¡Quiero a mi seme devuelta!

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Advertencias: Fem!Haru x Rin

SSSSSSSSSSSSSS

¡Quiero a mi seme devuelta!

La luz se colaba entre las cortinas de la ventana cuando la alarma de su celular sonó. Un bostezo salió desde el fondo de su garganta mientras metía la mano por debajo de la almohada y apagaba el aparato. Con lentitud, se desperezó, estirándose y provocando con ello que un agudo dolor le recorriera la espina. Claro.

La noche anterior, Haruka le había preparado una gran sorpresa, por su cumpleaños. Sonrió ante el recuerdo. Todos sus amigos se habían apretujado en su cuarto de Samezuka y le habían llevado pastel y algunos regalos. Más temprano, sus compañeros de club habían hecho lo propio.

Al atardecer, incluso Sousuke se había marchado, dejándolo solo con su novio. Haruka le había besado incontables veces la mejilla y le había dado una pequeña caja que aún yacía envuelta en su escritorio. Pero Rin si había abierto otros regalos, siendo el de su mejor amigo el último en abrir y también el provocante de su dolor en la cadera. Haruka había agradecido por el regalo -un lubricante con sabor artificial de fresa- y no había dudado en abrirlo de forma inmediata. Su cuerpo se había llenado de aquella sustancia y la lengua del pelinegro había borrado todo el rastro de ella -al contrario de Rin, que ni siquiera pudo probar una gota, pues Haru no se dejaba hacer-, dejando el bote nuevo a mediación.

Rin se sentía pegajoso, por lo que, sin dignarse a mirar a Haruka -más que nada por la irritación que le causaba que el mayor se aprovechase de su trasero- salió de la habitación con una muda de ropa y su toalla en dirección a los cuartos de higiene.

La relajante ducha artificial pudo con su estrés, borrándolo mientras el vapor provocado por la temperatura del agua daba aviso a quien entrase que alguien estaba haciendo uso de las duchas. Lavó a precisión cada centímetro de su cuerpo, terminando por fin media hora más tarde.

Con la toalla en la cabeza, caminó de nuevo a su habitación, pareciendo bastante feliz. Sí, el día anterior, a pesar del sexo fortuito, había sido maravilloso. Rin había podido ser testigo del amor y cariño que sus amigos tenían a su persona, y eso solo lo llenaba de gratitud y satisfacción. Claro, los sentimientos eran recíprocos.

Abrió la puerta de su habitación con una sonrisa satisfecha en su rostro, cerrándola tras sí. Ajá. Era amado. Nada podía cambiar la felicidad del momento. Sin embargo, su ceño se frunció al ver a una chica parada frente a él, con la boca apretada y la mirada furiosa, en medio del cuarto. El pelirrojo volteó a todas partes, creyendo comprender la situación.

─Has de ser prima de Sousuke o algo suyo, ¿no? Él no está... Y no sé como entraste. No quisiera ser grosero, pero... ─la chica lo miró con irritación. Sus ojos azules lo evaluaron y un bufido salió por sus finos labios.

─No me emparentes con ese idiota ─masculló. Rin sonrió.

─Sí, lamento la ofensa... Perdona, ¿quién eres?

─Soy Haru, Rin, tu novio ─exclamó. El aludido abrió los ojos ampliamente antes de reír─. No sé cómo pasó, desperté así, pero puedo probarte que lo soy.

─No estoy para idioteces, linda ─arrugó el gesto ante el halago, ¿acaso Rin estaba coqueteándole? Por su bien, que Haru errase en su pensar.

─Rin... Te estoy diciendo que puedo probarlo.

─Ajá. Y yo puedo probar que respiro en el agua.

─Eso es estúpido.

─Lo tuyo también ─la pelinegra entrecerró los ojos y atacó. Rin se tambaleó hacia atrás antes de tropezar con su propio pie y caer de sentón, un auténtico dolor le recorrió de pies a cabeza, haciéndolo gemir─. Demonios, me duele la jodida cadera.

Frío y no tan frío (HaruRin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora