Parte 23 CAMBIO

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No era suficiente.

Estar con Bill, ser su amigo. Debió haber sido suficiente. Tom quería que lo fuera.

Pero mientras no tuviera a Bill completamente, nunca sería suficiente.

El tener a Bill en su vida, volvía a Tom un ser codicioso. Bill era más de lo que Tom jamás había pedido, más de lo que merecía, más de lo que nunca había tenido, y aún así, no era suficiente.

No debería querer más. No necesitaba a Bill en sus brazos, a Bill en su cama, a Bill en su corazón. Esas cosas eran frívolas, falsas. Él tenía a Bill en su vida.

Eso debió haber sido suficiente.

La palabra "deber" definitivamente tenía algo en contra de Tom.

Había demasiados "deberes" en su vida. Debes ir a trabajar. Debes ser amable con los vecinos. Debes bajar el volumen de la música. No debes enamorarte de Bill. No debes dejar que Bill se enamore de ti.

No debes asesinar a tu madre mientras duerme.

Tom estaba teniendo problemas con esta última.

Tienes la responsabilidad de ser un buen vecino, Tom. La heredaste junto con la casa. – El sonido de su voz se escuchaba como un incómodo eco a través del teléfono presionado en la oreja de Tom.

Esta era la tercera vez que Tom hablaba con Donna en la última semana (o mejor dicho, ella hablaba con él) y sólo era porque Tom había contestado el teléfono en vez de simplemente desconectarlo. Su madre no había llamado por meses antes de que la Sra. Martin, aparentemente, se había ido a quejar con ella sobre el "huésped vagabundo" de Tom.

Tom no entendía porque ahora tenía que llamar para quejarse de... lo que sea que se estuviera quejando.

- Aja... - Tom murmuró vagamente cuando el ritmo de su voz se detuvo, claramente esperando una respuesta.

Bill no era ni huésped, ni vagabundo. Él pertenecía en la casa, era su hogar.

Tal vez él no encendía las luces después de que oscurecía, o prefería sentarse en el suelo en lugar de una silla. Tal vez cantaba letras que no encajaban en las canciones y tal vez el teléfono le asustaba, pero en verdad pertenecía allí. Las pinturas tenían nombres y la tostadora era su amigo.

–... con esta chica. – Donna decía. – Si van a ser vecinos, lo menos que puedes hacer es...

–Sí. – Tom respondió. – Que bien.

La casa se sentía más vacía con la voz de Donna resonando en su oreja. Tom caminó por el pasillo revisando cada habitación, hasta que encontró a Bill sentado sobre el lavamanos del baño. Se estaba aplicando su maquillaje cuidadosamente. Círculos oscuros alrededor de sus ojos, que a Tom aún le recordaban a un mapache

Bill apenas se había maquillado un ojo, lo que hacía que su rostro se viera gracioso. Tom lo espiaba desde el marco de la puerta, preguntándose dónde estaba su cámara. Valdría la pena ver la reacción de Bill si Tom le tomaba una foto luciendo así.

- ¿Tom, me estas escuchando?

Tom se cambió el teléfono de oreja, encontrando la mirada de Bill a través del espejo. Bill hizo un sonido suave, ya sea de desaprobación o a modo de saludo y rápidamente se dispuso a trabajar en su otro ojo. Qué lástima, pensó Tom. Se veía lindo de esa forma.

- Si, okay. – Tom respondió al teléfono. - Suena bien. Te llamo después.

- ¡TOM!

Tom colgó el teléfono y lo lazó a un lado, mientras caminaba para quedar de pie detrás de Bill, con una sonrisa. - Mitad mapache, mitad Bill.

THROUGH HIS EYESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora