Tenía que contestar, desaparecí de la habitación sin dejar una explicación.
-Vaya... Filis- respondí cuando tomé aire y fui valiente.
-¿Dónde estás? Me he despertado y no estabas- fue al grano, no quería perder tiempo.
Decidí no mentirle, además me daba igual.
-Me fui de allí. Me desperté y no pintaba nada allí-
-Pero... ¿y lo de anoche?- me preguntó con un tono algo decepcionado.
-Un polvo simple- respondí justificando mi huída de esa mañana.
-¿No ha sido nada más?-
-No, y con tu permiso voy a dormir-
Colgué sin despedir y sin dejarle hacerme alguna cuestión más. Mi almohada me llamaba, quería dormir en mi cama.
Cuando me dispuse a dormir me llegó un mensaje de Becky: 'Florián. Te paso a recoger a las 18:00'
Me entró mucha rabia. Ir a hacer un trabajo a Florián requería ver a Filis y por mí ya lo daba por muy visto... demasiado.
No pude dormir, ni siquiera cerrar los ojos. La culpabilidad me abría los ojos y el arrepentimiento me los mantenía descubiertos.
Me puse a dar vueltas por aquellas 4 paredes. Crear caminos sin destinos.
Me sentía mal conmigo misma así que para guiarme en ese momento mirarme en el espejo me despejaría.
Pegué 2 zancadas y me coloqué delante de él. Mi reflejo salió de inmediato, me lavé la cara para despejarme y pensé:
"Toda la culpa es de Marc. Si no se hubiera drogado tanto yo no estaría trabajando para Florián ni me habría acostado con Filis ni me sentiría culpable"
Exploté. Empecé a derribar cosas, la ira se apoderó de mí. Toallas, pañuelos, cepillo de dientes, cajones, estanterías, cremas, champús... todo tirado por aquel frío suelo y víctimas de mi furia.
Miré al suelo y diversos objetos arrojados tapaban mis pies. Mi respiración estaba nerviosa y decidí reflejarme de nuevo.
Yo no sentía que lloraba, pero de mis ojos caían diversas lágrimas de mismo color y tamaño, pero de una en una.
Me apoyé en una pared, me arrastré en ella hasta llegar al tope que era el suelo y seguí haciendo lo empezado: llorar.
Cada lágrima me aportaba un poco de sueño y me empezaban a pesar los ojos. Aquel brote me hizo dormir allí mismamente.
Paz en mi cerebro y gloria para mi cuerpo, estuve durmiendo como un bebé.
Pero en medio de mi descanso mental algo me movía de izquierda a derecha, me estaban agitando mientras repetían mi nombre en voz alta y con miedo.
Abrí levemente los ojos y vi a Edu con cara muy preocupada.
-¡Basta!- grité al ver que no dejaba de removerme como una maraca.
-Menos mal, he visto el baño así y pensé que te había pasado algo-
Acto seguido me abrazó, realmente se había asustado.
Rodeé los ojos y dejé que terminase el gesto de cariño.
-Bueno... recogeremos esto juntos más tarde, ahora si quieres te doy 10 minutos para arreglarte. Te llevo a un buen sitio-
Que cada vez se portase mejor conmigo me hacía sentirme aún peor. Esperaba que me llevase a un manicomio, era donde yo en ese momento debía estar.
ESTÁS LEYENDO
Подростковая литература
Por culpa de aquella maldita persona me metí en las drogas. Por culpa de las drogas me metí en problemas aún más graves. Por culpa de todo esto ya no sé quien soy. Yo, Leila Reina, me mudé sin saber a donde me llevaría aquella mudanza. De una niña...