Mi madre se levantó y se fue, así dejándome sola en esa enorme habitación. Miré por el balcón, y fue todo muy raro.
"Aire fresco es lo que necesito" pensé. Me puse mi camiseta de tirantes negra, mis pantalones cortos militares y mis deportivos simples. Aunque para simple yo pero me gusta serlo.
Cogí mi móvil. Ya que después de que un hombre me intentase coger... era mejor ir comunicada a todos lados.
Bajé esas escaleras que seguro que me iban a dar agujetas. Me perfumé, adoro oler bien, y dije: -Me voy- mientras le daba un beso en la mejilla a Greta, mi hermana.
-Pues ya que sales compra pan que no hay para esta noche- me dijo mi madre mientras tomaba a Greta. Metí las manos en los bolsillos y les di la vuelta, como para decirle que tengo más altura que dinero. Me tendré que reír yo también de mi altura ¿no?
Entonces mi madre gritó: -¡Alberto! ¡Dale 1€ a Leila!- ahora que la casa era muy grande tenía que llamar a mi padre a gritos.
Vino mi padre con una moneda y un marco de una foto. Me dio la moneda sin mirarme ya que seguro que era más interesante el marco que mi cara.
-Mira Cora- le dijo mi padre a mi madre señalando la foto. Ella puso cara de ternura mientras soltaba un: "aiins". Miré, una foto de Greta recién nacida y yo con una sonrisa mellada, dios, puta tortura de fotos. Salí por la puerta mientras decía: -Recortarme-
Bajé y Enrique me dijo: -¡Hola Señorita!- me acerqué a él, le cogí de la corbata y le dije juntando nuestras narices y robándole el alma con los ojos: -Escúchame bien, tienes algo malo, y muy secreto, tú y yo no nos vamos a llevar bien, te pillaré.- le solté de la corbata y sin mirarle me fui.
Podía oír como su corazón salía del pecho y como su mirada se clavaba en mi espalda.
Anduve durante 15 minutos. Dios esto está todo edificado y con mucha gente.
Me senté en un banco de la desesperación. Miré al cielo y dije: -¿qué sorpresa es la que tiene mi madre?- cerré los ojos y de repente vi a alguien que se paraba en seco delante de mí. "Joder" pensé.
-¡Chica nueva!- me dijo sentándose a mi lado sin preguntar.
-Edu, ¿qué?- le dije sin mirar a donde yo estaba mirando.
-Perdona mi mala educación de antes, es que de primeras no soy muy bueno, pero sí muy sincero.- decía mientras jugaba con las manos. Venga ya, en serio, que me dejase en paz.
Yo me limité a preguntar lo que deseo buscando: -¿una panadería por aquí?- pero podía verlo por mi campo de visión que sacó unas llaves y dijo mareándolas: -Por aquí-
Y le miré. ¿En las llaves de una forma rara hay pan?
Le dije: -Yyyya,... pan, quiero pan, no tu casa- Él se empezó a reír.
-No, ven anda- se levantó y podía oler la colonia que ya había notado antes. "Bueno... a lo mejor tiene una panadería".
-Y... ¿cómo te llamas?- me dijo mientras andábamos y yo le seguía.
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Genç Kurgu
Por culpa de aquella maldita persona me metí en las drogas. Por culpa de las drogas me metí en problemas aún más graves. Por culpa de todo esto ya no sé quien soy. Yo, Leila Reina, me mudé sin saber a donde me llevaría aquella mudanza. De una niña...