Gato Rojo

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"Demonios" masculló mientras observaba los ojos azules e imperturbables del chico frente a él. Soltó un suspiro que parecía más bien una queja. Él ni siquiera lo estaba mirando. Posiblemente había olvidado su maldita y patética existencia.

Y, sin embargo, ahí estaba. Con su corazoncito latiéndole con fuerza dentro del pecho.

Caminó lentamente en cuanto el pelinegro lo hizo, sin dejarlo de observar. Le encantaba el uniforme de verano. A Nanase Haruka de segundo año de preparatoria le quedaba a la perfección. Como si hubiese sido hecho a la medida.

El pelirrojo asintió, gustoso ante la vista que tenía mientras caminaba a su lado, sin que él se percatara del todo.

─Haru... ese gato te está siguiendo.

"Jódete" escupió mientras observaba al castaño con desinterés. "Aléjate, aléjate".

─Pobrecito... Ha de estar hambriento, no deja de maullar... Haru, llevémoslo a tu casa.

El aludido clavó los ojos en la pequeña fiera rojiza que lo miraba con ojos brillosos. Suspiró y se agachó, estirando una mano en su dirección.

─Ven aquí.

"Ya que insistes" el gatito, encogiéndose de hombros y sin hacerse de rogar, se acercó y, con gusto, recibió una caricia por parte del mayor. Ronroneó agradecido. Quería que eso durara por siempre. Era el mejor día.

─ ¿Te molesta si te cargo?

"Hazme lo que quieras" maulló. Sus ronroneos enternecieron al pelinegro, quien lo cargó mientras le acariciaba la cabecita y comenzaba a caminar hacia su casa, acompañado de Makoto.

El camino era largo y el estar en brazos de un cálido humano lo estaba durmiendo. Cerró sus ojos de un tono carmesí mientras su lomo era acariciado por el chico al cual amaba desde hacía tiempo.

Cuando volvió a abrirlos, se encontraba ingresando a una casa. La curiosidad le ganó y saltó de los brazos del poseedor de su gatuno corazón y se apuró a recorrer el lugar. Sus patitas no se escuchaban al tocar el piso y la forma en que su cola se movía no era accidental.

Él se consideraba un gato seductor.

Consciente de que las miradas lo seguían, se sentó en el piso de madera y alzó su patita izquierda, comenzando a lamerla de una forma que a cualquier otro gato le parecería provocativo.

Pero Haru pensaba que había conseguido un gato adorable. Se dirigió a la cocina y abrió una de las latas de sardina que guardaba en el gabinete. Tomó uno de aquellos pececitos y lo acercó al pequeño animal que maullaba molesto por haber sido ignorado.

─Te llamaré... Rin.

"Y yo responderé a tu llamado" musitó el pequeño mientras ladeaba la cabeza de forma sumisa y su propia voz le pareció dramática. Aunque para el azabache simplemente había maullado. El castaño tomó su pata trasera y la levantó con suavidad.

─Pero es un chico, Haru.

"¡Eso es privado!" Gruñó saltando a un lado y erizándose "Los humanos de hoy no tienen pudor alguno" se quejó yendo hacia Haru y sentándose a su lado mientras el mayor colocaba un brazalete con un pequeño dije de tiburón en su cuello. "Me quedo esto" añadió poco después levantándose y tomando la sardina, que el pelinegro había regresado a su lata, con la boca.

─Es un gruñón, Haru ─musitó Makoto con media sonrisa. Él enserio quería jugar con ese gato.

─Me parece muy cariñoso.

Frío y no tan frío (HaruRin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora