02:06 a.m.
—Juro que estoy intentando hacerlo lo mejor posible, pero ya no respirar y cada segundo que sigo viva siento que me hundo. —dijo ella entrando por la puerta de mi casa, las lágrimas caían por su cara y parecía asustada—. Son las dos de la mañana, tengo frío y todo está muy borroso, lo único que pensaba era que tenía que estar contigo, lo siento. —no sabía que necesitaba oír eso hasta que ella lo dijo, abrí mis brazos y ella se tiró hacia ellos como si fuera un reflejo.
La guié hasta el sofá y nos sentamos, por suerte mis padres no estaban en casa, se habían ido a cenar, como todos los sábados. Aless se sentó y se secó las lágrimas con las mangas de su abrigo, su pelo casi negro estaba suelto y puesto detrás de sus orejas, dejándo ver su perfecta piel blanca y su nariz y ojos rojos de llorar. Cogió aire y cerró los ojos fuerte, como si le costara hablar.
—Lo siento, es sólo... es sólo que las cosas se están poniendo feas otra vez. —su voz estaba rasgada—, lo siento, no quería molestar, no quiero molestar. Creo que debería irme, no sé por qué he venido. Soy patética, lo siento. —se levantó, se limpió la nariz y puso una sonrisa falsa que fue como un puñetazo— Estoy bien.
Me levanté y la encaré.
—No, no puedes, no puedes hacerte esto, los ataques de ansiedad son lo peor, porque a veces no tienes ni idea de por qué estas llorando o enfadada y empiezas a pensar en todo lo que está mal en tu vida y todo lo que no puedes controlar, y lloras, pero no te das cuenta de lo que te haces a tí misma, porq...— sus labios chocaron contra los míos como si fueran el aire que necesitaba respirar y yo con mucho gusto hice lo mismo.
—¿De dónde has sacado eso? —dijo separandose.
—Observandote. Podría hacerlo todo el tiempo sin cansarme ni siquiera un poco.
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Daño colateral.
RomanceTodo empezó con unas miradas, y aunque sólo sabía tu nombre y tú ni sabías el mío, terminamos en el mismo banco. El primer día que hablamos, no fue amor a primera vista, me enamoré de tí gradualmente, tu personalidad, tu voz, tu pelo, tus ojos...