6×Confuso

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—¿Harry? —los ojos de Ashley se abrieron en asombro, y no dudó en soltar la puerta de entrada para lanzarse en brazos del chico— ¿Qué haces aquí?

—Kahlan me llamó —le sonrió Harry Shum ampliamente, y pasó dentro de la casa con dos maletas enormes adornadas con purpurina— Parece ser que me necesitáis, como siempre.

—¿Tu no estabas en Francia? —entonces fue Andy quien se acercó a saludarlo. Harry aceptó su gesto— Eso me dijeron.

—Sí, estuve en Francia, en Italia y en Moscú —se encogió de hombros— Pero ya echaba de menos a mis chicas preferidas.

—¿Piensas que nos creamos que dejaste a algún tío buenorro en Francia solo por nosotras? —Kahlan se acercó a él con pasos lentos, sin evitar sonreírle— Solo una gran suma de dinero te sacaría de tus adorados viajes esporádicos.

—Ah, Kahlan, pequeña insolente —la tomó de las manos para admirarla como hacía siempre, y terminó por abrazarla también— Como te he extrañado, zorra de mierda.

—Y yo a ti, marica resentida.

—Bien, me llamaste porque tenías una urgencia —hizo un gesto demandante, centrándose de pronto más en su trabajo— Me he traído herramientas suficientes. ¿Qué tengo que hacer?

•••

—Mírate —Harry sonrió mientras le arreglaba los mechones grises de pelo sintético a Kahlan— Pedazo de zorra mala, hasta con el pelo canoso te ves increíble.

Kahlan sonrió de medio lado, pasando sus dedos sobre las brochas que Harry había dejado en el tocador. Observó su reflejo y luego lo miró a él.

—¿Y para qué sirve tanta belleza? —sonrió con amargura— Yo solo soy el rostro de la muerte, la belleza no me sirve de nada.

Ella pudo notar que la mirada del estilista se entristecía un poco, pero como siempre, su humor salía a flote para salvar la situación.

—Dios es muy malo a veces, dando tal belleza a quien no sabe apreciarla. Yo con tu cara y tu cuerpo me habría dado un buen festín de rabos.

Kahlan no pudo evitar reírse— Como si no lo hicieras ya, mariquita.

—Ya, tienes toda la razón —Kahlan se tocó el pelo, con aquella peluca de pelo gris largo, y con esas lentillas azules parecía otra persona por completo— Y visto lo visto, tu hace mucho no te das un festín así, quizás es cierto que la belleza no lo es todo.

Kahlan puso sus ojos en blanco por el comentario del asiático. Se giró para mirarlo directamente, y no a través del espejo— ¿Tu que sabrás?

—Se más de lo que te imaginas, querida —se sentó en la cama y observó sus dedos con desdén— Se que Jensen no tiene mucho tiempo libre, y se también que tu actitud hace de repelente para cualquiera.

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