12. El Parque

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La alarma me despertó como casi todas las mañanas pero no me levanté si no diez minutos después, no quería ir al colegio; una punzada en mi cabeza se hacía notar y unas ojeras inmensas se formaron debajo de mis ojos. Salí del cuarto para saludar a mi madre que ya tenía comida en la mesa, me senté y tomé un tenedor para devorar lo que había en el plato.

-Hija, ¿cómo te sentiste ayer?- cruzó sus brazos sobre la mesa.

Masticaba lento. No respondí.

-Bien- Se levantó y se fue mientras mi mirada estaba fija en la comida.

Me colgué mi mochila y jalé un suéter cualquiera para después irme del departamento. Caminé hasta la parada del autobús y esperé.

El colegio se sentía diferente, he faltado mucho, espero que no haya problemas; Mich y Ale no sé donde se encontraban, tal vez aún no llegaban. Saqué un cuaderno al azar, abriéndolo en una parte limpia para empezar a dibujar. Habían pasado cinco minutos ya y el aula se empezó a llenar de personas y junto a ellas el ruido escandaloso; por mi parte seguía haciendo patrones en mi cuaderno.

Alejandra tocó mi hombro cuando llegó dándome una cálida sonrisa; la saludé de igual manera.

-¿Dónde has estado?- Se sentó atrás de mí.

-Pues... digamos que mi vida dio un giro total.

-Me tienes que contar todo entonces- abría los ojos muy grandes y su sonrisa se ensanchaba.

-No, es un secreto- negaba con la cabeza junto con una sonrisa en mi rostro.

Enseguida se nos unió Michelle.

-¡Oye! ¿Has estado enferma o algo? Un día estás y al otro no- Mich se sentó a mi lado y nos saludó.

-Ay chicas, es culpa de mi madre; eso es todo- cerraba mi cuaderno pero no lo guardé.

No dije nada de lo que había estado pasando en los últimos días, tampoco volví a tocar el tema, más bien intentaba estar al tanto de todo lo que me había perdido. Eduardo hablaba con nosotras a ratos, era buen tipo, me cayó bien al final de cuentas.

...

-¿Porqué no llegaste a la primera hora?- preguntó Alejandra manteniendo la mirada al pizarrón para que no sospecharan que estamos hablando.

-Me quedé dormida, ya te conté- pasaba las hojas de mi cuaderno, lentas, hasta encontrar una en limpio.

-¿enserio te dijeron eso?- preguntó extrañada.

-Sí, ayer fue un día rarísimo. Pero... ¿te conté de Alexis?

-¿Tu amigo? ¿El que se mudó? ¡Claro que me acuerdo!

-Pues, es el hijo del doctor que ayer fui a ver.

Su cara giró lentamente a verme, con los ojos grandes y la boca abierta; me dio miedo por un segundo.

-¿Qué?- exclamó a lo alto.

-señoritas, silencio por favor- regañó la profesora. Me reí.

-¿Qué?- dijo casi inaudible.

-Como lo oíste- contesté de igual forma.

Al mismo tiempo Ale y yo giramos nuestras cabezas hacia el frente, dada por terminada la conversación (por ahora).

A punto de terminar la clase sentí mí celular vibrar en el bolsillo del pantalón, lo saqué de inmediato notando que era un mensaje de rosa, lo abrí y proseguí a leerlo:

"Te veo a las 4, lleva tu cámara"

¿Mi cámara? Uh, hace mucho que no la saco porque pensaba comprar una digital, pero salieron unos problemas, en fin, me parecía buena idea; además, me da buen tiempo para ir a mi casa.

Sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora