Doce

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Tic.

Abrí un poco mis ojos, acostumbrándome a los débiles rayos de sol que se colaban por las cortinas de mi habitación y lo oí nuevamente.

Tic-tic.

Empujé las frazadas que me cobijaban con mis manos y planté mis pies descalzos en el frío mármol de mi habitación, me levanté y caminé hacia el umbral de mi puerta.

Tic.

Fruncí el ceño y me quedé unos segundos quieta deduciendo que el extraño sonido se escuchaba cerca de la ventana, volteé sobre mis pies y me encaminé hacia dicho lugar, asomándome un poco por ella y la imagen que contemplé hizo que reprimiera una carcajada con mis manos. Mitch, se encontraba recostado en un sillón de madera que estaba en el jardín trasero y tenía su corbata roja a rayas, atada en su frente. Su traje brillaba suavemente y, probablemente, le goteaba el cabello. Subí el marco de mi ventana con rapidez y él, me sonrió.

-¿Qué haces allí?- traté de susurrar.

-Estoy... estoy, tomando el sol.- frunció su nariz con una graciosa mueca- ¿Quieres acompañarme?- trató de cruzar sus piernas, fallando en el intento y comenzó a dar palmadas a un lado de su asiento.

-Ve a la puerta trasera.- le indiqué con mi dedo pulgar y lo observé asentir en el aire mientras intentaba ponerse de pie- Ya.- cerré la ventana con cuidado para no despertar con el ruido a mi madre y bajé sigilosamente la escalera, pasando por la oscura sala y llegando hasta la puerta de la cocina que daba al patio.

-Buenos días, señorita.- saludó Mitch cuando logré abrir la puerta, me reí un poco y él hizo un intento de reverencia entre suaves tambaleos. Posé mis manos sobre sus hombros, provocando unas suaves risas escaparse de sus blancuzcos labios.

-Habla bajo que mamá va a matarte.- le susurré, tratando de cerrar la puerta ya que él se había recargado sobre esta, bloqueándola. Mitch me observó y subió su mano a sus labios, sellándolos con un candado imaginario.

-Tengo hambre.- se sobó el estómago por sobre su mojado traje y comenzó a caminar hacia el refrigerador.

-No, no, no.- lo aparté del lugar antes de que hiciera un lío, ganándome un gruñido como respuesta- No me gruñas, perro. Y hazme caso, si no quieres que te rebanen el cuello.- lo acusé con mi dedo índice y Mitch, se cruzó de brazos. Lo jalé con suavidad de su brazo e intenté subir las escaleras con mi hermano a cuestas, tambaleamos un poco en el camino pero agradecí llegar sana y salva a su habitación. Entramos en ella y prácticamente lo aventé en la cama.

-Camita.- enterró su cabeza entre las almohadas azules y le quité los zapatos, haciéndolo reír por las cosquillas que le daba en sus dedos- Para, loca.- me aventó un cojín negro y me reí, mientras trataba de quitarle la corbata de la cabeza. Lo tape con el suave edredón blanco y una vez así, terminé por quitarle la camisa y los pantalones. Me despedí de él con un beso en la achocolatada coronilla de su cabeza y caminé nuevamente hasta mi habitación.

06:45 am.

El sueño se me había quitado completamente por lo que encendí mi ordenador y me conecté en Facebook.

David Jones: Hola❤

Amy: Hola.💜

David Jones: ¿Cómo estás, hermosa?

Amy: Aquí, bien... ¿tú?

David Jones: ¿Segura? Bien ahora que hablo contigo😌

Amy: Una mañana agitada, solo eso...
Amy: Te quiero.

David Jones: 🙀💫❣
David Jones: ¿En verdad me lo dices?

Walk in the sun.  [Danny Jones]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora