Alarak se enorgullecía de su autocontrol, su paciencia y su circunspección. Por eso le sorprendió verse a sí mismo saltando hacia el cuello de Nuroka, con las cuchillas encendidas y dispuestas a rajarlo.«¿Qué estás haciendo?», preguntó su mente.
«¡Matar al traidor!», cantó su corazón.
Era la oportunidad perfecta. Nuroka no llevaba armadura ni arma que Alarak pudiera ver, así que el cuarto ascendiente agitó sus cuchillas hacia abajo y...
... se lanzó...
... y se estampó contra la pared orientada hacia el este de la estancia con un sonoro cabezazo. Cayó al suelo con violencia, pero logró incorporarse y adoptar una pose defensiva.
«¡Imbécil!», aulló su mente.
Esta vez, su corazón no respondió. Nuroka estaba tres eslabones por encima en la cadena sagrada. Jamás habría llegado hasta allí si no fuera un luchador temible. Y Alarak acababa de atacar a un superior fuera del Rak'Shir. Era uno de los delitos más graves que podía cometer un tal'darim y se castigaba con la muerte.Una muerte larga, dolorosa y pública. Aun así, a Alarak le temblaba todo el cuerpo mientras resistía el impulso de cortarle la cabeza al primer ascendiente por blasfemo.
Nuroka lo observó con calma y esperó. No tenía armas. No las necesitaba. Había lanzado a Alarak al otro extremo de la estancia con la única ayuda de sus manos.
Alarak abandonó su pose y dejó que sus cuchillas desaparecieran de nuevo. -Te has vuelto loco -dijo.
-¿Cómo matarías tú a Amon? -preguntó Nuroka.
-Te has vuelto loco.
Nuroka ignoró el comentario. -Dime cómo.
-Amon no puede morir -repuso Alarak. «Hereje lunático...».
Se contuvo, pero después le sobrevino un nuevo pensamiento. «Esto es una prueba». Tenía que serlo, ya que Nuroka no parecía estar loco. No, sus ojos no tenían ese destello. Simplemente estaba probando la lealtad de Alarak a Amon de una forma dramática. Alarak se aferró a ese pensamiento. -Sería más sencillo destruir cada estrella de la galaxia -dijo. Amon nos da la vida. Comparte con nosotros el aliento de la creación. ¿Qué harían los tal'darim sin su orientación?
La mirada de Nuroka era fría e inmutable.
-Libres. Sin Amon, los tal'darim serían libres -respondió.
-Libres de morir con los otros herejes. -La incertidumbre comenzó a invadir la mente de Alarak como si de un parásito se tratase. Alarak solo detectaba sinceridad en las palabras de Nuroka-. A menos que creas que esas marionetas templarias pueden oponerse a él.
«¿De verdad querría...? No. Esto es una prueba».
-Seremos libres cuando Amon triunfe. Seremos nuestros propios amos. Esa es la promesa de Amon.
La respuesta de Nuroka iba cargada de sorna-: ¿Recuerdas las órdenes del Rak'Shir? «Derrotad a vuestros maestros o sucumbid ante ellos».
-¿Qué pasa con eso?
-Esas no son las verdaderas palabras de Amon. Fueron tergiversadas por Ma'lash y por los grandes señores que lo precedieron. -Los ojos de Nuroka refulgieron de color violeta. El color del gas terrazine-. Anoche, cuando el aliento de la creación se elevó, me adentré mucho más allá del velo. Vi la verdad.
-¿Cómo? -El gran señor Ma'lash admitió una vez que ni siquiera él conocía todos los secretos de Amon. Yo me sumergí en el vacío. Traté de conocer los pensamientos ocultos de Amon. Quería vislumbrar la gloria que nos prometió. -La túnica de Nuroka estaba cada vez más empapada de sangre, como si su ira se estuviera derramando. Su corazón debía de latir aceleradamente a causa de la ira-. Descubrí más de lo que imaginaba. Amon había bajado la guardia. Sus expectativas de victoria habían reemplazado su cautela. -Nuroka caminó lentamente hacia Alarak-. Estas fueron las verdaderas palabras de Amon: «Derrotad a vuestros maestros o alzaos por encima de ellos».
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StarCraft 2: Legacy of the Void
أدب الهواة5 Relatos cortos que narran el lore de StarCraft 2 para introducirnos a Legacy of the Void