Parte 9 MELENA DE LEON

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Mientras se apoyaba en el marco de la puerta de la habitación de huéspedes y observaba a Bill murmurar algo contra su almohada entre sueños, Tom pensó que las mañanas no eran tan malas despues de todo.

Todas las mañanas deberían de ser así, el rocío de la lluvia rodaba lentamente por la ventana y una suave luz lograba colarse a través de las cortinas, jugando con el cabello oscuro de Bill y sus labios entreabiertos. Si todas las mañanas fueran así, a Tom no le importaría salir de la cama tan temprano.

Pero todas las mañanas no podían ser así, Tom se recordó a sí mismo.

- Bill... _ Tom llamó, su voz aún estaba ronca por el sueño. - Ya amaneció.

Bill hizo un ruido suave, moviendose cómodamente debajo del edredón blanco y espeso.

- Es hora de levantarse. _ Tom llamó más fuerte con una sonrisa en la comisura de sus labios. - ¿No quieres desayunar?

Bill sólo resopló, rodando en el colchon para poder ver a Tom. - Tengo sueño ... _ dijo Bill, o al menos eso es lo que Tom creyó escuchar.

Tom ahora se permitió sonreir ampliamente. - No puedes quedarte aquí. Tengo que ir trabajar.

- ... Tomi ... _ dijo Bill, Tom mordio su labio inferior y desvió la mirada.

- Esta bien. _ dijo a regañadientes. - Supongo que te puedes quedar. _ ¿Qué es lo peor que podría pasar? Él sólo tenia que trabajar por unas cuantas horas, tal vez Bill dormiría todo ese tiempo.

Bill suspiró contra su almohada.

- No te metas en problemas. _ Tom le dijo al bulto soñoliento de pelo negro y sedoso. - Estaré de vuelta antes de mediodía, ¿de acuerdo?

Bill hizo un sonido suave que Tom interpretó como una respuesta positiva. Despues de darle una ultima mirada, Tom cerró la puerta sin hacer ruido detrás de él.

Mientras preparaba la comida para los gatos callejeros en la cocina, Tom no podía borrar la sonrisa de su cara, haciendo que los músculos de su rostro se sintieran extraños.

- Deja de hacer eso. _ se regañó a sí mismo en voz baja, mientras dejaba la comida para los gatos que ya le esperanban en el porche trasero.

Gata parecía ansiosa, sus maullidos eran largos y tristes y miraba a Tom con sus ojos verdes y preocupados. Por primera vez, Tom se acercó y la acarició.

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Tom nunca, nunca, debió haber dejado a Bill solo en su casa.

No había querido ir a trabajar, no con Bill en su habitación de huespedes, comodo y calientito. De echo ese dia ni siquiera tenia que trabajar, uno de sus compañeros había renunciado para tomar un mejor trabajo en Starbucks y Tom había sido llamado para cubrir parte de su turno. Él habría dicho que no, porque Tom era un firme creyente de que los fines de semana eran solo para porno, infomerciales y bocanadas palomitas de maiz, pero Tom había faltado mucho a su trabajo desde que conoció a Bill. Además de que su jefe estaba muy disgustado, odiaba el echo de que la señora Martin mantuviera vigilados a todos sus vecinos y cuando Tom no salia de casa en las mañanas para ir a trabajar, ella se acercaba a preguntar por qué.

Probablemente con la esperanza que hubiera caído muerto.

Aún así, cuando Tom entró por la puerta de su casa después del trabajo y fue recibido por el rostro sonriente de Bill, quedó muy claro que debería haberse quedado en casa de todos modos.

- ¡Oh, Mierda! ¿Qué te hiciste?

Bill parpadeó inocentemente hacia él, luciendo su melena de león de cabellos oscuros. Su pelo negro apuntaba rígido en todas las direcciones, era enorme y sorprendente a la vista.

- ¿Me veo bonito? _ Bill preguntó, tratando de volver la cabeza para ver a su cabello. Tom estaba boquiabierto.

- ¿Qué ... ¿Cómo ...

- Spray. _ explicó Bill, señalando vagamente hacia el cuarto de baño.

- ¡Yo ni siquiera tengo Spary!

- Bueno... ya no. _ Bill acordó.

Tom negó con la cabeza y caminó lentamente hacia el baño. - Te ves como si hubieras metido el dedo en un enchufe. ¿No lo hiciste, verdad? _ Había dos botellas de spray para el cabello en el lavamanos. Tom reconoció inmediatamente la marca que Adel utilizaba. Su abuela tenía el pelo naturalmente liso, aunque, siempre había sentido la necesidad de rizarlo y peinarlo hacia arriba, rociandolo con tantos productos químicos que tan sólo caminar cerca de ella había hecho a Tom toser y jadear cuando era más joven.

No había sido capaz de tirar las botellas cuando él se mudo a la casa, sólo las empujó bajo el fregadero y se olvidado de ellas.

Tom se acercó y cogió las botellas de metal (que brillaban un poco, pudo notar) y las lanzó con dureza a la basura.

- ¡Las tiraste! _ dijo Bill tristemente detrás de él.

- Están vacías, Bill. _ Tom respondió, cerrando los ojos para pasar la palma de su mano contra sus párpados. Cuando los abrió, Bill le miraba intensamente a través del espejo.

- Sólo porque tu crees que lo están.

Tom frunció el ceño, dandole al reflejo de Bill una mirada escéptica. - Eso no tiene ningún sentido. nunca tienes ningún sentido.

Bill no parecia muy preocupado por eso. Tom estaba seguro de que Bill había oído eso muchas veces y en un tono mucho menos amistoso. Bill se movio un poco acercandose para estar junto a Tom frente al espejo y se inclino sobre el borde del lavamanos para examinar su propio reflejo.

- Me veo bonito. _ Bill llegó a esa conclusión después de un momento.

- Te ves raro. _ dijo Tom, no muy en desacuerdo. El pelo sin duda captaba su atencion. Estiró una mano para tocar la melena rígida. Bill se lo permitió alegremente, inclinando su cabeza para que los dedos curiosos de Tom acariciaran su cabello.

- Tu crees que soy bonito.

La mano de Tom se congeló. Rió nerviosamente, mirando el rostro sonriente de Bill con temor. - Yo creo que eres raro. _ corrigió, dando un paso atrás para poner distancia entre ellos.

Bill no protestó, sólo se volvió para examinarse a sí mismo en el espejo. Tom se dió la vuelta y salió del baño, sientiendose repentinamente claustrofobico entre sus paredes.

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Tom habia prometido que llevaria a Bill de compras y tenía la intención de cumplir esa promesa. Pero fue un poco mas dificil de lo que Tom hubiera pensado. Para empezar, le tomo una cantidad exasperante de tiempo convencer a Bill de que Kasimir realmente estaría bien por su cuenta por un par de horas más.

Tom pensó que Bill estaba demasiado preocupado por el bienestar de su compañero.

Cuando por fin lograron salir de la casa, el cabello de Bill todavía lucia como la melena de un león, Tom no se atrevía a decir nada en contra de ello. Supuso que Bill hiba a atraer miradas de todos modos simplemente porque ser Bill.

- Soy un excelente conductor. _ Tom prometió cuando Bill se detuvo a unos metros de la puerta de su camioneta, observandola con desconfianza.

Bill no se movió un centímetro.

- ¿Qué? ¿Acaso no me crees? _ Tom choco el hombro de Bill con el suyo juguetonamente, haciendolo tropezar ligeramente hacia adelante antes de dar un paso cauteloso hacia atrás. - Soy muy bueno. El mejor. Si no fuera a convertirme en una estrella de rock, podria dedicarme a conducir profesionalmente.

Bill no dijo nada en respuesta y Tom pensó que lucia un poco más pálido que de costumbre, aunque Bill siempre lucia palido.

- Vamos... _ Tom le animo, abriendo la puerta de la camioneta para él. - Te va a gustar a dónde vamos.

Cuando Bill finalmente entró en la camioneta, no quería ponerse el cinturón de seguridad y cuando Tom por fin pudo ponerselo, Bill no quería que Tom caminara hacia el otro lado del coche, tenía miedo de quedarse solo dentro del vehiculo, aunque fuera por un segundo.

Una vez que ambos estuvieron listos, Tom puso la llave en el encendido y arranco el motor. Derrepente Bill sólo empezó a gritar. Era un grito ensordecedor que retumbaba en los oídos de Tom como una sirena.

- ¡Mierda! _ Gritó Tom, su voz totalmente ahogada por los gritos de Bill. - ¿Qué diablos?

Apago el motor y tiro de la llave con manos temblorosas. Bill dejo de gritar instanteneamente.

Tom respiró profundamente, acariciando cautelosamente el brazo de Bill, se sentia angustiado por la angustia de Bill. - Hey, está bien, es solo...

- ¡Por Dios, señor Kaulitz! ¿qué demonios está haciendo? _ se escucho una voz familiar. Los tacones de la señora Martin se escucharon sobre el pavimento mientras se acercaba hacia ellos.

Tom gimió y resistió el impulso de golpear su cabeza contra el bolante.

- Él, de nuevo. _ la Sra. Martin dijo en tono despectivo cuando estuvo de pie cerca del coche y entonces Tom tuvo que resistir el impulso de golpear la cabeza de la señora Martin contra el bolante tambien.

- Él es Bill, Sra. Martin. _ Tom dijo apretando los dientes.

- Bill. _ repitio la mujer, mirando con odio el pelo salvaje de Bill.

- Marvin. _ Bill respondió en voz baja, sin la alegría evidente que Tom casi siempre escuchaba su voz. Tom frunció el ceño preocupado, moviendo su mano para acariciar el costado de la cara de Bill en lo que él esperaba fuera una manera reconfortante. Bill se volvió para mirar a Tom con ojos asustados.

Tom siguió acariciando la mejilla de Bill, mientras se dirigia a el con palabras suaves. - Debi haberte advertido de lo ruidoso que es este coche. Lo siento.

La Sra. Martin tosió audiblemente. Tom desvió su atencion para mirarla.

- ¡Espero que tenga una explicación para esto! Yo sé quien es él. _ la señora Martin señalo a Bill con el dedo. - Él es el que revuelve la basura por las noches. ¡Es ridículo! ¡Repugnante! Realmente no creo que...

- De verdad tenemos que irnos, Sra. Martin. _ Tom la interrumpio con la mandíbula apretada, inclinandose sobre el regazo de Bill para subir el cristal de la ventana. La Sra. Martin solo los miro boquiabierta con indignación, luego empezó a dar lo que parecía ser un discurso bastante largo a través del cristal. Tom le dio una ultima mirada a la mujer para luego centrar su atención en Bill, quien estaba tenso y tiraba con preocupación del cinturón de seguridad.

- Tenemos viajar en coche si queremos ir al centro comercial. _ explicó Tom con tono de disculpa, alejando la mano de Bill del cinturón. - Creo que te va a gustar una vez que lleguemos allí. _ Tom se sentía extrañamente desesperado por que Bill estuviera de acuerdo. Bill observaba todo con ojos grandes e inocentes. Tom sólo quería mostrarle cosas nuevas para que Bill pudiera tocarlas y sorprenderse con ellas de la forma en que Bill se sorprendia con todo.

- Sí. _ Dijo Bill, aunque no parecía muy seguro. Tom sonrió y le acarició el cabello alborotado cariñosamente.

- Voy a encender el coche de nuevo. _ advirtió Tom. ¿Estás preparado esta vez?

Bill negó con la cabeza con vehemencia.

- El coche es seguro, Bill. Te lo prometo.

- ¿Lo prometes? _ Preguntó Bill con ojos confiados y entonces Tom supo que iba a estar bien.

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De todas las tiendas con sus relojes de oro, brillantes anillos de diamantes, iPods, Laptops y toda la gente en el centro comercial caminando con ropa de colores brillantes y hablando entre ellos, lo que a Bill le llamó más la atencion fue la fuente. Estaba cubierta de musgo y sucia. Tom hizo una mueca cuando Bill pasó los dedos por los bordes, sumergiendolos en el agua para rozar las monedas en el fondo.

Por mucho que Tom trató de convencerlo, simplemente no pudo alejarlo de la fuente. Finalmente, Tom solo suspiró y se sentó a su lado. - ¿Quieres pedir un deseo? _ Ofreció, sacando su cartera para tomar moneda.

Cuando se la entregó, Bill la examinó de cerca, dando a Tom su mejor sonrisa y deslizando la moneda en el bolsillo delantero de sus pantalones vaqueros.

- Se supone que tienes que pedir un deseo. _ explicó Tom, señalando hacia las monedas en la fuente. - Y despues lanzarla al agua.

Bill sacudió la cabeza, sonriendo calidamente. - Tú me la diste. _ dijo con asombro evidente, como si la pequeña moneda de veinte y cinco centavos valiera mucho más de lo que Tom pensaba.

Tom sólo desvió la mirada en respuesta, sus ojos se detuvieron en una tienda decorada de forma llamativa.

- Vamos, esta tienda te va a gustar. _ Tom dijo al tiempo que se ponia de pie y tiraba del brazo de Bill. Bill se ajejo de la fuete a regañadientes y ambos se dirigieron a la entrada de Hot Topic.

Tom nunca había comprado en esa tienda, pero la ropa de Bill parecía que podría haber salido del interior de la tienda. Extraños cinturones con hebillas plateadas y camisetas con diseños raros y sombrios.

- Necesitas una sudadera. _ le recordó a Bill, quien estaba mirando un estante de perforaciones con nostalgia.

Bill no le hizo caso, solo presiono los dedos contra el cristal.

Tom negó con la cabeza cariñosamente, envolviendo la palma de su mano alrededor de la muñeca de Bill y llevandolo hacia la seccion de ropa.

Tom apreto la mano de Bill contra el material de la sudadera más cercana. Como había esperado, la atencion de Bill se centro inmediatamente en el tejido suave, pasando los dedos sobre varias sudaderas. - Elige la que quieras.

- Esta. _ Bill respondió de inmediato, enroscando los dedos posesivamente al rededor de una sudadera negra. - Esta es mía.

La sudadera tenia brillantes diseños de color rosa, medios círculos, líneas extrañas y estrellas... siempre estrellas. Era pequeña y obviamente hecha para una chica.

- Pero es... _ Tom empezó a decir, y luego se detuvo, miró la forma en que los dedos de Bill se enroscaban alrededor de la prenda, mientras acariciaba una estrella blanca amorosamente con el pulgar. - Es tu estilo. _ Tom concluyo.

Bill sonrió y sostuvo su nueva sudadera contra su pecho.

El chico que atendia la caja miró a Bill mientras se acercaban al mostrador, al igual que todo el mundo en el centro comercial. Tom tuvo que admitir que valia la pena mirar.

- Me gusta tu pelo, amigo. _ El chico de Mohawk color verde, se comia a Bill con los ojos, con una mirada de adoración claramente en su rostro.

Bill le sonrió alegremente. - A Tomi tambien le gusta.

El chico sonrió , mientras registraba la compra. - Ese eres tu ¿Cierto? _ Le preguntó a Tom mientras este le entregaba su tarjeta de crédito. - ¿Tomi?

- Tom. _ Tom corrigió de inmediato.

- Tomi. _ Bill repitió.

El cajero rió de nuevo. - Eso es lindo, amigo. Mi novio nunca me deja...

- ¡Ya nos vamos! _ Tom interrumpió en voz demasiado alta, agarrando su tarjeta, su sudadera y su Bill y dirigiendose rapidamente hacia la salida de la tienda.

Bill tarareaba alegremente junto a él.

- Eres un gran problema ¿sabias? _ Tom preguntó con voz ronca, liberando el brazo de Bill y caminando a un ritmo más normal. Bill sólo tarareó más fuerte.

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Bill no se veia más tranquilo en el viaje de regreso a casa. Aun que no gritó, Tom condujo todo el camino de regreso con los hombros tensos, listo a que los gritos empezaran de nuevo.

El saber que Bill le tenia tanto miedo a algo, le hacia sentir incomodo... le hacia hacerse preguntas.

- ¿Qué fue lo que te pasó? _ Tom murmuró mientras le desabrochaba el cinturón de seguridad a su tembloroso amigo y le ayudaba a salir de la camioneta. Él en verdad no esperaba una respuesta, pero como ya era costumbre, Bill le sorprendió.

- Nathan. _ dijo Bill, mientras daba dos largos pasos hacia atras alejandose de la camioneta.

Tom inclinó la cabeza, mirando a Bill de cerca. Estaba pálido y con los ojos desenfocados. - ¿Nathan? _ Preguntó Tom y Bill giró la cabeza hacia él con los ojos muy abiertos y asombrados, como si estuviera sorprendido de que Tom conociera ese nombre.

- ¿Nate? _ Bill preguntó, mirando a los arbustos, las casas y el cielo como si estuvieran ocultando algo. - ¿Dónde?

- No esta aquí. _ Tom contestó, no muy seguro de si su respuesta fue un consuelo o una decepción para Bill.

Bill hizo un gesto extraño, confuso y seguia examinando todo a su alrededor con curiosidad. - Oh ... _ Dio un paso hacia atras, mascullando algo sobre una película. Tom pensó que tal vez el estrés no era bueno para el estado mental de Bill.

- Tal vez deberías quedarte un rato más. _ sugirió Tom con falsa indiferencia.

Bill sacudió la cabeza obstinadamente, dando otro paso lejos de Tom. - Voy a llegar tarde.

- ¿Tarde? _ Tom se preguntó a donde exactamente Bill hiba a llegar tarde.

Pero Bill ya se aleja y Tom tuvo que correr detrás de él. - ¡Espera! _ le gritó. - Tu sudadera.

Bill no dejó de caminar decididamente hacia... a dondequiera que fuera y Tom tuvo que detenerlo tomandolo de la muñeca para poner la sudadera en las manos de Bill.

- Tu calor ¿recuerdas?

Bill tomó la sudadera con lentitud, dandole a Tom una mirada indescifrable y acariciando con sus dedos el suave material.

- Sí. _ dijo Bill suavemente para luego alejarse de nuevo.


- ¡Vuelve mañana! _ Tom le gritó.


THROUGH HIS EYESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora