- Disculpe, señorita, –dijo una profunda y varonil voz–. Me indicaron que aquí podía encontrar a la señorita Green. Supongo que Usted es su asistente… –no hubo respuesta–. Tengo una cita con ella, ¿podría Usted anunciarle que Alexander Scott la está buscando? –la mujer no parecía escucharlo–. ¿Señorita? ¿Señorita?
- ¡Shhh! Espere un segundo. Interrumpe mi concentración. –Respondió la rubia sin siquiera voltear a verlo y siguió deslizando los dedos sobre las teclas de la lap top que tenía en frente–. "Él era un espíritu errabundo, libre y sin ataduras", –dijo para sí, sin prestar atención a la cara molesta del hombre que la veía–, “de esos que pocas veces aparecen sobre la faz de la tierra. Sin hogar ni familia. Su único amigo era uno que no lo juzgaría jamás. Uno que sólo hablaba cuando él se lo pedía. Hecho de madera, con cuatro cuerdas de cuero y una voz melódica. Su leal Orfy…"
- ¿Cómo se atreve a callarme? –Dijo azorado el hombre.
Mucho tiempo había pasado desde la última vez que alguien lo había tratado con esa clase de descortesía.
- ¡Silencio! –Sentenció la rubia aún sumida en su escritura–. "… sus azules ojos brillaban con un resplandor incandescente, casi celestial. Cuando posaba sus manos sobre el violín y arrancaba de él el más glorioso de los cantos…"
- ¿Sería tan amable de atenderme? –Arremetió el hombre visiblemente molesto.
- “… no había nadie que pudiera resistir el poderoso hechizo que creaba…"
- ¿Señorita?
- "… pero eso era para él como una espada de doble filo, porque mientras deslizaba las crines del arco sobre las cuerdas, e incrustaba su alma en cada nota, dejaba al descubierto su verdadero y más vulnerable yo".
- ¿Es que acaso no sabe quién soy yo?
- ¡Actores! –Dijo ella volteando los ojos para mirarlo–. Por supuesto que sé quién es Usted. –Respondió cerrando la tapa de su computador–, sólo que una vez que las ideas fluyen, no es bueno truncar su camino. Ahora sí ¿en qué puedo servirlo?
- ¿Podría anunciarme con la señorita Green?
- Tome asiento por favor.
- ¿No me diga que me dejará plantado de nuevo? No puedo estar cambiando mi agenda a su antojo.
- Nada de eso, la señorita Green llegó mucho antes que Usted. No quería quedarle mal de nuevo. Está muy apenada por haber faltado a su anterior cita.
- ¿Dónde está entonces?
- La tiene frente a Usted. Andrea Green. –Dijo Andy, extendiendo una mano en forma de saludo–. Encantada de conocerlo.
- ¿Usted es la señorita Green?
- La misma. –Andy aún mantenía la mano extendida.
- Usted perdone… yo… no sabía. Alexander Scott. –Respondió él, algo azorado, estrechando finalmente su mano.
- Mucho gusto en conocerlo Señor Scott.
- Llámeme Alex, por favor.
- Se ve Usted sorprendido Alex.
- Lo estoy. Pensé que Usted sería… bueno, diferente. –Ella rió de buena gana.
- Me lo imagino. Para Usted la “señorita” Andrea Green debía ser una anciana señora, de cabellos blancos y lentes de fondo de botella. La clásica abuela que gusta de contar cuentos a sus nietos.
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Beirlat
Teen FictionEn un mundo que no siempre es benévolo con las personas que en él viven, una escritora jovial, un magnate amargado y un actor solitario, ven como sus caminos se entrelazan, dando pie a nuevas historias que los llevarán a ser las personas que en real...