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04:08 a.m.

No podía dormir, mis padres no estaban en casa, no podía estar ahí, el silencio me tragaba entera, se comía cada milímetro de mí. Mis nudillos sangran, hace frío, cada vez que respiro el vaho sale por mi boca como humo.

No sé por qué he terminado sentada en este banco, hace unos días que no vengo, no es un lugar seguro si está él. Tengo miedo de que descubra cualquier cosa de mí, algo que le haga ver cómo soy. A nadie le gustaría saber que estoy llena de dolor, que grito hasta quedarme sin voz, que lloro hasta quedarme dormida, que hay veces que ni siquiera duermo pensando que el simple cansancio me matará de una vez por todas. A nadie le gustaría conocer a una chica como yo. Destructiva.

05:46 a.m.

Giré la esquina para confirmar que ella estaba en el banco. Hace seis días que no viene, yo si he venido, la he esperado. Por su cara de horror al verme, esto no se lo esperaba. Su pelo está perfectamente despeinado, como si un huracán le hubiera pasado por la cabeza. Lleva una cazadora negra, al igual que sus pantalones y sus zapatillas, todo en ella es negro.

—¿No podías dormir? —pregunto educadamente. Ella asiente y sigue mirando hacia el frente, sin darme una triste mirada.

Me siento a su lado y miro justamente en la misma dirección, sin ver nada, sólo negro. Sonrio al pensar que no es nada raro en ella.

—¿Hacia dónde miras exactamente? —pregunto sin dejar de sonreir.

—La oscuridad. —susurró sin apartar la vista.

06:50 a.m.

Ella lleva unos cuantos minutos dormida, y juro por Dios que es lo más hermoso que he visto en mi vida, es vulnerable, mirandola dirías que ella puede amar, que puede reir, llorar de alegría, sonreir, pero te das cuenta que lo que queda de esa persona vulnerable al despertar es poco, termina siendo nada.

08:12 a.m.

Joder, llevo mirándola dos horas dormir.



Daño colateral.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora