Corrí por la calle sin prestar demasiada atención de hacia dónde me dirigía. Mi cuerpo parecía saber exactamente hacia dónde quería ir, por lo que me puse en modo automático y dejé que mis piernas guiaran mi camino. Me detuve de pronto y supe exactamente en dónde me encontraba. Sentí que me calmé un tanto.
Me dejé caer entre las rocas a un lado de la playa, el mismo lugar en el que esos tipos me habían cogido la primera vez, y en donde me había encontrado Ethan cuando había regresado. Sabía que no tenían ningún sentido mi manera de pensar en absoluto, pero no pude evitar convertir ese lugar en una especie de refugio para mí: estaba apartado y la gente solía evitarlo porque yo no había sido el único que había desaparecido cuando estaba allí.
No podían preocuparme menos esos hombres en esos momentos.
Recordé lo que mi hermano me dijo justo antes de salir corriendo y dejarme en evidencia frente a mi madre. Sentí que la rabia (una rabia que era completamente una respuesta al dolor que me había causado el comentario ese) volvía a invadirme. Ethan definitivamente se había pasado de la raya esta vez, y por mucho que mi filosofía de vida hubiera cambiado (ahora intentaba no dejar para después lo que podía hacer en el momento, porque uno nunca sabía cuando se iba a acabar su tiempo), no pensaba volver a dirigirle la palabra hasta que se disculpara por lo que había dicho. Fue cruel y despiadado con su comentario, obviamente buscando hacerme el mayor daño posible. Lástimamente lo había logrado perfectamente.
¡Me había dolido incluso más que cuando se refirió a mí como fenómeno! Y esta vez no se lo iba a perdonar tan fácilmente. Si Ethan quería que volviera a hablarle siquiera, iba a tener que hacer un buen trabajo disculpándose.
Quizá entonces podría pensar en disculparme yo mismo por haberla tomado con él.
Sacudí la cabeza bruscamente, rechazando la idea al momento que mi mente llegaba siquiera a concebirla. Una parte de mi mente se daba cuenta que estaba demasiado enfadado y dolido para pensar racionalmente, pero en ese momento no podía siquiera considerar tener que disculparme yo por el daño que Ethan me había hecho a mí. Antes muerto.
Me saqué las zapatillas rápidamente y puse mis pies en el agua. Solté un suspiro de alivio al sentir el mar acariciar mi piel. Me sentía a gusto cuando estaba en el océano, bajo el agua, como si por fin estuviera completo, aparte que en este momento me ayudaba bastante en distraerme de mis pensamientos.
Ahora que lo pensaba más detenidamente, desde ese día en el estanque, y cada vez más fuerte, sentía la llamada del océano (era la única forma que se me ocurría para describirlo. No es que fuera demasiado bueno con las palabras). Era algo difícil de resistir, que me hacía desear estar bajo el agua a todas horas. Me daba cuenta que mi tiempo en tierra cada vez lo pasaba más hastiado y de mal humor, sobre todo cuando eran largos períodos lejos del agua. ¿Por qué sería eso? ¿Tendría algo que ver con que podía respirar bajo el agua y que podía controlarla? ¿O era algo aún más profundo?
Me pasé una mano por el pelo con exasperación. Maldita sea, eran demasiadas cosas sucediendo simultáneamente. Y ahora iba a tener que darle algún tipo de orden en mi cabeza para poder explicarle a mi madre todo lo que había pasado desde que habíamos llegado a la ciudad.
Puse mala cara al recordar que mi madre ahora sabía. Genial. Volví a rodar los ojos con irritación, enfadado conmigo mismo por haber sido tan descuidado. Podría haber esperado a estar a solas en el bosque con mi hermano para ponerme a discutir con él a gritos. Pero no. Tenía que hacerlo en el baño, cuando mis padres estaban en casa y podían escuchar cada palabra que nos gritábamos uno a otro como dos verdaderos descerebrados.
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Maldición de Luna (Maldiciones de Bosque Azul 1)
FantasyLibro 1 de Maldiciones de Bosque Azul Sólo una gota de agua es suficiente. Summer ha tenido que lidiar con una cola de sirena cada vez que toca el agua desde aquel accidente. No entiende por qué fue que sucedió ni por qué es que le están pasando es...