Capítulo 10.

150 17 5
                                    

¡Qué terribles son los celos! Monstruos oscuros y horribles que susurran palabras espantosas a oídos enamorados. Villanos que nublan la razón y, apuñalan con fiereza el lado más vulnerable del corazón humano. Enemigos irascibles que lanzan su poderoso ataque cuando menos lo esperamos y, transforman en cuestión de segundos, una alegría inmensa en la más temible e incontenible de las iras… ¡Qué terribles son los celos!

***   *******   ***   *******   ***   *******   ***

Había pasado días enteros pensando en ella. Devanándose los sesos para entender qué era lo que estaba sintiendo, hasta terminar con profundos dolores de cabeza ocasionados, no sólo por la gran cantidad de ideas que se agolpaban en su mente, sino también por todos los golpes que se daba en la frente para hacerse entender que todo era una ilusión creada por él mismo para poder aferrarse a una nueva esperanza y seguir viviendo.

La había idealizado, era eso, pero para estar seguro debía verla y tenía que hacerlo de inmediato. Esa idea fue cobrando fuerza durante el día, a lo largo del lento transcurso de las horas, hasta que finalmente, se decidió. Tomó el teléfono, se comunicó con su agente y, sin darle explicaciones, le solicitó conseguir boletos para Chicago. "No, no la obra de teatro, la ciudad. Esta noche quiero estar en la ciudad de los vientos", le dijo y sin darle explicaciones, salió de su departamento, llevando con él únicamente una pequeña maleta de viaje.

Durante el vuelo imaginó más de una forma de encontrarse con ella. Pensó en las mil y una palabras que le diría y, sonriente, la vio responder con entusiasmo ante lo que él decía. Incluso la escuchó agradecer por hacerle más hermosos los días con cada una de las rosas que se había tomado la molestia de enviarle, y ante el sonrojo que vio teñir sus mejillas, se vio caminando hacia ella, tomándola después en sus brazos y, finalmente, probando el delicioso sabor de sus labios.

Cuando salió del aeropuerto le pidió al chofer que lo estaba esperando llevarlo directamente a la cafetería en la que la había conocido. Bajó del coche, entró al local y, al no verla ahí, preguntó en la barra por ella. El encargado le dijo que no la había visto en todo el día, pero que seguramente estaba en su departamento. Después de muchas negativas, y con mucho esfuerzo, logró conseguir la dirección a la que debía dirigirse para encontrarla.

No era muy lejos de donde se encontraba, así que decidió caminar, para poder prolongar un poco más el tiempo y calmar los nervios que lo atacaban. Pasó por una florería, compró un hermoso ramo de rosas rojas y siguió su camino.

Después de caminar algunos metros se encontró de pie frente al sencillo edificio en el que Andy vivía, lo vio, vacilante por algunos momentos, hasta que por fin decidió tomar al toro por los cuernos. Extendió una temblorosa mano, pensando en la infinidad de posibilidades que ese sencillo "ring" habría de presentarle, espero un momento… y nada.

Volvió a tocar… nada. Una tercera vez… aún nada.

Eso no estaba en sus planes. Pero, si ya había viajado tan lejos, esperar un poco más no le haría daño. Esperó, esperó y siguió esperando… por horas. La tarde terminó cediéndole su lugar a la noche. De las ventanas de locales, casas y departamentos cercanos comenzó a salir el incandescente brillo de focos encendidos.

Poco antes de media noche su chofer llegó a traerlo, tal y como habían acordado, y él seguía esperando. Hasta que finalmente, un elegante coche negro se aparcó frente al edificio. De él vio bajar a un hombre rubio que, de inmediato, se dirigió a abrir la puerta de su acompañante. Entonces la vio. Estaba tan hermosa como la recordaba.

El hombre la acompañó hasta su puerta.

Fue en ese momento cuando algo dentro de él se encendió. Empuñó las manos al ver como otro hombre era el que había pasado con ella la tarde que él había planeado pasar a su lado. Su respiración se agitó. Una rabia intensa se apoderó de su razón y, sin pensarlo, comenzó a caminar al encuentro de la pareja que ahora se despedía, en actitud inocente.

BeirlatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora