Capitulo 3.- Cariño eres una bruja.

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Mi cuerpo se sentía pesado, todo era obscuridad, todo era negro, escuchaba una respiración cerca de mí, tan cerca, que podía olerlo, era un hombre, todo olía él. A incienso. Su cuerpo desprendía tranquilidad, su respiración pausada, me llenaba de paz.

Todo eso se esfumó.

Calor. Me quemaba. El cuello, la columna, mis extremidades, la piel me ardía. El oxígeno, empezaba a faltarme, el calor, el fuego se extendía dentro de mi cuerpo, quería escapar. Quería gritar pero no podía. Estaba en llamas. Sabía que me estaba quemando.

—Shh...Tranquila. Ya casi pasa—Era él, lo sabía, lo único que quería era abrir los ojos y verlo.

—Déjate ir—Volvió a hablar

Me dejé llevar por su voz, empezó a hablar extraño, me concentré en sus frases que sonaban como melodía. El dolor cesó, el aire entró en mis pulmones.

—...¿'N deíd thu lium?

El dejó de hablar y un dolor punzante me atravesó más abrazador que el de antes. Me perdí entre fuego, calor y dolor, relajé el cuerpo y la paz me invadió perdiéndome entre neblina y oscuridad.

(...)

Abrí los ojos. ¿Cuánto tiempo había estado dormida? ¿Qué me pasó? ¿Y que fue ese sueño tan extraño?

¿No te acuerdas? Yo que tú hacia memoria...

Oh.Dios.Chico.Moto.Sangre.Ojos.Hermoso.

Qué pena...

Estaba a punto de reprochar a mi conciencia cuando un trueno me sacó de mis pensamientos, había una tormenta, la lluvia caía descontroladamente, la ventana estaba siendo azotada por ramitas que volaban, un escalofrió me recorrió.

Un relámpago iluminó la habitación. Vi sombras.

Me hice bolita en la cama, me cubrí la cara con la manta. Se escuchó otro trueno y no puede evitar saltar, miedo, mucho miedo estaba sintiendo.

—¿Alex?— Se escuchó en un susurro.

Hablan. Ellos hablan. Los fantasmas hablan.

¿Por qué? ¿Por qué?

Pánico.

—Alex...

Me arrancaron la sabana. Iba a gritar.

Era la tía Dánae. Alivio instantáneo.

Me toqué la frente y me di cuenta que estaba muy sudada. El pijama se pegaba a mi cuerpo por el sudor frío.

— ¿Cómo estas querida?

—No lo sé...—dije pensativa.

Me sentía extraña, una sensación de bienestar me recorría, me llevé la mano a la nuca, recordando que tenía un corte ahí. No había nada, solo piel lisa.

— ¿Qué me paso?

La abuela salió de las sombras junto con Liz, ella me miraba como si me estuviera compadeciendo de algo. La abuela estaba seria. Esto me empezaba a preocupar.

—Cariño, eres una bruja.-Soltó la abuela.

¿Qué? ¿Ósea What? ¿Bruja? ¿Ósea Witch?

Mi abuela estaba seria como la mayor parte tiempo, tenía su cabello castaño recogido en la parte baja de la nuca, sus ojos obscuros me miraban esperando cualquier reacción. La tía Dánae la miró reprobatoriamente con la mirada.

— ¿Cómo?—Reí sin humor.

Todas estaban en silencio, se miraban las unas a las otras y yo perdía la paciencia.

—No es momento de bromas— Dije Frunciendo el ceño y me levanté de la cama.

—Es cierto, hija—Dijo mi tía Dánae—. Somos brujas, hechiceras poderosas, controladoras de la naturaleza.

Ella me estudió con la mirada y esta vez solté una carcajada. Como yo era la única que me reía, mire a Liz, quien estaba en una esquina de la recamara. Estaba seria. ¿Pero qué demonios?

— ¿Acaso todas ustedes se volvieron locas y yo soy la única cuerda?—Dije señalándolas.

—Alex, debes escucharlas—Liz negó con la cabeza.

Oh Dios. Oh Dios.

— ¿Tú también lo eres Liz?—Pregunté incrédula.

—Oh no—Hizo una pausa aliviada—.Solo tú y ellas—Nos señaló con el dedo y se encogió de hombros—. Ya sabes yo solo me colé en el asunto después de rogar por mucho tiempo.

— ¿Mucho tiempo?— Estaba asustada.

—Llevas dormida o desmayada dos días—Dijo despreocupada, la miré raro y continuó—.Ellas dijeron que era normal pues estabas en el cambio—Una vez más se encogió de hombros.

¿Cambio?

¿Por qué Liz estaba tan tranquila con brujas rodeándole?

¿Brujas?

¿Pero qué demonios significaba ser bruja?

Me abracé a mí misma, había tantas preguntas que tenía en mente.

Quizás solo tenía fiebre y estaba delirando. Me miré las manos y mi cuerpo tenía un extraño halo de luz azul. Definitivamente estaba delirando.

—Es hora de la iniciación, hay que salir, que la tormenta no va a durar mucho tiempo—Dijo la abuela. 

No dejes de mirarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora