Al final todo arderá (Primera Parte)

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Por Robert Brooks

Todos los pasajeros de las dos naves nodrizas estaban condenados.

Rohana y sus hermanas estaban a billones de kilómetros de distancia, pero lo sabían tan bien como los tripulantes. En medio del caos emergían emociones fuertes. Desesperación. Conmoción. Esto no tenía que pasar. No podía ser. Este no puede ser nuestro destino, gritaban los corazones de los miembros de la tripulación en una sola voz. Rohana lo sentía con claridad.

Pero la gravedad los empujaba sin piedad hacia la muerte. Eso también lo sentía.

La desgracia de la nave nodriza había comenzado sin previo aviso. Uno de los cristales khaydarín -
la fuente más importante de energía- se había fracturado. El navío todavía no se había puesto en órbita alrededor de la estrella de neutrones y había comenzado a caer en dirección a ella. La otra nave nodriza había acudido en su ayuda. El comandante esperaba que los propulsores lograran alejar a las dos naves de la estrella, y no se equivocaba. Juntas, habían llegado a una órbita segura.

Se habían vivido momentos de mucha intensidad. Orgullo. Euforia. Los ocho mil cuatrocientos sesenta y tres miembros de la tripulación habían sentido esas mismas emociones, habían celebrado el ingenio y la valentía de la segunda nave.

Y entonces, había sucedido lo imposible.

El cristal de la segunda nave también se había apagado. Miedo. Incredulidad. ¿Que dos cristales khaydarín fallaran al mismo tiempo? ¡Impensable! Se tallaban con una precisión infinitesimal. Sólo uno había fallado desde que los primogénitos habían comenzado a viajar por el espacio, milenios atrás. ¿Y ahora dos? ¿Al mismo tiempo? ¿En una órbita en decadencia?

El Khala transmitía esas emociones y más. Las grandes preservadoras las registraban todas.

-Nunca se ha visto un desastre como este -dijo Rohana.

Su hermana mayor le dio la razón.

-Una tragedia única. Será nuestro deber interpretar este accidente -dijo Orlana.

La hermana menor sacudió la cabeza.

-¿Accidente? Sabotaje sería más apropiado -dijo Shantira.

-¿En dos naves? -preguntó Orlana.

-Con más razón. Piensa en las probabilidades. Si sucede una vez, seguramente sea un accidente. Si sucede dos, y seguidas, seguramente sea intencional.

Las tres dejaron de hablar. Eran grandes preservadoras. Los tripulantes todavía no estaban muertos. Sus emociones les revelarían la verdad. Las hermanas se sumergieron en el Khala para inspeccionar una a una todas las ondas y corrientes. No había ningún indicio de satisfacción entre los pasajeros. Ni una pizca de placer. Todas las almas a bordo estaban luchando por sobrevivir. Si había un saboteador, sus emociones tendrían que ser al menos un poco diferentes de las de los demás.

Shantira se rindió con calma ante la evidencia.

-No fue sabotaje -concluyó.

Las dos naves seguían cayendo hacia la estrella de neutrones. Determinación. Frustración. Este no podía ser el fin. Había que hacer algo. Tenía que haber alguna solución. La tripulación se pasó horas yendo de un lado a otro, desesperada. Todo en vano. La gravedad era implacable. La temperatura comenzó a subir cuando las resistencias contra el calor claudicaron. Las alas brillaban con la radiación de la estrella. Pronto fallarían los escudos, y la tripulación quedaría expuesta a una muerte agonizante.

Una nueva explosión de emociones los recorrió a todos. Comenzó con un solo forjafases y se extendió como reguero de pólvora por el Khala. Horror. Desesperación. Habían descubierto el problema: una nimiedad, una imperfección en el modo en que se ventilaba el exceso de energía entre las alas de la nave en un entorno en que la gravedad era inusualmente alta. Un pulso había regresado a uno de los cristales de la nave y lo había destruido. Cuando la segunda remolcó a la primera, la misma falla destruyó también su cristal.

StarCraft 2: Legacy of the VoidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora