t e n .

513 77 11
                                    

Al moverme un poco en mi gran cama, siento que hay un cuerpo junto al mio. Asustado y alarmado me levanto de la cama de un salto, mareandome al instante por la cantidad de alcohol y drogas que tomé ayer.
Dejo escapar un suspiro de mis labios al comprobar que voy vestido del mismo modo para el que me preparé para la fiesta, pues sería completamente horroroso para mi haberme acostado con alguien, y que mi compañero de cama es Luke, el cual está completamente desnudo, a excepción de los calzoncillos. Incluso llego a entender que no estoy en mi casa, en mi habitación ni en mi cómoda cama, sino que estoy en la casa del rubio, en su habitación y en su amplia cama.

— Hay que estar jodido. – murmuro apretando mis sienes, tratando fallidamente de calmar el dolor de cabeza que siento.
Vuelvo a tumbarme junto a Luke para intentar volver a dormir y, desgraciadamente, vuelvo a fallar en el intento. Mi mente está en el largo proceso de recordar qué estupideces hice ayer mientras estaba en mi estado de ebriedad. El espacio borroso que se encuentra en mis pensamientos es claramente preocupante. Sé que soy capaz de hacer muchas tonterías cuando mis cinco sentidos se encuentran tan anulados como la noche anterior. Logro relajarme un poco al recordar que, quizás, Luke me controló un poco. Más sin embargo, no me relaja mucho ya que él es igual o incluso más pendiente del alcohol y las drogas que yo.

— Apaga la luz, mamá. – escucho al rubio decir con una ronca y tierna voz que me hace delirar. Ahogo una carcajada en mi garganta cuando me doy cuenta de que me ha llamado mamá. El hecho de que yo no haya tenido una buena madre no significa que él no la haya tenido, lo cual me hace sentir algo de envidia. Pero no por mucho tiempo, ya que tampoco la he necesitado.
Al igual que a Luke, la luz que entra por la ventana también me molesta, por lo que me levanto a bajar la persiana y que todo se quede oscuro de nuevo.

— ¿Michael? – susurra. Rápidamente me doy la vuelta, encontrándome con sus azulados, ahora perezosos, ojos.

— Dime. – pido, volviéndome a tumbar a su lado, aún con la potente luz penetrando el cristal de la ventana.

— ¿Cómo te encuentras?

— Podría encontrarme mejor. – río amargamente, volviendo a posar las manos sobre mis sienes.

— Lo entiendo, te emborrachaste y drogaste mucho.

— No recuerdo nada y es muy frustrante. Quiero saber si hice alguna gilipollez.

— Créeme, las hiciste y no te gustaría saberlo. – sonríe apartando la mirada de mis ojos hacia el suelo y levantándose de la cama, yendo a la puerta. – Ven, vamos a desayunar y hablamos mejor.

Sigo sus pasos y ambos salimos de la habitación. Yo mismo me dedico a admirar cada detalle de la gran casa de Luke, pues en las fiestas no lo solía hacer.
Llegamos a lo que es la amplia cocina y Luke, tras pedirme que me sentara, empieza a preparar el desayuno o almuerzo, casi puede llegar a ser la comida de hoy. Ya que son apenas las doce y media de la mañana.
Me soprende bestante que el rubio sepa cocinar, de hecho, parece el típico chico que apenas sabe freír un simple huevo o preparar una ensalada. Sin duda alguna, Luke Hemmings es un cajón lleno de sorpresas.
El muchacho cocina, por lo que puedo ver una vez ha dejado el plato frente a mi, ha preparado unos cuantos trozos de bacon, un par de huevos revueltos y incluso le ha dado tiempo a hacer un fresco zumo de naranja exprimida mientras yo estaba comiendome la cabeza en busca de recuerdos de la pasada noche.

— Deja de tratar de recordar todo lo que hiciste en la fiesta de ayer, solo vas a hacer que el dolor de tu cabeza sea mayor. – comenta observando como siquiera he dado un bocado de mi plato. Sé que tiene razón, tan sólo estoy consiguiendo aumentar mi dolor de cabeza, pero necesito urgentemente saber qué hice.

hypocrites ؛ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora