CAPÍTULO 5

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"Es una canción de cuna..."

-Lucille Sharpe.

*****


Un piano de cola dominaba el centro de la sala de estar de la mansión McMichael. El sol se abría paso tímidamente entre los pesado cortinados de los ventanales.

Virginia levantó con cuidado la pesada tapa y estudió las teclas con detenimiento. Blancas y negras. Acomodó la falda de su vestido azul noche y se sentó frente al piano. Respiró profundamente y sus largos dedos se deslizaron por el teclado. "Es una canción de cuna -susurró Lucille en su oído- solía cantársela a Thomas cuando éramos niños... Tócala para nosotros, Virginia". Y Virginia abrió los ojos y comenzó a tocar las notas de esa canción de cuna que nunca había escuchado pero que le resultaba tan familiar.

Un escalofrío erizó la piel de Edith cuando las notas llegaron a sus oídos. Quedó paralizada con el recuerdo de la primera vez que había escuchado esa melodía, en aquella fría sala, en aquella fría mañana, en un pasado remoto. Como pudo caminó desde la biblioteca hacia la sala de estar y allí vio a su hija ejecutar el piano que jamás había tocado. Su acelerado corazón hizo que se sintiera mareada y una punzada atravesó su estómago.

- ¿Qué... haces? -apenas pudo preguntar.

- Toco el piano, madre -contestó la joven con voz monótona y sin levantar la vista.

- Esa... pieza... musical... -dijo casi llorando, aterrada porque ya había vivido esa misma escena.

- Es una canción de cuna, madre -murmuró al voltear la vista hacia Edith. ¿Acaso sonrió? ¿Virginia le había sonreído con una mueca funesta? Sintió su cuerpo quedarse sin huesos.

Los dedos de Virginia parecían flotar sobre el teclado y su mirada volvió a perderse en algún lugar de la habitación. Ejecutaba aquella pieza de memoria, como si toda su vida la hubiese oído, como si toda su vida hubiese tocado el piano. Pero jamás había sucedido nada de eso.

- ¿Cómo es posible? -dijo Edith casi para sí misma, sus labios pálidos y secos se tensaron.

La intempestuosa entrada de James interrumpió la escena. Virginia sacudió la cabeza y miró extrañada el piano. Volteó y vio a su madre con una mueca de horror congelada en su rostro. A su lado, James la miraba extrañado, fascinado por haber descubierto a su hermana haciendo algo que criticaba en sus pares. Virginia se levantó bruscamente y cerró la tapa del piano.

- Iré a mi habitación... si me disculpan. Necesito escribir -dijo mientras pasaba entre su madre y su hermano.

Una fracción de segundo le llevó a Edith descubrir el delicado roce de la mano de Virginia en el hombro de James.

La habitación quedó en silencio. Edith quedó aterrada.

***

La mansión permanecía en silencio. Edith subió las escaleras con cautela, como esperando encontrar a un fantasma arrastrándose por algún lugar. Escuchó con más atención. No había gemidos, ni crujidos, ni sombras. Sólo el silencio y el sonido de su respiración agitada.

Virginia había ido hasta la biblioteca en busca de inspiración para sus cuentos. Tardaría dos horas seguramente. Siempre lo hacía. Virginia escribía mucho, se encerraba por horas y días pero nunca nadie había leído nada de lo que escribía. Ni siquiera James, estaba segura de eso porque su hijo nunca había hecho algún comentario al respecto. Quizá James no tuviera el tiempo suficiente para leerlos, con sus flamantes dieciocho años se había puesto a la cabeza de los negocios familiares y aprender esa tarea demandaba tiempo. Entonces dudó, tal vez fuese un secreto entre ellos. Pero si así era, ¿por qué mantenerlo en secreto? Llegó al final de la amplia escalera de mármol sin darse cuenta, su imaginación había vuelto a dispararse como a sus veinticuatro años.

Entró a la habitación de Virginia. Pulcra hasta la exasperación. Nada estaba fuera de su correcto lugar. Todos sus libros prolijamente ordenados por temas. Sobre un costado del lugar el pequeño escritorio recibía la luz de la tarde. Se acercó. Varios cuadernos en blanco y apilados sobre una esquina. A su lado un preciosa caja de madera caoba y una mariposa pintada sobre la tapa. No recordaba la caja. Se acercó un poco más. No. No era una mariposa. Era una polilla. ¡Una polilla!

¿Cómo es que nunca había visto esa caja? ¡Una polilla! Como las que brotaban de aquellas paredes heridas y oscuras.

No podía quitar la vista de esa pequeña pintura, era tan real que habría jurado ver el aleteo del insecto. Instintivamente puso una de sus manos sobre el pecho, tratando de impedir que su corazón se escapara de su pecho. ¡Una polilla! Caminó hacia atrás torpemente. Trastabilló. El taco de su zapato arrastró la punta de la alfombra que se encontraba al pie de la cama dejando al descubierto una pequeña bisagra.

Miró más de cerca, confundida. Con cuidado retiró la alfombra. Allí estaba. Una abertura en el piso de madera con una tapa hecha del mismo material. De un lado dos pequeñas bisagras. Del otro, una pequeña hendidura que permitía levantar la tapa.

¿Por qué sentía tanto miedo? Levantó la tapa.

¿Por qué no sabía de su existencia? ¿Cómo es que nadie le había dicho acerca de eso?

Era un hueco en el entre techo. Oscuro y no muy profundo. Metió su mano y sacó un paquete envuelto en una brillante tela roja. Se arrodilló en el piso y abrió el paquete. Dentro había un cuaderno y varias hojas escritas prolijamente. Abrió el cuaderno y vio los dibujos.

Un cráneo. Una pelota roja. Unas oscuras escaleras. Una taza de té. Varios cuchillos. Polillas. Mariposas. Moscas. Un pálido rostro herido ¿Thomas?. Un barandal roto. Un fuego que casi se extinguía. Unos largos y esqueléticos dedos sobre un teclado. Un brillante anillo rojo. Polillas. Mariposas. Moscas. Moscas. Mariposas. Polillas.

Arrojó el cuaderno y se arrastró hacia atrás. Alejándose del pasado que volvía a gritarle que allí estaba, frente a ella. Comenzó a llorar. Su cuerpo se sacudía por los espasmos.

Pero el pasado no era lo único que estaba frente a ella. Las hojas prolijamente escritas descansaban sobre la brillante tela roja. ¿Una historia? Las tomó y comenzó a leerlas.

No. No era una historia. Eran cartas.

Eran cartas de Lucille Sharpe a Virginia.


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Gracias por leerme... seguimos en contacto.

Próximo capítulo: 28 de noviembre.

¡Qué lo disfruten!


REGRESO A ALLERDALE HALLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora