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El problema radicaba en que no sabía cómo expresarse, cómo decirlo, sus sentimientos eran tan profundos y como pocos, verdaderos. Tal vez carecía del suficiente valor para hacerlo y sabía que aunque lo tuviera, él no lo haría, al menos, él no.

Lo que no sabía y no se pudo imaginar, es que la persona a la que quería no quería un poema, o una charla disparada, a esa persona le bastaba con escuchar un simple te quiero.

Se quedaría esperando. 

Cuando las estrellas se apagan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora