2×Todos Juntos

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Los ojos de Kahlan recorrieron a los tres chicos, en especial al que tenía moretones por toda la cara y un ojo rojo. Casi se echa a reír, pero no lo hizo solo porque la curiosidad era mayor que sus recuerdos sobre como lo dejó derrotado.

—Kahlan, al fin llegas —dijo Francis, fue solo entonces que ella dejó de mirarlo para escucharlo hablar— ¿Estabas en ese lugar de nuevo? Ya no sé qué hacer contigo.

—¿Dejarme en paz no te parece una buena opción? —las chicas se rieron, incluso Francis mostró una pequeña sonrisa, Kahlan era la única que se mantenía seria— ¿De qué va todo esto?

—Primero calma tus pensamientos, tu ceño fruncido te delata —Francis se sentó en el sofá con su elegancia característica, no aparentaba los 25 años que tenía— Estos chicos son los nuevos, trabajarán con vosotras.

—¿Qué?

Exclamó Kahlan, pues las otras dos ya estaban al tanto de la noticia y habían reaccionado de la misma forma— Cálmate, ellos trabajarán para mí en New York, pero no tienen un buen entrenamiento.

Kahlan sonrió— Eso es evidente.

—Solo ha sido suerte —comentó el chico de moratones en el rostro mientras daba un paso adelante— Pura suerte...

—La suerte ha sido que hayas podido tocarme una sola vez —Kahlan no paraba de sonreír burlándose— Y si tuvieras dignidad te quedarías calladito.

—¡Eh! ¡Vale ya!

Exclamó Francis cuando vio al chico querer caminar de nuevo y a Kahlan reír. Ashley se acercó al oído de Kahlan con disimulo para susurrar— ¿Ha sido él quien te ha roto el labio? Ahora entiendo sus pintas.

—Kahlan, ¿Has sido tu quien le ha pegado?

Se encogió de hombro. Andy habló por primera vez— ¿Y qué si le ha pegado? Ese no es el punto de esta conversación. Ve al grano Francis, tenemos cosas que hacer.

—Como decía, ellos no tienen un buen entrenamiento, aunque no por eso significa que no sepan nada —continuó hablando Francis, ahora en un tono de voz más serio— Vienen de las calles, pero necesitan pulir sus habilidades, y vosotras sois perfectas para ayudar a eso.

Ashley se echó a reír— Espera, ¿intentas decirnos que seamos sus entrenadoras?

Siguió riéndose hasta que se dio cuenta de que Francis en ningún momento había cambiado su expresión — ¿Estás de coña?

—No, Ash, y hasta aquí llegó esta conversación —miró se reloj— Tengo cosas que hacer. Ellos se alojarán en vuestra casa hasta que hayan completado el entrenamiento.

—No, Francis, espera...—pero ni siquiera se giró para verlas— ¡Mierda!

—Bueno, a nosotros tampoco nos hace mucha gracia —las tres miraron a el chico que había hablado, ni siquiera se habían detenido a mirarlos, solo hasta aquel momento— Si os sirve de consuelo, no queremos vuestra ayuda.

DEN OF VIPERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora