11. Alexis

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-Doctor pero..- fui interrumpida por aquella voz gruesa.
-Llámame Daniel- me regaló una buena sonrisa.
Él siguió caminado, con los brazos cruzados, mirando aquel estante donde buscaba seguramente otro libro.
-Pensé que recuperarías la memoria- dijo suave pero rápido.
Me quedé pensando, ¿Qué era lo que decía?, estaba realmente confundida y no sabía qué responder ante eso.
Daniel se echó a reír sacando otro libro un poco más grueso que el anterior.
-¿Te acuerdas?- me extendió este, lo tomé de las dos manos y empecé a hojear entre sus páginas, el contenido neto eran palabras, palabras que pensé que recordaba, pero eso era absurdo.
-No sé lo que está diciendo- no quitaba la mirada de aquel escrito, tocaba las páginas con delicadeza, tratando de entender todo esto.
-Tú sabes perfectamente de lo que hablo, en algún momento tenías que estar de vuelta- se sentó de nuevo en su asiento y abrió el cajón donde había sacado los papeles.
-Eres muy querida aquí Shaden, este fue tu segundo hogar.
No, no, no, ¿Porqué yo estaría aquí? Me están jugando una broma, no entiendo nada, nada concuerda.
Me puse de pie un poco alterada mirando los libros que yacían en el escritorio.
-Esto es imposible- dije manteniendo la mirada con el doctor para dar media vuelta y marcharme del lugar.
-¿Te acuerdas de Alexis? Es mi hijo.
Me paré en seco, ese nombre, esa persona, esto no puede ser.
-¿Cómo...- mis labios titubeaban, las palabras no salían.
-Shaden, esto no es un juego.
Alexis, ¿cómo olvidarlo? Si es mi mejor amigo, ahora no sé nada de él, pero me siempre me apoyaba, iba en mi mismo colegio, creo que se había mudado, no me dijo porqué ni a donde pero estoy segura de que no muy lejos. Tengo pocos recuerdos buenos de más chica, algunos son confusos y otros simplemente no están.
-No me crees, ¿verdad? Pues ven.
Mis pies se movían solos, me acercaba más y más, la curiosidad era grande, muy grande. Daniel marcó un número en su celular para después pasármelo, yo lo tomé con confusión, me lo coloqué en la oreja y escuché unos pitidos pero porfin contestaron

"-¿Hola? ¿Papá?-" Claramente su voz había cambiado pero seguía la paz que siempre conservó.
Lágrimas salían de mis ojos deslizándose en mi mejilla, me sentía feliz de escucharlo, tanto tiempo, esto es irreal.
-Alexis, soy Shaden- lo único que pude decir por la impresión.
-¿Shaden? Pero...- no a completó la frase, no se escuchaba nada.
-Alexis, yo... Tantos años...- no sabía que decir, sólo quería que estuviera aquí y abrazarlo.
-Espera, no te vayas, voy para allá- repentinamente colgó, pareciese que leía mis pensamientos, me puse feliz pero en el momento que voltee a ver a Daniel la sonrisa que se marcaba en mi rostro se desvaneció en seguida, la vista se hacía borrosa y mis pómulos se sentían fríos; ni una lágrima salía de mis ojos, con la manga de mi suéter limpié los restos que aún permanecían y finalmente cerré mis ojos para encontrar algo de tranquilidad, el ambiente se había vuelto muy pesado, mi cabeza empezaba a dolerme.
Sentía la mirada fija en mí, no me importaba, sujeté mi cabeza con mis dos manos. Un manojo de sentimientos llegaron, sentía tantas cosas y sólo recordaba poco. De poco a poco las palmas de mis manos se mojaban con pequeñas gotas que salían amargas, necesitaba a alguien, que me explicara todo esto, por más que intentaba darle una explicación a esto no encontraba nada, me negaba a lo que estaba pasando. Me rindo.

-Necesito la historia, y no quiero rodeos- despegue mi cabeza para mirar al doctor seria, me acomodé en mi lugar y limpié mi cara.
-Eso no te lo puedo decir yo- dijo sin más.
-¿Porqué? ¡No es justo! Esto me está confundiendo, tengo muchas, miles de preguntas y sé que usted puede responderlas.
-Tú tienes las respuestas, tú sabes porqué estás aquí, Shaden ¿no te das cuenta? Se me hace increíble que a tu edad aún no recuperes la memoria por completo, los diagnósticos fueron incorrectos entonces. -sacó de un folder Amarillo unos papeles.
-Léelos, con calma porfavor, mientras iré por un café.- me dio unas palmaditas en la espalda para después marcharse por la puerta delantera.
Tomé los papeles, y empecé a leer.

"Nombre: Hernández Navarro Shaden.
Paciente de trece años de edad en estado de fuga o fuga disociativa. Presentada con varios golpes en la parte del cráneo y en todo el cuerpo. Recuperación rápida. Mantener en observación por sesenta días con relevo."

¿Qué? ¿Estado de fuga? No entiendo absolutamente nada, ¿Golpes?

-La fuga disociativa se refiere a un estado de amnesia, la paciente a veces no recuerda partes de su vida o cambia de personalidad frecuentemente- Dijo frío mientras tenía la cabeza gacha.
-Pero... ¿Cómo pasó?
Hizo una sonrisa de lado y juntó sus manos sobre el escritorio.
-eso es lo que quiero que recuerdes, te vez muy bien para estar aquí.
Le di los papeles, que llevaban fotografías mías de la recuperación, era increíble no poder acordarme de algo tan fuerte.

Los dos nos encontrábamos sentados sin decir nada, yo miraba la ventana pero él no me quitaba la vista de encima, no era algo incómodo porque yo estaba sumergida en mis pensamientos y todo a mi alrededor se esfumó. Tocaron a la puerta algo desesperado haciendo que yo volteara y Daniel se levantara de su lugar y con paso apresurado abriera, dejando ver la figura de una persona aproximadamente de su altura, de piel morena y cabello corto, con unos lentes grandes de marco negro. Esa persona. Ese gran amigo. Alexis.

Nos abrazamos por no sé cuánto tiempo, pero vaya que fue mucho, el tiempo no fue un problema, no tenía ni la más remota idea de donde se encontraba mi madre pero eso ya no importaba ahora. Me contó sobre su trabajo y su preparatoria, tenía problemas con algunos de sus maestros pero al parecer a él no le importaba; yo sólo escuchaba y respondía, mi vida era la misma, seguía el mismo rumbo como antes, o eso creía antes de venir aquí. Intercambiamos números telefónicos y me dio su dirección para cualquier cosa que necesitara y yo gustosa le agradecí. El hasta pronto acompañado de un par de lágrimas de las dos partes y muchos abrazos no faltaba.
Justo cuándo él se despedía entró mi mamá seria a la oficina; contenta saludó a Alexis y le preguntó un par de cosas.
Nos fuimos a la par, en el camino se oían algunas risas.

Cuando él ya no estaba con nosotras nos regresamos al departamento, me encerré en mi habitación y me dejé caer en mi cama con mis extremidades extendidas a lo largo de esta, el techo ahora era mi vista principal, cerraba a ratos mis ojos, no me sentía cansada, al contrario, la intriga me estaba matando; no quería cuestionar a mi madre de esto, como siempre, me habla mucho pero no me dice nada así que no quería perder el tiempo. Daniel, me decía que sólo yo podía descifrar todo esto, pero no entiendo como y al parecer nadie podría ayudarme. Daba vueltas en la cama hasta que sin darme cuenta me quedé dormida.

"-¡NIÑA! ¿DONDE ESTÁS?- gritaba un hombre con poderosa voz y gran presencia.
Una niña se escondía en un mueble del cuarto de huéspedes, en silencio, cautelosa y atenta a los sonidos.
-¡NO TE VAS A ESCONDER POR SIEMPRE!-exclamaba aquel hombre con puños formados en sus manos.
Abrió la puerta de aquella habitación solitaria, con olor a humedad y tablas viejas por todos lados.
La niña, al oír el puertazo abrió sus ojos más, todo su cuerpo temblaba, las ganas de lloriquear no faltaban, pero tenía que resistir, resistir todo lo que podía. El hombre callado, atento al igual que la pequeña, miraba hacia todos lados, sabía que estaba ahí ¿En qué otro lugar? Si ya había recorrido toda la casa, menos esa pieza.
-Te encontré- susurró por última vez."

.Personaje dedicado.

Sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora