Capítulo 11: Michelangelo, te odio y te bendigo.

198 32 12
                                    

No puedo creer que de todas formas haya aceptado ir a la estúpida salida pedagógica. Más allá de que esté con Lars y los idiotas de mi clase, no iba a ser muy relajante estar rodeada de pinturas demasiado realistas, profundas y que pareciera como si hubieran almas atrapadas rogándome por ayuda.

Como me esperaba, el panorama no fue nada bueno. La noche anterior no dormí casi nada porque los nervios me comían viva, los de mi clase no paraban de hacer bromas acerca de los desnudos de las pinturas -como si nunca se hubieran visto a ellos mismos o el porno que tanto adoran- o de cualquier otra estupidez que no lograran tomarle seriedad, lo muy observada que me sentí por cada personaje que existía en las pinturas y esculturas, me seguían con la mirada.

Recuerdo que lo más mal que me puse con eso de mirar pinturas fue cuando Lars presentó esa araña humanoide horrenda. Bueno, ese día excedí ese límite.

No sólo me dolía un montón la cabeza, mi estómago se revolvía, el vómito subía y bajaba una y otra vez por mi garganta, los nervios, escalofríos, pánico... No sólo eso.

La vista se me nublaba de vez en cuando, mis compañeros me empujaban aveces porque caminaba demasiado lento, bueno, si tienes la vista nublada y te está costando ubicarte, es medio difícil caminar en todo caso porque pasaba de tropezarme y hacer el ridículo.

Las pinturas se movían de lugar... y no bromeaba. Se movían solas, sin despegar la mirada de mi, haciendo que tiemble demasiado, incluso me dieron ganas de hace pis por tanta tensión. No podía estar muy tranquila que digamos, imposible, las lágrimas estaban a punto de escapar porque estaba sumergida en el horror absoluto. ¡¿Cómo mierda ellos pueden estar tan tranquilos en una situación así?! ¿Cómo Lars puede estar tan tranquilo viendo arte como pan de cada día y yo entre en la suma desesperación? ¿Alguien podría explicármelo?

Al final, tuve que separarme del grupo y correr en dirección contraria hacia algún baño.

Hice mis necesidades y después vomité, entretanto las lágrimas no dejaban de caer, ¿cómo es que en tan poco rato que llevo acá me siento de esta estúpida manera?

Mierda, ¡no respiro!

Acabé saliendo de allí también. Bueno, terminé saliendo del museo en sí, estoy en el estacionamiento, el lugar más abierto y lleno de aire fresco posible. ¡Hasta el puto paisaje bonito me daba miedo! Por eso mi vista estaba clavada en el asfalto, porque era feo, agrietado y sin profundidad, sin vida.

Me puse los audífonos a todo volumen, esperando que pronto sea la hora de irme a casa con el grupo en el autobús, faltaban unas cinco horas más todavía, maldita sea, ¿por qué me tiene que pasar ésto a mi?

Mantuve esa postura por una hora y media, hasta que alguien de bellos ojos verde esmeralda logró llamar mi atención.

- Sophia, ¿pasó algo? ¿Por qué estás tan rara? ¿Por qué...? ¿Estuviste llorando? -asentí- ¿Qué pasó?

- Me... me siento enferma -hice una mueca.

- Pero... ¿era necesario salir del museo? ¡Te estuve buscando por harto rato! Que bueno que dejé al grupo con los otros profes que venían, porque me temía que pudo haberte pasado algo chungo. Dime, ¿me lo quieres decir o prefieres pensar en otra cosa?

- Otra cosa... -murmuré y sorbí mi mucosidad nasal.

- Um, vale... ¿no quieres regresar al museo? Hay cosas muy bonitas allí dentro -negué-. Oh, ya veo... ¿Quieres que me quedé aquí contigo?

- Por favor -supliqué muy deprimida, todavía algo agitada por lo que me sucedió hace una hora atrás.

Entonces, nos quedamos sentados en el suelo del estacionamiento a plena luz del sol conversando acerca de cualquier cosa para pasar el rato. Salimos incluso un momento para comprar comida chatarra y alimentarnos en el estacionamiento.

Ya quedaban cerca de unos diez minutos para que acabara la "salida", y estábamos en una charla mucho más recóndita.

- ¿Sabes? Siempre creí que eras diferente a las demás chicas porque eres muy callada y no haces el ridículo para llamar la atención, sino que te muestras como eres... sin embargo, eso no me basta -abrí los ojos en impresión-. Tu personalidad es muy introvertida y la mía demasiado extrovertida, ya sabes, polos opuestos en este caso somos -sonreímos-. Es por ello que me cuesta demasiado entenderte, eres tan misteriosa y a la vez agradable, siempre me dejas con ganas de saber más de ti.

Me sonrojé y mis ojos volvieron a humedecerse, ahora por la emoción.

- Oww, vamos, no es necesario que llores... -hizo un puchero muy tierno y una sonrisa enorme se dibujó en mi rostro.

- Es la primera vez que me dicen algo tan lindo... -admití con vergüenza, vamos, dieciocho años y que sea la primera vez en que me digan algo de ese tipo... es demasiado patético de mi parte, viviendo en una generación en donde hasta los niños de once años ya están en una relación con el "amor de su vida".

- Aww, no es nada, cariño, yo sólo digo la verdad... -sonrió también y acarició mi mejilla.

Nuestros rostros estaban tan juntos de repente, definitivamente nos debimos acercar porque cuando él encontró estábamos a una distancia muy prudente. Ahora nuestras respiraciones chocaban y se fusionaban en una sola, nuestras narices rozaban un poco y nos mirábamos directo a los ojos, hasta que él dirigió su mirada a mis labios, mordió su labio inferior para luego después entregarme un beso lleno de ternura.

Abrí los ojos como platos, ¿y cómo no? ¡Me estaba besando, la persona que yo amo, me besó!

Sin embargo... eso no duró mucho. Se separó de mi justo en el mismo instante en que un autobús tocó una bocina, miré hacia el vehículo y hala, que llegó temprano y de milagro el conductor de mierda.

Como que en ese momento Lars empezó a ignorarme y regresó al museo para buscar al grupo de alumnos con los otros profesores, yo me limité a sólo subir al vehículo en los asientos de adelante porque todos los idiotas se pelean siempre para sentarse atrás, quise darles el gusto.

Los minutos pasaban y todos regresaron al autobús, nadie me preguntó qué me había pasado, ni porqué salí corriendo de la nada o porqué subí primera al bus. Nada.

Como si no existiera.

Ni siquiera Lars se despidió de mi después, me fui sola a casa, con el amargo recuerdo de un vacío en mi interior y el beso que no tuvo ninguna explicación.

When I learn to FLY (METALLICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora