Capítulo 3: La primera y extraña noche

62 3 2
                                    

Mi madre se levantó y se fue, así dejándome sola en esa enorme habitación. Miré por el balcón, y fue todo muy raro.


"Aire fresco es lo que necesito" pensé. Me puse mi camiseta de tirantes negra, mis pantalones cortos militares y mis deportivos simples. Aunque para simple yo pero me gusta serlo.


Cogí mi móvil. Ya que después de que un hombre me intentase coger... era mejor ir comunicada a todos lados.


Bajé esas escaleras que seguro que me iban a dar agujetas. Me perfumé, adoro oler bien, y dije: -Me voy- mientras le daba un beso en la mejilla a Greta, mi hermana.


-Pues ya que sales compra pan que no hay para esta noche- me dijo mi madre mientras tomaba a Greta. Metí las manos en los bolsillos y les di la vuelta, como para decirle que tengo más altura que dinero. Me tendré que reír yo también de mi altura ¿no?


Entonces mi madre gritó: -¡Alberto! ¡Dale 1€ a Leila!- ahora que la casa era muy grande tenía que llamar a mi padre a gritos.

Vino mi padre con una moneda y un marco de una foto. Me dio la moneda sin mirarme ya que seguro que era más interesante el marco que mi cara.


-Mira Cora- le dijo mi padre a mi madre señalando la foto. Ella puso cara de ternura mientras soltaba un: "aiins". Miré, una foto de Greta recién nacida y yo con una sonrisa mellada, dios, puta tortura de fotos. Salí por la puerta mientras decía: -Recortarme-


Bajé y Enrique me dijo: -¡Hola Señorita!- me acerqué a él, le cogí de la corbata y le dije juntando nuestras narices y robándole el alma con los ojos: -Escúchame bien, tienes algo malo, y muy secreto, tú y yo no nos vamos a llevar bien, te pillaré.- le solté de la corbata y sin mirarle me fui.


Podía oír como su corazón salía del pecho y como su mirada se clavaba en mi espalda.


Anduve durante 15 minutos. Dios esto está todo edificado y con mucha gente.


Me senté en un banco de la desesperación. Miré al cielo y dije: -¿qué sorpresa es la que tiene mi madre?- cerré los ojos y de repente vi a alguien que se paraba en seco delante de mí. "Joder" pensé.


-¡Chica nueva!- me dijo sentándose a mi lado sin preguntar.


-Edu, ¿qué?- le dije sin mirar a donde yo estaba mirando.


-Perdona mi mala educación de antes, es que de primeras no soy muy bueno, pero sí muy sincero.- decía mientras jugaba con las manos. Venga ya, en serio, que me dejase en paz.

Yo me limité a preguntar lo que deseo buscando: -¿una panadería por aquí?- pero podía verlo por mi campo de visión que sacó unas llaves y dijo mareándolas: -Por aquí-


Y le miré. ¿En las llaves de una forma rara hay pan?

Le dije: -Yyyya,... pan, quiero pan, no tu casa- Él se empezó a reír.

-No, ven anda- se levantó y podía oler la colonia que ya había notado antes. "Bueno... a lo mejor tiene una panadería".

-Y... ¿cómo te llamas?- me dijo mientras andábamos y yo le seguía.

 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora