Capítulo 9

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-¿¡Cómo que tengo depresión?! - grité poniéndome roja.

-Se me ocurrió de repente. ¿Qué querías que les dijera? ¿Que tenías diarrea o algo? - sonrió.

-¡Te crees muy gracioso, Ji! ¿¡Pero sabe qué?! ¡No lo eres en absoluto! - grité empujándole. Levantó sus brazos.

-Eh, eh, relájate. Ha sido una velada maravillosa. Si quieres ponte una braga tuya en la cabeza y juegas conmigo a correr por la casa desnuda, ¿te parece? - se rio.

-¡Eres gilipollas! ¡No me creo que estuvieses empezando a caerme bien! - cerré mis puños. - ¿Sabes qué? Ahora empiezo a entender perfectamente a tu ex-novia. - le empujé otra vez. - Eres un idiota, mentiroso y graciosillo de más. - me acerqué hacia él. - Ella nunca te volverá a llamar sabiendo de qué vas. - su cara se volvió seria al instante. Esa conversación era más personal que cómica.

-¿Pues sabes qué? Todas esas mierdas que acabas de describir sobre mí, también las tiene mi amigo, ¿o no piensas igual? Además de estúpida, eres hipócrita. - se acercó más a mí, mirándome como si le diese asco. - Y dime, si tan gilipollas te parezco, ¿por qué estás saliendo con Jae? Ahí te contradices un poco. ¿No? - nos quedamos unos segundos en silencio hasta que él se fue a su habitación. Empecé a llorar en silencio. ¿Por qué siempre acababa llorando? ¿Por qué no podía ser fuerte? ¿Por qué?

...

Me desperté por mi alarma. Apagué mi móvil y me levanté de la cama. Mis piernas dolían tanto como mi cabeza. Bostecé. Abrí el armario y, en segundos, mi vista se nubló por completo. Agarré la puerta del armario para no caer al suelo. Me había mareado. Froté mis ojos. Me recompuse tragando saliva y abriendo mis ojos lentamente. Suspiré hondo. Puse una sudadera azul, unos vaqueros negros y las zapatillas de andar por casa. Estaba tan cansada y tan baja de ánimos que ni me importaba la ropa que llevaba. Recordaba la discusión con Ji de anoche. Me sentí estúpida al rememorar mis gritos y gilipolleces. Bajé a la cocina, vi a Jae comiendo sus magdalenas preferidas y leyendo el periódico.

-Qué fea estás hoy, ¿no? - dijo sonriente mientras me sentaba a su lado. - Podrías haberte arreglado un poco más.

-¿Y mi desayuno? - pregunté ignorando sus palabras. Había tenido una noche muy dura como para que el día me fuese peor.

-Te lo haces tú, ¿qué te crees? ¿Que te lo voy a hacer yo? - rio. - Para eso sirven las mujeres como tú, ¿no? - agaché mi cabeza y me levanté hasta la encimera para coger mi taza de café. Mi vista se nubló otra vez y la taza cayó al suelo, dando un fuerte ruido. Caí al lado de la taza que yacía en el suelo y mi vista volvió a ver perfectamente. ¿Qué me estaba pasando? - ¿Qué haces, estúpida? - gritó Jae en frente de mí. - ¿Por qué coño has tirado la taza al suelo? Cuesta más que toda tu vida, créeme. Y vas a recoger esto. ¿Me entiendes? La próxima vez bebes agua del grifo. - contestó furioso.

-Es que yo...- murmuré.

-¡Cállate! - gritó cogiendo un pedazo de la taza rota. Sin pensarlo dos veces, la tiró apuntando hacia mi cara.

-¡Basta, Jae por favor! - chillé cubriendo mi cara con mis manos.

-No vales para nada, eres una mierda. Recoge todo esto antes de que vaya a trabajar. Tienes media hora, puta. - se acercó hacia mí y me dio una patada en mi estómago. Grité de dolor y noté que él ya no estaba. Escuché pasos que venían hacia mi posición y cubrí mi cara por si era Jae, por si aún tenía ganas de humillarme más de lo que ya había hecho. Pero no era él.

-Haneul, ¿qué ha pasado? He escuchado gritos. - dijo Ji arrodillándose a mi lado y acariciando mi cabeza.- ¿Estás bien?

-Vete, no quiero meterte en problemas.

Love me or leave me (GDragon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora