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Lo más extraño de nuestra relación, era cuando nos besabamos, y es que por alguna razón, no lo hacíamos en público, pero cuando nos encontrábamos sólos, las cosas eran diferente.
A ella le temblaban los labios, y yo me reía de ello, a ella le temblaban los labios y yo pensaba que me besaba con todas sus fuerzas, me quería, así me lo demostraba, y luego me tomaba del cuello y me acariciaba. Y no se cuanto tiempo pasaba, y juro por dios que era una eternidad, tal vez sus besos eran mi eternidad.
Luego de la nada ella se reía y yo entendía que teníamos que separarnos, y yo la abrazaba y me ponía feliz, y esperaba con ansias la próxima vez que pudiera besarla, no esperaba nada más de ella, sólo que rosara mis labios con los suyos.

Cuando las estrellas se apagan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora