Capítulo 10: '3 kilos de lejía'

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Suena la repelente y asquerosa voz de mi tía.

-¡Leila! ¡Un guaperas viene a buscarte!-

Me levanté corriendo y cogí mis cosas para poder irme tranquila, abro la puerta y bajo las escaleras así viendo a mi tía hablando con Edu.

-¿Te interesa mi sobrina?- dijo mi tía como si yo fuera un cerdo que se compra en el mercado.

-¡Tía!- grité para que Edu no respondiese, no fuera a ser que mi tía se riera de mí.

-¿Piensas volver a las tantas como siempre?- me preguntó vacilando y mareando el cigarro.

-¿Piensas dejar de ser una completa imbécil y una nicotina parlante?-respondí mirándole a los ojos.

No me dijo nada, solamente me devolvió la mirada y me cerró la puerta como si aquel lugar perteneciera a la gran doña Adolfa.

-Perdona, mi tía es muy idiota- le dije a Edu dándole una patada a la puerta para avisar a mi tía de que para humos ella, humos yo.

-No pasa nada, yo también sufro algo parecido. Mi padre se divorció de mi madre y tengo que soportar a las pendones que pasan por mi puerta y que van a por el felpudo de mi padre- me contó Edu.

-¿Y tu madre?- pregunté sorprendida.

-¿Mi madre? Viene una vez a la semana a cobrarle a mi padre la pensión y a ver como estamos, pero lo peor es cuando dicen los dos de hacerlo, entonces ya no sé si decir si están juntos o no-

Me empecé a reír, para mí la historia era divertida.

Una vez en su moto íbamos en silencio, a veces las palabras me estorban, otras las echo en falta pero aquel no era el caso.

Una vez estacionada la moto y bajados de ella me pidió explicaciones de la noche en la que me encontré a Marc de esa manera.

-Pues... es muy desagradable de contar, pero me desperté en una habitación a oscuras la cual se encendió. Anduve por el pasillo y al abrir la puerta del baño me lo encontré allí tirado cual colilla meada por perro-

-Vaya, eres muy mala haciendo comparaciones- me dijo para dar un toque de humor.

Subimos a la planta 7, habitación 731. Allí me encontré a una mujer que se parecía mucho a Marc. Una mujer muy delgada y alta, pálida como Marc y con un vestido muy elegante con unas joyas doradas. Cuando le miré a los ojos vi que los tenía como Marc, tendría que ser su madre seguro.

-Hola encantada, me llamo Estefanía, soy la mamá de Marc- me dijo la mujer con un pañuelo en la mano ya que estaba llorando. Lo raro es que no llorase, su hijo estaba en coma.

-Hola soy...-

-Leila, ya sé quién eres- me interrumpió aquella mujer –Marc me hablaba de ti, chica bajita con ojos verdes y braquets. Eres irreconocible.-

Edu no puso buena cara al respecto, tendría celos o algo, pero no me importaba en aquel momento.

Al fondo de la habitación vi a Becky llorando sobre Marc, era increíble, ¿Becky estaba llorando por alguien?

-¿Becky?- Para que preguntar si sabía que era ella.

-Madre mía Leila... Marc no está- dijo levantando la cabeza sobre Marc.

Me quedé callada, no quise decir nada, para alguno estar en coma es estar muerto, pero para mí es todo un descanso y una decisión que te hace la muerte elegir.

Estefanía sacó a Becky con ella de la habitación para poder despejarse, mientras tanto me senté en la cama. Noté el descanso que Marc estaba tomando.

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