-¿No vas a cogerlo?- sonó la voz de Becky a mi lado.
¿Una llamada desconocida? No podía traerme nada bueno. Así que lo dejé sonando hasta que colgó.
Para romper el silencio mi compañera de viaje me dijo:
-Bueno... ¿Qué harás con el dinero?-
En mi mano izquierda tenía mi recompensa cual perro que hace un truco bien hecho. Era dinero sucio, pero era dinero.
-No lo sé- respondí metiendo el dinero en el bolsillo para no verlo más. Me removía la consciencia. Ese dinero seguramente sea de un drogadicto desesperado por encontrar lo suyo, y habría robado para conseguirlo.
En la ventanilla observaba que el sol ya había caído, y al mirar el reloj de mi móvil pude ver que eran las 21:46.
-Leila, vamos a ver a Marc- me dijo una vez desviado el coche en dirección al lugar del hospital.
-¿¡Qué?!- ni lo había reflexionado, sólo que el nombre 'Marc' me hizo saltar -¡Sabes que no quiero verle!-
-Te jodes- me responde con su chulería y una sonrisa de... ¿venganza hacia mí? ¿Por qué? No lo sé, y era mejor no saberlo.
Me puse nerviosa. Que alguien me obligase a hacer algo que no quería me ponía atacada. Tenía que hacer algo, ¿hablar con ella? Era inútil.
-¡Becky da la media vuelta!- empecé a advertirle.
-¡Cállate y disfruta del viaje!- me respondió apretando más el acelerador. La carretera pasaba por mis retinas muy rápido, y eso me hacía estar más nerviosa, a empezar a dejar de pensar con claridad... a simplemente a actuar.
Cogí el volante y pegué un giro a la derecha. Becky empezó a gritarme pero no la escuchaba, estaba más ocupada esquivando a los pocos coches en carretera que nos pitaban. El coche empezó a girar y a dar vueltas. Yo me puse aún más nerviosa. 4 manos en un volante, un ambiente muy cerrado, lleno de gritos y de nervios,... y todo por mi culpa.
Becky me apartó las manos del volante. Me coloqué en mi asiento. El coche seguía descontrolado. Giro a la derecha, otro a la izquierda, vuelta completa, gritos de Becky, sudores fríos por mi frente... "Este es mi fin" llegué a pensar.
Pisó el freno con todas sus fuerzas. Consiguió pararlo. Suspiré fuerte para asegurarme de que seguía viva. Miré a Becky y ella hizo lo mismo.
-Ya sabes algo más de mí- respondí riéndome. Me había salido con la mía, asustarla. Arriesgando mi vida sí, pero valió la pena.
-¿¡El qué?! ¡¿Qué estás loca?!- me preguntó con sus ojos de asesina.
-¡Sí!- respondí dando un golpe a mi sillón –Ahora llévame a mi puta casa-
-¿O qué?- me dijo vacilándome para demostrarme que no me tenía miedo.
La miré de arriba abajo, y con un movimiento de mentón señalé al volante, lo cogí con la mano izquierda y en susurros amenacé:
-O a la próxima vez no salimos de aquí-
Me devolvió la mirada. Cogió mi mano, empezó a apretarla. Poco a poco fue acercándose a mí, y cuando nuestras narices rozaron me dijo:
-Hoy te libras- y seguidamente me mordió la mejilla.
Poco a poco me apretaba más, hasta que grité y la aparté empujándola. Pero eso fue peor, ya que tiró de ella con los dientes. Me empecé a acariciar el lugar, y la miré con cara extraña. Ella se empezó a reír y me dijo:
-¿No te lo esperabas? Qué pena-
Empezó a conducir, pero esta vez dirección a mi casa.
En el reflejo de mi móvil me miré. Tenía un morado y claramente parecía un bocado. Preferí no decir nada durante todo el camino, aquello me dejó sin palabras.
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Novela Juvenil
Por culpa de aquella maldita persona me metí en las drogas. Por culpa de las drogas me metí en problemas aún más graves. Por culpa de todo esto ya no sé quien soy. Yo, Leila Reina, me mudé sin saber a donde me llevaría aquella mudanza. De una niña...