Parte 18 UNA SEMILLA QUE CRECE

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Bill no se dió por vencido.

Tom dudaba que alguna vez en su vida, Bill se hubiera dado por vencido en algo.

Él no se daba por vencido cuándo sus extraños árboles no crecían. No se daba por vencido con Nathan, quién supuestamente llegarían el Lunes. Y Tampoco se dió por vencido con Tom.

Tom sabía que no se había dado por vencido, por que Bill estaba callado y reservado en una manera que era más que obvia.

Bill conspiraba silenciosamente, mientras Tom tomaba su guitarra y tentativamente, empezó a tocar una canción, la unica música que tenía sentido.

Una canción para Bill.

* * * * *

Muchas cosas cambiaron cuándo Bill se mudó. Tom compartía su cama, por que a Bill le daba frio cuando dormía solo. Tambien compartía su comida, por que las comidas en su plato, siempre eran más apetecibles para Bill, que la suya propia. Además compartía su ropa y hasta estaba preparado para que Bill cortara las mangas de camisetas en perfecto estado, para crear sus propios diseños.

Tom se sentía diferente con Bill, se sentía vivo, como si conociera a la perfección cada palabra que salía de sus labios, cada color que había a su alrededor y cada toque de sus dedos.

Retiró dinero de la herencia que nunca había querido tocar, y le compró a Bill spray para el cabello, gomitas en forma de oso y un telescopio.

Tom se sentaba en lo alto del techo, justo a un lado de Bill, para mirar las estrellas, aun que no brillaran durante el dia. Siempre se apresuraba a contestar el teléfono, para que Bill no se asustara con el sonido.

La mayoria de esas cosas eran buenas, maravillosas, en una manera que Tom no estaba seguro de querer admitir, aun así, de vez en cuándo había un contratiempo. Cuándo Tom corría a contestar el teléfono, eso significaba que nunca checaba el identificador de llamadas.

Es decir que, cuándo levanto el auricular, la familiar y áspera voz de su madre estaba al otro lado de la línea, y Tom no estaba preparado para eso.

- Hola. - Tom dijo mecanicamente después de escuchar su voz. - Éste es el buzón de voz de Tom Kaulitz. Por el momento no estoy en casa. Si tienes un mensaje, porfavor deja tu nombre y numero después del—

- ¡Tom! - Donna gritó. Tom hizo una mueca y suspiró derrotado.

Valía la pena hacer el intento.

- Lo siento, mamá. - Tom murmuró, acercando el teléfono más a su oreja. Estaba sentado en el sillón, observando a Bill mientras daba vueltas por toda la habitación y bailaba con elegante torpeza. La música estaba a todo volumen, lo que hacía que el lugar vibrara con algo más que sólo la energía de Bill. Tambíén hacía muy dificil tener una conversación.

De todos modos, no era una conversación que Tom quisiera tener en ese momento.

Tom hizo otra mueca cuándo su madre gritó su nombre de nuevo. - Lo siento ¿Qué es lo que quieres?

- Molly me dijo que tienes varios dias que no vas a trabajar. - La voz de Donna crujió debido a la conexión.

- Mmhmm... - Tom contuvo la risa cuándo Bill saltó con entusiasmo en el sillón junto a él, y lo golpeaba ligeramente en el costado con el pie para llamar su atención. - ¿Qué estas haciendo? - Tom preguntó, riendose cuándo Bill tiró de una de sus rastas con insistencia. - No, no voy a bailar contigo.

- ¿Pero que rayos...? ¡Tom!

- Oh. - Tom negó con la cabeza y luego frunció el ceño. - Espera... ¿Molly? - Él no trabajaba con nadie que se llamara Molly.

THROUGH HIS EYESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora