-Jae, cariño...- dije con una voz temblorosa. Tragué saliva y miré hacia el suelo avergonzada. – Pensaba que eras otra persona...No quería...
-Mira, me da igual. – me cortó de repente. ¿Qué le daba igual? Eso significaba dos cosas, o que quería algo de mí o que hoy sus secretarias estaban muy contentas. – Espero que fuese otra persona... – apreté fuertemente mis labios. – Pero no era eso por lo que quería hablarte, ¿piensas que me importa tu estúpida vida? – apreté mis puños, intentado respirar lo más normal que pudiese. – Quería comentarte una cosilla de nada...Un amigo mío de toda la vida va a vivir por un corto plazo de tiempo en nuestra casa. No es nada personal, sólo que el pobre no encuentra trabajo y la zorra de ahora su ex novia le ha echado literalmente de su casa.
-Pero...¿sus padres no pueden...?
-He dicho que vivirá en nuestra casa hasta que se pueda independizar. Me lo ha pedido y yo no le he podido decir que no. Es uno de mis mejores amigos.
-¿Cuáles? ¿Los de tu empresa o solamente los que se emborrachan todos los jueves contigo? – grité por el móvil molesta.
-¡Cállate! – gritó desde la otra línea. – No te he dado la palabra. Ni siquiera tu maldita opinión. Vendrá a la hora de comer. Prepárale algo, estará hambriento.
-¿¡Piensas que soy tu puta criada?! ¡No conozco de nada a ese hijo de...! – colgó antes de que pudiese dar mi más sincera opinión sobre lo que me parecía su amigo. Gruñí aún más e intenté calmarme. Miré mi reloj, ya eran las doce y media.
-Ni para ti ni para mí. Llamaré a una pizzería, si piensa que cocinaré para él, que se vaya buscando un buen trabajo.
Después de media hora, una agradable mujer timbró a la puerta con la pizza tamaño grande. La posé en la mesa grande del salón, de nuevo puse música en mi móvil y con los auriculares en los oídos empecé a bailar. Robé un trozo de pizza. Riquísima.
|Ji Yong|
-¡Cállate de una maldita vez! – me gritó mientras conducía hasta la casa donde mi amigo Jae me dejaría vivir por un tiempo.
-Si supiese lo pesada que serías al llevarme hasta ahí, te juro que te cerraba la boca con un trapo. – dije en voz alta mirando hacia la ventana, rodeando los ojos.
-Siempre haces lo mismo, Ji Yong. Estoy cansada de ti y de todas tus gilipolleces. – sollozó pisando aún más el acelerador. – Espero que en esa casa aprendas lo que te has perdido. – de repente, el coche paró, y mi frente dio un golpe contra el cristal del coche. Cerré mis ojos y maldecí en voz baja.
-Sé lo que me he perdido, sí que lo sé. – dije molesto. Cogí una pequeña maleta negra que estaba apoyada en mis muslos y salí del coche con la puerta abierta. – Una vieja y aburrida bruja como tú, eso es lo que me he perdido. – cerré la puerta haciendo más ruido del que ya estábamos montando.
-¡No te quiero volver a ver en mi vida! – aceleró hasta dejar marcas de las ruedas del coche en el asfalto.
-¡Piérdete! – grité hacia el aire. Ya se había ido. Suspiré. Cogí mi maleta y me giré hacia mi nueva casa. No estaba nada mal, pero, ¿para qué quería una casa tan grande si él vivía sólo? Empecé a andar hasta la puerta y me detuve en el felpudo. Busqué entre los bolsillos de mis pantalones la llave que me había dado Jae. Abrí despacio la puerta. Miré la casa de arriba a abajo. Estaría solo hasta que llegase mi amigo de trabajar. O eso creía. Escuché unos pasos rápidos y fruncí el ceño. Dejé mi maleta en la entrada y caminé lentamente hasta el salón. ¿Quién podría ser? Jae me había dicho que las señoras de la limpieza vendrían el día siguiente. Cuando pisé el suelo del salón, levanté la cabeza y abrí al mismo tiempo los ojos y la boca de una manera espectacular. ¿Era ella?
|Haneul|
Mientras mostraba mis dotes en danza por todo el salón con la pizza en la mano. Escuché algunas risas, y por lo que la canción decía, no parecía que fuese de ésta de quien provenían. Me giré con el ceño fruncido y tragué de golpe toda la pizza. Literalmente, porque en ese mismo momento tuve que toser varias veces para no ahogarme. Quité rápidamente mis auriculares y mi móvil para posarlos al lado de la caja de la pizza. Era él. Se estaba riendo, notaba cómo mi cara se ponía más roja de lo normal. No sólo por la vergüenza, también de la rabia. ¿Qué hacia allí, en ese mismo momento, el chico de la farmacia?
-¿¡Qué coño haces aquí?! ¡Esta es mi casa! ¡Fuera! – grité, asegurada de que ese no era ni mucho menos el chico con el que conviviría en mi casa.
-Me ha encantado tu baile, en serio. – dijo riéndose y aplaudiendo. Suspiré por un momento y dejó de reírse. – Creo que el destino nos ha unido, querida, primero la farmacia con los preservativos, luego en esta casa solos...- sonrió pícaramente y gruñí. Me acerqué a él hasta plantarme delante de sus narices.
-¡Fuera de mi casa! – grité empujándole.
-¡Eh, eh, eh! Calma fiera. – sonrió. – Creo que la que se debería ir eres tú. ¿Por qué estás aquí? ¿Me persigues o algo?
-Ya más quisieras...- murmuré. – Soy la novia de Jae. ¿Quién eres tú?
-Soy el chico que pasará aquí un tiempo para...- mi suspiro no le dejó finalizar la frase. Mi cara se puso roja al instante, pero esta vez de vergüenza. Él se rió levemente. -Has puesto una cara al verme que...- se empezó a reír mientras me dirigía hasta la mesa. Abrí la caja.
-Sírvete tú mismo. A ver si no te atragantas con el primer trozo. – se sentó literalmente en la mesa moviendo los pies y cogiendo el primer trozo de pizza.
-Tranquila, no haré como tú cuando me has visto. – gruñí enfadada.
-Estaré en mi habitación por si me quieres molestar aún más. – sonreí irónicamente.
-¿En serio que no quieres comer más pizza? Está riquísima. – dijo sonriéndome pícaramente.
-Eres un capullo. – dije cortante. Me dirigí hasta mi habitación y cerré la puerta lo más fuerte posible. ¿Cuánto tiempo tendría que aguantar a ese imbécil? Me tumbé boca abajo en mi cama llena de rabia y vergüenza.
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Love me or leave me (GDragon)
أدب الهواةHaneul era una chica de 23 años con mucha suerte. Su vida era envidiable a los ojos de cualquiera. Vivía en una gran mansión, su belleza era incomparable, no le hacía falta trabajar, era conocida en casi toda la ciudad por una de las más jóvenes afo...