Prólogo

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9-DICIEMBRE-2013


«Las cañas se movían de un lado a otro. Estaba sola en medio de la oscuridad. El viento soplaba de manera violenta y mi cabello se revoleaba furioso. De pronto me sentí extraña, un frío recorrió mi cuerpo desde la nuca hasta la parte baja de mi espalda. Me frote los brazos.

De la nada se creó una figura a dos o tres metros de mí, era un hombre, no sé de dónde diablos había salido, pero estaba ahí conmigo, era extremadamente hermoso, con un cabello castaño, piel bronceada y unos hermosos ojos marrones o quizás verdes tal vez rojos o negros. DEMONIOS. Le cambiaban de color pero justo en ese momento eran blancos.

Empezaron a sonar voces en mi cabeza, tantas que no podía descifrar lo que decían. Todos mis pensamientos comenzaron a revolotear de un lado a otro, no podía más. Me toqué las cienes y cesaron los susurros, mi mente se quedó en blanco.

—Suelta eso—Me dijo con voz autoritaria regresándome a la realidad.

No me había dado cuenta que tenía una navaja en mi mano derecha, mis nudillos estaban blancos por la fuerza con la que la sostenía, mi cuerpo empezó a actuar en contra de mi voluntad. Ese hombre se veía asustado, sus ojos decían demasiado.

Comencé a caminar hacia él, como si quisiera matarlo o herirlo, quería detenerme pero no podía, quería huir. Alejarme. Sabía que él me quería hacer daño, que también yo quería hacérselo. Mire hacia atrás y me encontré con unos ojos azules mirándome, traspasándome el alma.

Antes de que pudiera avanzar más, me herí mirando aquellos ojos. Clavé el puñal de manera profunda en mi estómago, era la única forma de parar. Antes de hacer algo más, solté el arma. Sentí el escozor de la herida y una punzada fuerte, traté de mantenerme en pie, pero no logré sostenerme. Junté las manos sobre mi vientre tratando de asimilar porque el dolor se sentía tan real, me desplomé entre aquellas cañas. La sangre comenzó a correr por mi ropa, manos, tierra...

—Alexa... ¿ESTAS LOCA?—Gritó el hombre a mis espaldas.

¿Cómo sabia mi nombre? Empecé a perder el conocimiento, todo comenzó a verse borroso, él me tomo entre sus brazos y me dijo unas palabras que no pude descifrar, el miedo creció instalándose en mi pecho, cerré los ojos con fuerza y el dolor se fue. Me perdí después de mirar el dolor en aquellos ojos aqua.

—Mas fheàrr leat Pat, gabh e, alainn...

Abrí los ojos de nuevo.

Aún estaba oscuro y la única fuente de luz era la luna, me miré ahogándome. Sentí la garganta arder, mis pulmones quemarse. Lo observé todo como una espectadora, pero también lo sentía. De un momento a otro ella y yo nos hicimos una.

Intenté salir a la superficie pero era inútil, algo me mantenía bajo el agua sosteniéndome el tobillo. Quizás tenía un ancla atada al pie. Quizás tenía que despertar de este sueño. O más bien pesadilla.

Unos brazos se envolvieron alrededor de mi cintura, me jalaron hacia la superficie y entonces me di cuenta que estaba en la orilla. Era el mismo hombre con los ojos hermosos marrones que cambian constantemente de color.

— ¿Quién eres?

Estaba titiritando de frío.

—Soy James, James Dimitri—Sus ojos se oscurecieron.

Por un momento casi me rió, ya que eso había sonado muy James Bond.

—James Dimitri— Repetí en un susurro.

Su rostro se desfiguró y se convirtió en otra persona, sus ojos eran de un extraño color azul, me acunó en su regazo cubriéndome con su enorme cuerpo, me estremecí y me sentí segura en sus brazos. Su calor llenaba mi cuerpo y pude detener un poco los espasmos. Puse mi mano en su mejilla. Sentí como se tensó con mi toque.

Me besó la frente y a una velocidad inhumana me puso de pie junto con él para alejarse.

Empezó a caminar.

— ¿A dónde vas?—Grité.

Lo seguí tratando de alcanzar su paso, pero no podía lograrlo. Se dirigió a un coche negro, en el lado del copiloto había alguien más pero no lo veía por la oscuridad de la noche y el vidrio polarizado.

Antes de abrir la puerta me miró fijamente a los ojos. Su mirada estaba llena de innumerables colores, sus ojos eran hermosos. Los más hermosos que había visto. Volvieron al azul. Me traspasaron. Me sentí indefensa ante su mirada que arrasaba con lo que había en mí.

Me encontraba deseando que ese sueño no terminara jamás para poder contemplarlo.

Me acerqué, quería tocarlo. Pero él retrocedió.

—Te veré pronto—Susurró con ternura.

Las lágrimas se deslizaron por mis ojos, arrancó y se marchó. Corrí atrás de él, gritando que se detuviera, sintiendo los latidos de mí corazón en la cabeza, sabía que no iba a alcanzarlo pero por alguna extraña razón no quería detenerme. Caí de rodillas agitada, mirando como el coche se desvanecía en el camino formado por caña y tierra. Una parte de mí se fue con él y una parte de él se quedó conmigo...»

Que cursi...

Desperté de golpe.


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