El día oscurece. Pronto llegara la noche. Pronto se teñirá el firmamento de diminutas luces. Pero que hermosa es la noche, que agradable es en sí su vista, que refrescante es para el alma y que gratificante es para el hombre poder contemplarle. Es por eso que hoy desde mi balcón mis ojos se nublan de luces, de cientos de ellas. Intento contarlas, lo intento de veras una y varias veces. No puedo hacerlo. Nunca me he rendido ante algo. Solo esta noche he declinado. Me rindo ante tanta belleza. Ellas solo me responden con su prender y apagar de luces. Yo las entiendo, están celebrando su victoria. Pues ellas están arriba, mientras yo aún continuo abajo. Observo que algunas de ellas danzan para mí. Qué bonito espectáculo estoy presenciando. Tratan de animarme pero lo que ellas no saben es que no me encuentro triste por la derrota. Al contrario me encuentro muy pero muy feliz porque no han caído derrotadas ante un simple humano. Cada día las admiro más, desearía ser yo también una de ellas. Pero, en que estoy pensando. Yo solo me limito a respirar, escasamente me atrevería a cruzar una línea prohibida. Las rosas de mi jardín se mueven con violencia. Tal vez reclamen también un poco de complacencia. Vuelvo mi mirada al firmamento, allí están todavía, aun no me han abandonado; aun puedo seguir mirándolas por horas. Hoy solo fijare mi mirada en una estrella, su luz prende y apaga más rápido que las otras. Quizás esté haciendo todo esto para cautivar mi atención. ¿Me estaré convirtiendo acaso en un subordinado de las estrellas?
Un avión comercial vuela a baja altura con sus luces encendidas. Por un momento creí que eran estrellas. Que tonto he sido. Otro al menos con más conocimiento que yo las hubiera sabido diferenciar al instante, otro al menos con más sentido de pertenencia por las estrellas hubiera abucheado a el avión por irrumpir en el único escenario de las estrellas.
Al fin y al cabo no sé por qué empecé con esta loca idea, tal vez pienso que aquella luz que se asemejaba a una estrella solo hablaba en mis sueños. Creo que más bien debería ir a la cama, mañana de nuevo inicia la escuela y no quisiera iniciar cansado un día más de estudio. Está bien le daré gusto a mi corazón, pues pienso al igual que el que aún es muy temprano para irme a dormir. Nada ha cambiado. Todas las hermosas lucecillas aún continúan colgadas en su sitio. Yo solo espero algún día desprender una y traerla conmigo a casa, así no tendría que seguir pasando las largas noches en vela y podría concentrarme con más tranquilidad en mis labores.
Me parece monótono en cierta forma todo esto, porqué que hay de espectacular en ver una estrella haciendo nada, ahí no más, fija en su punto. Solo esperando a que los días pasen y pasen, sin tan siquiera dar importancia a quienes les están contemplando. ¿Podrán llegar a ser las estrellas tan indiferentes para con la humanidad, que tal vez algún día dejaran de brindarnos su luz? y es que cual derecho tendríamos nosotros de exigirles su luz cuando jamás nos mostramos interesados por ellas y escasamente concedemos segundos a nuestra vista para contemplarlas y claro está que la mayoría de veces lo hacemos hasta con indiferencia. Solo cuando ya las perdamos por completo recurriremos a la suerte del perdedor añorar las cosas porque ya no están más con nosotros, y es que si el hombre les diera la verdadera importancia a las estrellas que en realidad la merecen y mucho, ellas en pago del favor de admirarles nos retribuirían en gracia cuidándonos con sus luces desde lo más alto e incluso se atreverían a descender a nuestro planeta del agua, platicaríamos con ellas sobre nuestras experiencias y quizás por qué no, si algún hombre se ganase su confianza, tendrían el enorme privilegio de convertirse en una de ellas. Mis padres me lo han dicho así y espero ser yo algún día el joven de aquella leyenda quien se vuelva una estrella.
Por ahora solo espero a que la noche caiga antes que mis pesados parpados, pues los siento como bultos de arena dispuestos a dejar pasar la marea. Quizás deba ir a la cocina a traer un poco de te pues la noche se torna larga. Pero qué tal que al abandonar mi balcón suceda lo que tanto he esperado, que una estrella platique conmigo. Mejor no, mejor continuare espiándolas, tal vez logre ver cuando se duerman o quizás pueda verlas cuando vallan a la escuela. Hay tantas cosas que desconozco de las estrellas a pesar de que las ojeras ya se me hacen evidentes. Ellas son muy cautelosas, jamás las he visto ir al baño o cambiasen de ropa. Debe ser que todo esto lo realizan mientras parpadeo, pero esta noche a parte de mi telescopio he traído también mi intelecto por lo que no lograran vencerme tan fácilmente, al menos intentare darles la batalla y si pierdo lo hare como un oponente digno de desafiar a las estrellas.
Algo observo en el horizonte lejano, algo que jamás he visto en todas mis noches de vigilancia y de larga espera, es algo que realmente me desconcierta y me hacen pensar que las estrellas finalmente ceden a mi insistencia y que por fin dejaran que un humano comparta sus más hondos secretos, y es que aquella luz que presenta además una larga cola no me es familiar. Creo que debo consultar en mi gran libro rojo de astronomía, que aunque lo he ojeado en varias veces no logro recordar el objeto. Solo espero que nadie jamás lea estos escritos no me perdonaría que todos se enteraran de mi ignorancia en esto. Busque con prisa pues cada vez más la luz se iba desvaneciendo. Pase cada vez más y más número de hojas por entre mis débiles dedos y allí lo encuentro precisamente en la antepenúltima página, la fotografía es igual a la de la imagen que yo he observado hace un instante cruzar el firmamento. La enciclopedia dice que es un cometa algo muy distinto a las estrellas y demás astros que generalmente yo he observado, dice además que al acercarse al sol, el calor hace que el metano, el hielo y el amoniaco se vaporicen y formen la cola del cometa. Podría considerarme un afortunado, podría llegar hacer yo el único testigo en presenciar un hecho que raras veces acontece, podría ser yo el único humano en hallarme despierto a esta hora de la noche consintiendo las estrellas. Me siento gratificante y pleno, la noche me ha mostrado su mejor sonrisa y se ha ceñido su mejor traje de fiesta. Mi corazón celebra con bombos y platillos en medio de un carnaval glorificante, mágico, maravilloso e interminable. Mi alma ha alcanzado su regocijo pleno, su éxtasis total. Que esplendido narcótico y que tranquilizante morfina es para el cuerpo poder contemplar este hecho. Ahora mi cansancio y mi somnolencia se han ido por completo. Estoy fresco y vivo de nuevo. He vuelto a la vida gracias a una manifestación divina. Ahora siento más viva la noche, ya no la siento tan apagada como en otras veces, algo de especial ven mis ojos en ella, algo que me hace sentir un no sé qué, porque jamás lo he sentido. Podrías preguntar si lo deseas a alguien que al igual que yo respire por las estrellas. Quizás él te pueda decir lo que yo estoy sintiendo y si no os lo dice porque al igual que yo no encentra palabras para describirlo es ya tu tarea personal averiguarlo. No declines ni al segundo, ni al minuto, ni a las horas y muchos menos a los días porque tal vez costara años. Es por eso que hoy me considero un afortunado con suerte pues en escasos meses que llevo en esta apremiante tarea, he sido privilegiado por encima de muchos que han dedicado sus vidas a solo contemplar estos hechos y os aseguro que se sentirán igual de felices que yo o tal vez mucho más, si después de ochenta años de investigaciones y constantes desvelos pudieran observar con claridad lo que hoy mis luceros han podido detallar y os aseguro también que podrían reservar sus últimas palabras a ensalzar la astronomía y a defender sus trabajos de tantos años.
ESTÁS LEYENDO
Vale la Pena Soñar ©
SpiritualSaulo es un pequeño niño que con perseverancia, pero sobre todo creyendo en si mismo, en sus capacidades logra hacer su sueño realidad. Vale la pena soñar © es un libro inspirador, humano pero ante todo motivador, que te ayudara a luchar cada día po...