Capitulo 28.-Bien, ya no tendrás que conquistarme mas.

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Era viernes, James no había aparecido y yo estaba muy nerviosa por la runa y por todo lo que me estaba sucediendo. Lo había llamado, mandado textos pero nada de nada. Liz y Melek me dijeron que no me preocupara, que ya sabía cómo era él y que de seguro tenia atorado un pepino en el trasero. A decir verdad esa frase me alegro el día.

Sin saber muy bien sentía que algo andaba mal, Liz también lo presentía aunque sabía que no quería admitirlo.

Mi abuela y tía habían pasado a recogerme a casa de mi padre, prometiendo traerme de regreso el domingo para ir a la casa del abuelo Uriel. Después pasamos por Liz y ella no había dejado de hablar en todo el camino, bueno eso ya era común en ella. Mi abuela de vez en cuando reía por las tonterías que decía Liz. Y mi tía estaba súper divertida.

Que gente.

No podía dejar de pensar en Paxton, en la flor, en el sueño. En los relatos de mama. En todo. ¿Qué me estaba pasando? Y una pregunta más importante ¿Qué estaba pasando?

Todo era demasiado... Irreal.

—¿Alexa? ¿Qué pasa querida?—Dijo mi abuela Frida sacándome de mis pensamientos.

—¿Todo bien?—Pregunto mi tía Dánae.

Liz me hizo un movimiento con la cabeza que se descifraba como: Si no les dices, yo lo hare porque soy una desgraciada.

Reí interiormente.

—Es solo que he seguido teniendo sueños. Y no entiendo nada. A veces puedo leer el diario de mama y tampoco me dice mucho—Me encogí de hombros.

Liz me hizo otro movimiento con la cabeza que se descifraba como: Diles lo de la maldita runa.

Negué con la cabeza.

Ella abrió los ojos como platos y me juro con la mirada que iba a hablar.

Volví a negar con la cabeza y junte mis manos suplicándole.

Ella revoleo los ojos.

-—Todo toma sentido en el momento justo—Casi se había escuchado como un débil susurro por parte de la abuela.

No quise decir más.

Llegamos a Agua Buena. Liz y yo nos fuimos a mi recamara para platicar e intentar armar el rompecabezas que era mi vida.

Pero Liz me contaba lo bien que se llevaba con Melek lo mucho que lo amaba y lo mucho que odiaba a la rubia oxigenada que iba a casarse con su padre.

—¿Cómo es ella?—Pregunté.

—Es alzada, hermosa, muy hermosa. Pero solo quiere el dinero de mi papa y obviamente me odia, me dijo que mi vida no sería nada fácil, que no me metiera con la gente equivocada. Obviamente hacía referencia ella misma—Revoleo los ojos.

Me quedé en silencio procesando la información.

—Tal vez no te has dado el tiempo de conocerla bien, actualmente me cae muy bien Dennise la había juzgado mal y es súper guay.

—No, no, no, esa tipa es una arpía—Liz suspiro—. En fin, ya no quiero hablar de ella, ¿Por qué no vamos a dar una vuelta? Seguro debe haber luciérnagas por ahí.

—¿Para qué quieres ver luciérnagas?—Pregunté.

Esa niña sí que cambiaba de tema muy rápido.

—Cuando era pequeña las juntaba y me las ponía en la ropa—Se encogió de hombros.

Solté una carcajada.

No dejes de mirarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora