esperar una respuesta. Tom sabía que Bill no lo haría y él sabía por qué. Sólo que no sabía como arreglarlo sin retractarse de todo lo que había dicho.
Si se retractaba, eso podría hacer feliz a Bill (su corazón dio un brinco ante la idea) Pero también haría pensar a Bill que ellos podían estar juntos. Tom no podía hacerle eso, sólo para tener que rechazarlo de nuevo.

Tom no podía estar con Bill, porque Bill era tan... extraño, pero tampoco quería que Bill dejara de ser extraño.

- ¿Ni siquiera conmigo? -Tom pateó levemente la pata de la silla de Bill de forma suplicante. Bill mordió su labio. El único sonido que rompió el silencio fue la tostadora liberando el pan.

- No, creo que no. -Tom dijo.

Tom saludó a la tostadora cuando recogió su pan tostado. Hubiera sido extraño no hacerlo.


* * * * *

Mientras más se esforzaba Bill por ser normal, más extraño parecía. Bill no estaba hecho para ser ordinario. Tal vez nunca lo había sido. Tom no podía imaginarlo. Tal vez Bill había pasado toda su vida creando un mundo de magia y alegría a su alrededor, como en un libro de cuentos.

Las pinturas tenían nombres, incluso si Bill no hablaba con ellas, las paredes eran más que sólo paredes aunque Bill no lo dijera. Bill no podía cambiar esas cosas. Bill no podía cambiarse a sí mismo. Sólo podía intentar reprimirlo, esconderlo debajo de las sofocantes capas de la esperanza.

Tom no lo dejaría.

Bill estaba sentado junto a la ventana en una habitación oscura, cuando Tom se dejó caer a su lado invadiendo su espacio personal, como Bill solía hacerlo antes, como si Tom fuera bienvenido. Bill no estaba viendo a través de la ventana, sino hacia abajo, donde un pesado libro se balanceaba sobre sus rodillas. Era un viejo libro de historia, Tom lo supo porque pudo leer el título fácilmente.

- Tu libro no esta al revés. -Tom señaló, inclinándose para estar más cerca. - ¿Cómo puede hablarte de esa manera?

Bill hizo un pequeño ruido de frustración, luciendo un poco como si quisiera lanzarle el libro a Tom. En realidad, a Tom no le hubiera importado que un libro se estrellara en su cara, si eso significaba que Bill estaba escuchando. Sólo quería una reacción, cualquier reacción.

THROUGH HIS EYESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora