Capítulo Once: El ángel guardián

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Me marche dando encarecidamente las gracias una y otra vez a la afligida planta consternada por una realidad tan evidente como el tiempo. Camine un poco para tratar de estirar y relajar un poco mis piernas que pronto habrían de sentirse inútiles aunque mi amor y gratitud para con ellas perduraría por siempre. Sentí un viento apacible y refrescante en toda mi espalda. Volví mi cabeza en un giro de noventa grados y observe como el mar se levantaba en una estática e imponente ola. Me quede tácito a la espera de que la gran ola por cuestiones simples de la inercia se desvaneciera en mi cuerpo, pero jamás sucedió. Confiado entonces por una intuición que soslayaba los términos de la tranquilidad pensé que esto también era un ingrediente más de la conspiración de todo el universo para que yo al fin cumpliese mi sueño. Sonreí como nunca lo revelaban los más inmediatos antecedentes de mi memoria. Extenuado por una corta caminata que me tenía asesando me encogí de hombros a la espera de que la ola me hablara. Espere por largo rato, trémulo ya de desolación me senté un rato recordando casi al mismo tiempo de la acción las dulces palabras de la planta. "Todos me ignoran. Por eso es que ningún hombre sabe que las plantas hablamos, ya que ni siquiera se han tomado la molestia de preguntarnos algo". Quizás la ola estaba a la espera de que yo le hablara, bueno pues si eso quería así lo haría. Me incorpore, relaje mis músculos con un hondo suspiro y le dije:

_Sabes hoy ha sido un día de los más especiales para mí, he logrado hablar con una estrella y una planta, manejo las fuerzas del universo y estoy casi a punto de coronar mi sueño. ¿Qué me podrás decir tú también en esta noche acerca de tu existencia?

_Como ya lo sabes -Me respondió por fin la gran ola con una voz de ternura-Mi existencia ha sido la misma por miles de años, fluyo libremente por los causes. Soy las venas y arterias del planeta. Como pocos tengo la dicha de habitar en varios lugares del mundo y me vanaglorio de eso cuando veo que la gente chapotea tan alegre y festiva en mis propias aguas. Pero hay un problema no todo el mundo conoce de mi generosidad, hay lugares tan remotos y desiertos a los que aún nos llegó. Esas partes y los que habitan allí están sucumbiendo a las prolongadas sequias. El planeta del agua se está volviendo árido, mientras la gente perece masivamente por las inllevables hambrunas. Nadie de los que ahora gozan de mi gracia piensan acaso en las desgracias del hermano. ¿Qué opinas tú de todo esto?

_Al igual que tú me siento consternado, al ver como un universo con tantas riquezas, solo beneficia a unos cuantos mientras muchos otros mueren sin disgustar de estas elementales y necesarias riquezas.

_Es correcto. Pero lo que ha matado y sigue matando a gran número de personas no es la desigualdad de riquezas universales, sino la misma indiferencia de los más afortunados. Pues creen que si comparten lo que a ellos les correspondió por suerte, terminaran perdiéndolo también todo pues dicen que lo que mucho se usa poco dura. Entre tanto los desafortunados carentes de un líquido vital, tratan de apaciguar sus mentes con ilusiones efímeras de poder gozar algún día de un excelente y refrescante baño en las mañana, de vestir siempre prendas limpias y elegantes y de poder consumir los alimentos necesarios para un buen funcionamiento diario.

_Pienso, que es más meritorio para ti, ver sonreír a esa gente que jamás lo ha hecho a causa tuya, que continuar observando a diario a los mismos con sus caras largas malhumorados y contusos que poco o nada en realidad aprecian tu labor, porque jamás te han sentido ausente. De otro lado los desafortunados forman fiestas e improvisan banquetes al notar que el agua empieza a caer en forma de llovizna o de tormenta. Descubren sus cuerpos y gozan de un estupendo baño. Mientras que los afortunados sacan sus paraguas y visten sus prendas más gruesas a la vez que van murmurando y comentando por la calle que el agua les ha arruinado el día.

_Si, es algo muy paradójico. Unos sufren mientras otros gozan. Pero tú que pronto dejaras de ser humano debes prometerme que lograras llevar mis aguas a todos los rincones del planeta y no dejaras que alguien más muera sin sumergirse y beber de mis aguas.

Me despedí de la enorme ola de agua, llevando ya a cuestas sobre mi espalda dos promesas que cumplir. Troné mis huesos al unisonó y por un instante sentí que la columna vertebral se me astillaba. Caminando divise una luz impactante y tenue en la lejanía que me llamaba con una armoniosa voz de citara y flauta. Arribe al lugar tan amortajado de dulces melodías que escasamente pude notar a quien me hablaba.

_No tengas miedo - Me dijo -Yo soy el ángel guardián del universo. De mí solo proviene amor. Aproxímate más para que puedas verme de cerca.

Avance con pasos trémulos y decadentes, pero confiado en que este fuera el último escoyo para terminar con éxito mi laureada carrera hacia el inconformismo.

_ ¿Cómo estás? - Le pregunte al dejarme traslucir por un rostro divino que me hacía sentir congraciado eternamente con mis demás hermanos del universo.

_Mejor no podría estarlo. Hoy por fin he logrado que el universo abandone su sonrisa postiza y la luzca tan natural como en otros tiempos. Las hipocresías desde ahora se han terminado. El universo tornara a ser tan autentico como el agua misma.

_En hora buena. - Le dije - A la vez que trataba de encontrar palabras claras y concretas para referirme al asunto.

_Si no deseas hablar no lo hagas, es mejor callar que pasar ante todos como un tonto. Solo quiero decirte que muy pronto el universo dará un vuelco tan grande, que todo volverá a iniciar de nuevo. El universo es tan compasivo que siempre tiene destinado una segunda oportunidad para todo, solo espero que el hombre no lo vuelva a arruinar pues jamás he escuchado de una tercera oportunidad. Si la humanidad desperdicia este nuevo momento el universo entero se verá envuelto en una gran bola de fuego para así ajusticiar a su modo la inclemencia humana. Ya no habrá clamor de arrepentidos ni ofrendas generosas que hagan cambiar el cauce final de todo lo existente y por más que logre procrearse el hombre jamás lograra hacer perdurar su especie por que la cólera del universo será eterna y solo tendrá que resignarse a su inminente extinción como algo que simplemente tendría que pasar. Solo prométeme que cuando te hagas tan sabio como una estrella lograras plantar en cada uno de los corazones humanos la semilla de la convivencia fraterna entre hermanos.


Vale la Pena Soñar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora