Capitulo 20.- Porque me gustas y me estoy enamorando de ti.

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Dejé de llorar.

—¿Alex? ¿Alex?

Liz me miraba preocupada.

—¿Te hicieron algo?—Preguntó Melek.

Estaba en shock.

James ni siquiera me miraba el solo empezó a conducir.

—¿Cómo fuiste tan imbécil para dejarla?—Liz le gritaba a James mientras acariciaba mi cabello.

Yo no había hablado desde que James, Melek y Liz habían aparecido para salvarme.

No vi que había sucedido, todo había pasado demasiado rápido, Liz me había subido a la camioneta de James y este junto con Melek y se habían quedado en el callejón.

—Tranquila cariño—Dijo Melek a Liz.

—Tiene razón es mi culpa—Dijo James.

No podía verle el rostro porque íbamos en los asientos traseros pero estaba segura que tenía los ojos rojos y la mandíbula apretada.

No era su culpa.

—Apuesto que Gabriel no la hubiera dejado sola—Dijo Liz molesta.

Melek la miró reprobatoriamente.

Y yo sentí un terrible dolor en el pecho.

—Basta Liz—Hablé—No es su culpa.

Me senté en el asiento.

(...)

Yacía acostada en mi habitación en posición fetal. No podía dormir. En mi mente se repetía el suceso que acababa de vivir y más lo que había dicho el de ojos claros.

Ya sé que le voy a pedir a Sonna.

Ya sé que le voy a pedir a Sonna.

Ya sé que le voy a pedir a Sonna.

Sonna. Sonna.

Y esa sonrisa retorcida que me hizo temblar de miedo y algo más. Cerré los ojos para limpiar las lágrimas. Deseaba que mamá estuviera ahí para que pudiera aconsejarme. Para que me abrazara.

Me dolía mucho el golpe del vientre. Pues el muy perro me había pateado.

Incienso.

Inhalé.

James, estaba ahí y yo lo sabía por su olor. Deseaba estar sola.

—Es mi culpa.

Odiaba que se culpara, en realidad había sido mi decisión.

—No lo es, deja de sufrir que tu dolor me llega—Dije limpiándome las lágrimas.

—Mírame Alexa.

No quería que me mirara el rostro golpeado y los ojos rojos por haber llorado.

—Sé que no merezco que me mires, pero hazlo—Dijo Suplicando.

No le des la espalda. Tú también quieres ver esos ojos que tanto te gustan.

Me levanté con una mueca de dolor y lo miré. Sentía que algo no andaba bien con él.

En sus ojos había muchos colores, como la primera vez que soñé con él. Tan hermosos, tan irreales. Me miraba detenidamente hizo una mueca de disgusto.

Bajé la mirada.

Me sentí un poco avergonzada por mi rostro golpeado, me había mirado en el espejo y sabía que tenía el labio partido un corte en el pómulo y algo morado en la frente, sin contar con el golpe del vientre.

No dejes de mirarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora