17×Sin Pensarlo.

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La noche estaba algo fría, y en aquella calle del barrio más bajo de la ciudad parecía intensificarse la sensación. La mezcla de tensión y pobreza podía poner los pelos de punta a cualquiera, ese lugar gritaba peligro en cualquier lugar.

Aun así, se había aventurado a acercarse en persona para observar a quien iba a contratar. Había aprendido que las cosas bien hechas son las que uno mismo hacía. Así que se acercó a aquel chico que fumaba apoyado en una farola con calma, como quien está en su puesto de trabajo.

El chico alzó los ojos hasta ella y frunció el ceño— ¿Qué quieres?

—Contratarte —dijo, corto y rápido, con el tono demandante que el momento exigía— Quiero que termines el trabajo que tus compañeros no pudieron.

El tipo se rió— ¿Quieres que trabaje para ti cuando mataste al último? Ni de coña. Lárgate.

—Te pago el triple —dijo, y el chico alzó una ceja, notablemente más interesado en lo que le estaban diciendo— Confío en que tu seas menos inútil, además, ahora tienes a Ashley a tiro. Está herida, no podrá defenderse.

Él se negó— Francis no va a dejarla desprotegida.

La otra persona sonrió macabramente— Ella no es Kahlan, a Ashley no la va a cuidar igual, cree que con Ashton tiene suficiente.

El chico se pasó la mano por la cabeza, sopesando si era una buena idea aceptar el trabajo— No sé, ¿Y si está Kahlan?

—Te la cargas también y te pago diez veces más —se notó la euforia que la idea provocaba en su cabeza, intentó recomponerse y aclaró su garganta— No vas a recibir una oferta mejor. Yo te pasaré todos los detalles que necesitas. Tu solo tienes que apretar el gatillo y podrás salir de este barrio de mala muerte.

El chico le dio una última calada al cigarro antes de tirarlo al suelo y pisarlo— Está bien.

•••

—No quiero más —Ashley negó, cruzándose de brazos y quejándose de inmediato por el dolor de la herida— ¡Ay! Mierda.

—Ash, tienes que comer —Ashton negó, llevaba unos largos minutos intentando hacer que ella desayunase todo lo que la empleada le había preparado, pero ella se negaba— Estás tomando medicamentos fuertes, tienes que estar bien nutrida.

Ashton movió la mano por la mesa dispuesto a tocar el plato de la rubia donde estaban las tostadas para hacerla comer, como las otras tres veces anteriores. Ashley no tenía pensado permitir eso y en un abrir y cerrar de ojos había tomado el cuchillo de plata y lo había clavado en la mesa a apenas un centímetro de su mano.

El chico se quedó congelado. La miró con los ojos como platos, provocando que ella quisiera reírse, pero aun así se contuvo.

—He dicho que no quiero más —protestó de nuevo— Quiero alcohol. Tráeme una cerveza.

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