24. Revelación de intenciones

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Tres días. Había dejado pasar tres días como quien dejar pasar la corriente frente a sus ojos. Había reflexionado, por supuesto, había conversado con su hermano, con Svana, con Bjorn, con Erik y hasta con Gìsla. Había recibido bromas, consejos, promesas de amistad y amenazas juguetonas pero no estaba ni un poquito más cerca de pronunciarse a pesar de haber tomado una decisión.

Aedan tenía razón: No había futuro para ella en Èire pero podía haberlo en Kaupang. Lo que en su hogar habían sido sueños para gentes de otros tiempos en el Norte se habían convertido en una realidad, todas sus ambiciones, sus deseos, sus habilidades, todo cuanto la hacía ser ella misma se veía aceptado y premiado en aquellas tierras cuyos habitantes había temido no tanto tiempo atrás. Empezar una vida tan lejos de sus seres queridos y todo lo que había conocido no resultaba precisamente indoloro pero ahora estaba segura de que volver a Èire supondría un error que lamentaría el resto de sus días.

¿Por qué dudaba entonces? Retrasar su plan no tenía sentido, a pesar de haber decidido que ella iba a quedarse Aedan no tenía por qué esperar hasta la primavera para volver y podría ahorrarles a todos semanas de tensión y sufrimiento. Quizá fuese porque cada día de espera suponía robar unos momentos más con su hermano, porque la idea de despedirle en un bote para no volver a verle se le hacía tan insoportable como la de subir con él, o quizá fuese porque no se sentía capaz de enfrentar semejante cambio. Había averiguado lo que quería hacer con su vida pero lo que aquello implicaba suponía tomar unos riesgos y unas responsabilidades que jamás había enfrentado, desde que tenía uso de razón había tenido claro su destino pero ahora este se bifurcaba y el peso de toda la elección recaía sobre ella. Y de lo único que estaba segura era de que cada vez que se cruzaba con Klaus su sonrisa socarrona crecía más y más.

Quizá aquella fuera precisamente la clave de sus dudas, Klaus y su sonrisa socarrona. Cuando empezaba a pensar que no podría soportar un minuto más frente a él, la idea de no poder volver a verle se clavaba puntiaguda en alguna parte de su aliento y todas las puyas, los roces, los gritos, los retos y los besos le inundaban la mente y agarrotaban su vientre. Había desarrollado una absurda necesidad por estar cerca de él, por sentir su tacto y sus ojos sobre ella y todo minuto que estuviesen separados parecía vacío por comparación, lo que la hacía temblar de miedo de los pies a la cabeza, naturalmente. La ansiedad que sentía al pensar en el giro que iba a tomar su vida no se acercaba si quiera al terror que le provocaba pensar en los posibles resultados de su relación con Klaus.

Desechó aquellos pensamientos y terminó de entrar en casa de Svana, dedicando unos segundos a preguntarse qué pasaría con aquel edificio cuando el poder cambiase de manos antes de darse cuenta de la discusión que estaba teniendo lugar en su interior.

—No me digas que además de inútil eres estéril—preguntaba Hammar con desprecio—. Esto me pasa por fijarme en una cara bonita. Debería haberme casado con una mujer con buenas caderas y que ya se hubiera quedado preñada un par de veces.

—Eso no es justo Hammar, sabes que...

—¡Sí, sí! —la interrumpió—. Tu gran amiga la druida dice que todo lleva su tiempo.

Aideen, no pudo contenerse y saltó.

—Si, Hammar, las cosas llevan su tiempo. Uno no puede concebir un hijo simplemente con desearlo.

—¿Y no será más bien que vuestros remedios no funcionan?—se volvió hacia ella, recuperándose rápidamente por la sorpresa y señalándola con un dedo acusatorio.

—¡¿Cómo os atrevéis!?¿Os digo yo cómo hacer vuestro trabajo? ¡No me digáis cómo hacer el mío!

El rey se acercó a ella, invadiendo su espacio personal hasta cernirse sobre su cabeza como un ave de presa. Aideen levantó los ojos y le enfrentó la mirada, sabía que estaba jugando con fuego, que debía pensar en el plan y no en la rabia que le mordía la lengua pero apenas si podía contenerse.

Hiedra y Acero [Serie Incursiones Vikingas #1] [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora