Cap 3

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Desperté con el sol entrando a raudales por la ventana de mi habitación. Me removí de la cama molesta por haber olvidado cerrar las cortinas la noche anterior. Por lo general no lo olvidaba dado que como a las seis de la mañana mi habitación se iluminaba como un árbol de navidad, y a mí me molestaba mucho la luz mientras dormía.

Pero en cuanto me puse de pie me caí al piso, teniendo problemas con mantener el equilibrio.

-Genial, mi equilibrio sigue de vacaciones- comento con irritación poniéndome de pie y caminando un poco más cuidadosamente. Lo logré sin muchos problemas. Sólo tenía que tener un poco más de cuidado de lo normal al poner los pies en el piso, casi como si estuviera aprendiendo a caminar nuevamente.

Miré el cielo completamente despejado y la playa más allá de mi muelle y decidí que no valía la pena seguir durmiendo y perderme esta maravillosa oportunidad de estar en el agua. Total, si seguía durmiendo, en la noche no iba a poder conciliar el sueño temprano para mañana y el primer día de clases de mi último año.

Rápidamente fui al baño y busqué entre mis cosas el traje de baño, cogí una toalla y me acerqué a Malorie.

-Oye, voy a ir a nadar un rato- le digo a mi mejor amiga y ella me mira adormilada.

-¿No te molesta entrar en el agua después de casi ahogarte ayer?-me pregunta ella medio ida antes de irse a dormir. Yo fruncí el ceño, recordando el golpe que me había dado en el estómago esa otra persona bajo el pozo y el golpe que me di, decidiendo que no había problema. De hecho, casi no podía esperar en ir al agua de una buena vez.

Salí de la casa rápidamente, viendo a mi madre tirada en el sueño de la sala, durmiendo plácidamente con una botella de ron vacía en la mano. Puse mala cara al recordar lo que le había dicho la noche anterior, pero, sorprendentemente, no me arrepentía de ni una sola palabra que había dicho.

Dejando caer la toalla de cualquier manera en el muelle, me lancé de un salto al agua, en un piquero perfecto aún cuando no me hubiera mentalizado para hacerlo. Llevaba años en el equipo de natación. Para mí era natural estar en el agua.

Sentí que el agua helada me cortaba la piel y yo disfruté del choque, sintiendo que mis músculos se contraían un poco antes de relajarse nuevamente. Sonreí relajada, mientras movía los brazos para salir a la superficie nuevamente y respirar una buena bocanada de aire. Esta sí era vida. Qué hermoso.

Saqué la cabeza del agua, sintiéndome completa desde que desperté. Estaba en mi elemento... Aunque nunca antes había sentido tanto placer al estar en el agua, más específicamente, en el mar... Porque muy bien podría haber ido a nadar a la piscina que tenemos, la verdad es que no me apetecía eso. Quería agua de mar.

Entonces sucedió algo extraño que me alarmó bastante. Qué demonios. Mis piernas me ardían. No era doloroso, pero sí bastante incómodo, porque no podía moverlas libremente y me estaba hundiendo. Sentí que me cosquilleaban los costados y metí la cabeza en el agua para ver mis piernas brillar ligeramente y luego ya no ser piernas en absoluto, sino una cola de un lindo color azul, que se movía en el agua y me mantenía a flote...

Inspiré profundamente para soltar un grito, hasta que me di cuenta que el agua había entrado en mis pulmones y se sentía raro, pero no malo. Es decir, mi necesidad de oxígeno era satisfecha por el agua entrando en mis vías respiratorias. ¿Qué demonios? ¿Podía respirar bajo el agua?

Temerosa de lo que pudiera pasar, solté el dióxido de carbono y volví a inspirar. Nada, ningún dolor, sólo era como estar respirando arriba del agua, sólo que se sentía distinto, más líquido. Me encogí de hombros. Sonaba a redundancia, pero la sensación se correspondía bastante con la realidad, a decir verdad.

Maldición de Luna (Maldiciones de Bosque Azul 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora