1×Presentaciones.

993 24 6
                                    


× × × × ×

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

× × × × ×

Alzó la mano y la estampó con fuerza sobre la mejilla de la morena, haciendo que su rostro se girase con brusquedad. La señaló con el dedo mientras la miraba con rabia.

—No te lo diré más veces, pequeña zorra —gruñó— Di ahora mismo quién os ha enviado.

La morena se estremeció, mirando al hombre con miedo a través de los pelos que se habían desordenado en su rostro. No dijo nada, en cambio la otra chica, empezó a llorar con fuerza.

—Déjala en paz —suplicó, y el hombre se dio la vuelta para mirarla con la misma rabia— No nos envía nadie, hemos llegado aquí por casualidad.

—¡Mentirosa de mierda! —la cogió del pelo, aquel tipo estaba tan aterrado como lo aparentaban ellas, a pesar de que la rubia lloraba sin consuelo y se quejaba del dolor— No es casualidad, llevo semanas escondido aquí, y ahora aparecéis las dos zorritas de turno. ¡A mí no me engañáis!

—Cálmate Mike —la voz de la mujer que acompañaba al hombre lo hizo detenerse antes de intentar pegarle a la rubia— Míralas, son unas pobres putas que seguramente estaban borrachas. No son para nada peligrosas. ¡Joder! Si están cagadas de miedo.

El chico, Mike, miró a la mujer con la misma intensidad de antes. Sabía que lo querían muerto, sabía que cuando se trataba de Francis nada era una pura coincidencia, y sentía un miedo aterrador a morir allí.

—Bueno, si son unas putas inofensivas nadie las echará en falta ¿no? —sacó un cuchillo y volvió a tomar a la rubia del pelo, pensó que sería una lástima matarla, era demasiado guapa pero no tenía opción— Deja de lloriquear, y muere con orgullo.

—¡Eh! ¡Gilipollas! —el hombre se dio la vuelta, sobresaltado, justo a tiempo para ver como la morena le cortaba el cuello a la chica que antes había hablado con él, con un cuchillo— Aleja tus putas manos de mi amiga.

—¡Zorra de mierda!

Dio un paso hacia la morena, pero la rubia lo detuvo dándole con fuerza en la nuca. El hombre calló al suelo desmayado y la rubia se acomodó el pelo— Sorpresa, idiota.

•••

Sus ojos se fueron abriendo poco a poco, y el dolor de cabeza le invadió junto al de sus muñecas, que ahora estaban amarradas con fuerza a la silla en la que estaba sentado. Tardó unos largos segundos en darse cuenta de que no estaba solo.

—Claro que estoy cabreada, era mi hacha favorita —las voces de aquellas chicas le hicieron levantar la mirada— Cuando pille a ese capullo lamentará haber nacido.

—Relájate Ash, te regalaré una nueva —reconoció a la morena y a la rubia al momento, pero ya no estaban en aquella fábrica abandonada, ni ellas iban vestidas como putas, ahora llevaban pantalones militares y unas blusas de tirantes negras— Además, tienes otras tres que ni siquiera usas.

DEN OF VIPERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora