9. Despertares

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Despertarse junto a su cuerpo fue una forma enormemente eficaz de pararse el corazón. Klaus yacía a su lado, respirando suavemente mientras ella contenía el aliento tratando de que ningún movimiento traicionase el hecho de que se encontraba despierta. La luz del amanecer doraba resbalaba por la piel del norteño y Aideen se permitió acariciarle con la mirada, ignorando la voz al fondo de su cabeza que sugería usar manos en vez de ojos y sorprendiéndose al obtener un recordatorio visual del grado de desnudez de su acompañante. La cercanía de sus cuerpos era suficiente para contar las hebras que conformaban el suave vello rubio de su torso, suficiente para apreciar la forma en que una pequeña trenza se deshacía surcando el lateral de su sedoso cabello, suficiente para que la calidez que inundaba su piel amenazase con ser perceptible para él.

Tragó saliva y observó a sus dedos moverse por los cabellos ajenos, recolocando mechones con delicadeza, como si tratase de desviar el curso de un río de oro. Una súbita sensación en la boca del estómago la alertó de que algo había cambiado, miró con alerta el rostro masculino pero nada indicaba que hubiera despertado, la respiración era constante, sus párpados estaban cerrados y estaba casi segura de estar inventándose un leve movimiento en la comisura de su boca. Devolvió su atención a las ondas de cabello y no había terminado de enfocar la mirada cuando se reprendió por ser tan ingenua, levantó con fastidio el rostro encontrándose con los ojos azul oscuro. Klaus estaba despierto.

— ¿Disfrutáis del tacto de mi cabello, mi señora? —inquirió con la voz pastosa y la mirada burlona.

—Si. —respondió pausadamente mientras trataba de buscar una respuesta decentemente mordaz—. Aunque hubiera preferido que fuese más basto, así me sería más fácil enredar mis dedos en él y pegaros un buen tirón para despertaros.

—Debo confesaros que encuentro poco agradables vuestros métodos para despertar a un hombre—comentó, claramente viendo a través de su pequeña mentira.

—Y yo debo confesaros que no están alejados de vuestros métodos para meter a una mujer en el lecho—protestó huraña.

Klaus soltó una carcajada y le dedicó una mirada cargada de intensidad y una sonrisa llena de hambre, se situó sobre ella con soltura, apoyándose sobre sus codos para no aplastarla y jugueteando con sus mechones pelirrojos con una mano mientras deslizaba los dedos de la otra por sus clavículas.

—Sois la primera mujer en quejarse de mi forma de llevarla a la cama. Pero —la provocó, susurrando gravemente sobre su garganta, erizándole la piel—la verdad, mi druidesa, es que se me ocurren mejores formas de despertar a alguien.

—Deberíais mostrárselos entonces a alguna de esas mujeres que tan poco se quejan—adujo, tratando de tragar saliva sin que él notase su estado.

— ¡Oh, no! Creedme, ninguna de ellas estaba necesitada de medios para ofrecer un buen despertar. Desde luego ninguna como vos.

—Si no os gusta como despierto quizá no debierais dormir conmigo.

—Buen intento—concedió jovial, deslizando su nariz por la sensible línea entre su garganta y su mandíbula— pero mantengo mi postura de anoche.

—Anoche estabais más lejos —protestó con voz ahogada.

Se odió por sonar suplicante pero la realidad no distaba mucho de ello. Sentía la respiración rota, el vientre ardiendo y las manos temblando por la necesidad de acariciarle. Se obligó a encontrar algo de saliva que tragar en el desierto que era su boca mientras intentaba recordar si había habido algún hombre capaz de hacerla sentirse así y por qué no debía entregarse a él. No es como si fuera su primera vez ni mucho menos que se reservase para nadie, le bastaba la forma en que sus dedos la tocaban para saber que un encuentro con Klaus superaría todas sus experiencias y probablemente todas sus fantasías, pero algo le decía que esta no era la manera adecuada. Estaba tratando de volver a la realidad cuando le notó sonreír y menear la cabeza divertido, un instante después se incorporó y dirigió sus pasos hacia una pequeña jofaina con agua para lavarse el rostro.

Hiedra y Acero [Serie Incursiones Vikingas #1] [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora