Me acerqué curiosa a una pequeña cueva submarina. Me encontraba en un arrecife, cerca de la costa de una isla lo suficientemente pequeña como para que no apareciera en ningún mapa y estuviera completamente deshabitada. Eso me venía de perlas, porque podía salir a la superficie en la playa y nadie estaría cerca para encontrarme en un mal momento.
No era el caso en ese momento.
Me había acercado al lado sur de la isla, rodeándola, buscando nada, sólo disfrutando el explorar el lugar.
Las algas del fondo marino me hacían cosquillas y los corales se me presentaban con vivos colores, sirviendo de refugio para los peces. Pero la fauna marina no me tenía miedo en absoluto. Nadábamos en comunión, todos juntos.
Era hermoso. Me sentía en paz conmigo misma y con el ambiente. Era parte del lugar y, mucho más importante, me sentía parte de él. Era como haber encontrado por fin una parte de mi misma que había añorado toda mi vida. En algún lugar de mi alma había sabido que parte de mí espíritu pertenecía al océano... Y el poder vivir esto al fin me completaba, unía todas las piezas de mi misma para hacerme crecer...
O por lo menos me daba esa sensación.
Dentro de la pequeña cueva había unos pececillos que nadaron por todos lados asustados. Me di cuenta que no era una cueva en sí, sino una hendidura en una muy grande roca. No había nada interesante en el lugar, aparte de una pequeña burbuja de aire atrapado en la parte superior de la hendidura.
Resoplé y retrocedí mirando la vida marina a mí alrededor. A lo lejos vi un delfín nadando y sonreí emocionada. Me encantaba nadar con los delfines. Si bien no lo hacía muy a menudo, pensaba aprovechar la oportunidad que acababa de presentárseme.
Me acerqué nadando al delfín, saludándolo emocionada. En un primer momento se me quedó mirando curioso, pero sin hacer ademán alguno de aceptarme a su lado... Sin embargo sus dudas se disiparon rápidamente y nadó hacia mí, rodeándome mientras me empujaba para que nadara a su lado.
Reí feliz y me aferré a su aleta. Él me tiró hacia adelante y arriba. Sacó la cabeza fuera del agua y yo me mantuve a su lado, lanzándole agua. El delfín rió y me tiró un chorro de agua también.
Escuché a lo lejos el motor de una lancha y me volteé, viendo el pequeño barco que tenía Morris. En él iban mi ex novio y su nueva ramera que le estaría prestando el culo en ese momento. Yo tuve que suprimir una risa, sorprendida por lo indiferente que me era. Sentía que por el solo hecho de estar yo en el agua, con una cola de sirena, jugando con un delfín, en vez de estar en esa lancha con él era... bueno, en realidad era genial.
Me sumergí para que no me vieran y me di cuenta que se dirigían a la pequeña isla que había descubierto.
Saqué la cabeza del agua nuevamente y le sonreí al delfín, que me miraba curioso.
-¿Quieres divertirte a su costa?- le pregunto emocionada indicándole que me siguiera. El delfín lo hizo felizmente y yo me sentí extasiada. Nadamos tras la lancha, a la cual anclaron a unos metros de la costa. El delfín me dejó atrás y se acercó a ellos a jugar. Yo me reí en silencio ante las payasadas que hacía para entretenerles. Me agradaba mucho ese delfín...
Morris y la chica saltaron al agua en traje de baño y nadaron a la orilla. Suponía que no pensaban que nada pudiera pasarle al bote si lo dejaban en el lugar como si nada. Insensatos. ¿Qué harían su el bote se les volteaba? ¿Es que eran idiotas o qué? Debieron haberlo "aparcado" en la orilla... Aunque es cierto que después es más complicado salir de la costa por las olas...
Sonreí maliciosa. Les haría una broma.
Nadé presurosa hacia el bote, fijándome en que no estuvieran prestando atención, demasiado ocupados jugando con el delfín. Desanclé el bote y tiré de este más lejos, mar adentro. No los iba a dejar atrapados en la isla, pero les iba a costar un poco más de esfuerzo llegar al bote. Quizá si se cansaban demasiado podría apiadarme de ellos y acercarles el bote, pero que se angustien un poco primero. Les enseñaría a no ser tan temerarios y despreocupados.
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Maldición de Luna (Maldiciones de Bosque Azul 1)
FantasiaLibro 1 de Maldiciones de Bosque Azul Sólo una gota de agua es suficiente. Summer ha tenido que lidiar con una cola de sirena cada vez que toca el agua desde aquel accidente. No entiende por qué fue que sucedió ni por qué es que le están pasando es...