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-Mierda mis padres. Van a llegar en menos de diez minutos. Vístete. -dijo tirándome la ropa a mi regazo. Me empecé a poner los pantalones cuando se oyó un motor.

Miré a Isaac y él ya se había vestido, a mí me quedaba mucho todavía. Miré hacía la cama y él lo hizo unos segundos más tarde. Sonrió y miró hacia la ventana.

-Oh mierda, están aquí. Necesitamos tiempo. Mierda, mierda, mierda. -dijo acercándose a mí.

-¿Quieres que me vaya? -le pregunté, no quería irme aunque sería incómodo. Él frunció el ceño.

-¿De qué hablas? No, no te vas, voy a avisar a mis padres. Haz la cama mientras yo los distraigo y luego bajas, ¿vale? -dijo con una sonrisa en la cara.

-Vale. Véte. -dije al oír la voz de la que supuse que sería su madre.

Me volví hacia la cama y la hice con cuidado, quitando las que más manchadas estaban. Todavía oía sus jadeos y la piel se me ponía de gallina.

-¿Vas a bajar conmigo o sigo mirándote recordar todo? -oí su voz detrás de mí, sonreí y me giré.

-Quieres que lo recuerde. -dije acercándome hasta la puerta para verle mejor. Él mostró su sonrisa y me dio la mano.

-Gracias. Gracias por esto. Gracias. -dijo abrazándome y basándome la cabeza.

Daño colateral.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora