3. Aquella mañana...

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                                                                                                       1

Estaba ahí detrás de todos, todos los que se habían interesado en ver la reacción de Lucas al recibir aquella sorpresa – sin duda un golpe a su insípida rutina – lo que sabían con certeza es que era un motivo para parar un poco el trabajo y sumergirse en el mundo de su curioso compañero, compañero que en un futuro podía llegar a ser el dueño de la empresa; detrás de todos los rostros familiares estaba Él, mirando sus dibujos, apoyado en su mesa, dibujos que correspondían a una descripción gráfica y animada de su cama con toda la colección de pollitos, e dibujo contiguo era Maxwell en una pose que resultaba divertida mordiendo un tenis, el cual curiosamente Lucas llevaba puesto ese día, el tercer dibujo en el pizarrón – un modesto pizarrón de corcho sobre su mesa de dibujo – era un retrato de una chica sentada de espaldas en una banca del parque, con la cabeza un poco girada, parecía percibir que alguien la miraba, quizá si aquel extraño hubiese puesto un poco más de atención a los detalles en los rasgos de la chica habría reconocido a Amelia tan solo unos años más joven, el ultimo dibujo llamó más su atención, parecía una fotografía tomada a un charco después de una intensa lluvia desde una bicicleta, en el agua además de la silueta de la bicicleta azul, parecían reflejarse un par de grandes lentes pero ningún rostro claro, solo una sombra, esa era la forma en la que Lucas solía realizar, de alguna manera, un autorretrato; "ese debía ser un momento especial para el creador" – pensó aquella persona – en ese momento volteaba lentamente para conocer al autor de aquellos curiosos, pero bellos dibujos, dignos de una exposición, para admirar a la persona que estaba entrando por el pasillo.

Lucas avanzó un poco más hacia su mesa de dibujo, evitando con sonrisas que expresaban urgencia y desdén a sus compañeros.

- Eh! Espera un poco, escurridizo debes soplar las velas de tu pastel – dijo Amelia acercándole un pastel de chocolate con tres velas azules encima.

- Si me conocieras mejor, entonces sabrías que odio el chocolate, que prefiero el pastel de limón y en lugar de esas tres insípidas velas azules una de un pollito hubiese quedado mejor – pensó Lucas, lo que le provocó una leve sonrisa al escucharse decir "pollito" en su interior, sonrisa que se interpretó como complacencia por aquel detalle, sopló las velas y siguió su camino para retirar los dibujos del pizarrón, su paso se aceleró al ver la intención del desconocido de tocar uno de sus preciados dibujos, pero llegó tarde él ya tenía su autorretrato en las manos.

- ¿Me podrías dar eso?, por favor – dijo Lucas al extraño mientras se apresuraba a quitar todos los dibujos.

- Son fantásticos – respondió, aquel hombre, si soltar el dibujo ni apartar la vista del mismo – En especial este.

Lucas giró para observar mejor a aquel hombre, de cerca ya no parecía un muchacho, era un hombre alto, más alto que él, vestía de manera casual, unos jeans que le ajustaban perfecto, playera blanca de cuello en "v" y una chamarra gris que hacia juego con unos zapatos que llevaba levemente holgados; su atuendo parecía no ir acorde con su edad, pues Lucas le calculaba unos 32 años, llevaba el cabello corto y peinado a la perfección, sus rasgos eran finos, pero no mucho más de lo que eran los del mismo Lucas. Los ojos de aquel hombre no se despegaban del dibujo, prácticamente ignoraba la presencia de su creador.

- ¿Son tuyos? – preguntó con voz baja y seria, en un tono más de afirmación que de pregunta.

- Em... pues sí, y te agradecería que me regresaras ese – rogó Lucas mientras extendía una delgada mano, que temblaba por alguna razón, pero que sin embargo se mostraba exigente ante la petición.

- ¿Te importa si lo conservo? – respondió aquella persona tras un momento de reflexión y sin darle importancia al ruego de Lucas.

-¡¿Perdón?! ¿Qué si me importa?, pues... - Lucas estaba a punto de arrebatar el dibujo de las manos al insolente desconocido y salir de aquel lugar, cuando Amelia tocó suavemente su hombro.

- ¡Oh! Cierto, Lucas él es Fernando, un querido amigo de mi hermano y mío, también es diseñador, bueno una especie de pasante, y desde hoy tu nuevo asistente – comentó Amelia, de una forma tan natural y fluida que Lucas apenas pudo asimilar todas su palabras, además claro, de que el toque de la mujer le había alterado tanto el pulso que le resultaba difícil concentrarse.

- ¿Mi asistente? – atinó a decir Lucas cuando pudo terminar de asimilar por completo todo aquello.

                                                                                                           2

Al llegar a casa incapaz de distinguir si sentía enojo, porque Amelia había decidido por él, o frustración porque como siempre no había hecho nada para evitarlo, simplemente se tiró a dibujar en la cama.

A la mañana siguiente se despertó como de costumbre, antes de que el reloj indicara que debía despertar. Permaneció sentado en la cama como siempre para esperar el amanecer y comenzar su rutina, aún pensaba en todos los eventos que lo habían perturbado el día anterior, pero confiaba en que su vida continuaría con la habitual cómoda monotonía de siempre.

Observó su cuaderno de dibujo, extrañamente estaba en el suelo, al parecer la noche anterior se había quedado dormido dibujando, en la última página había un dibujo diferente, era un hombre alto, delgado, bien vestido, joven, era Fernando; "¿Por qué lo había dibujado?".

Estaba a punto de incorporarse cuando la pantalla de su celular se encendió indicando la entrada de una llamada, "¿Quién podría ser?", nadie le llamaba, solo Lucy, pero lo hacía por las tardes; "¿Quizá su padre?" O probablemente "¿Amelia?", lo más importante, más aún que el "¿Quién?" era el: "¿Por qué?".

Se levantó de la cama y caminó hacia su escritorio, tomó el celular, en la pantalla aparecía la leyenda: NUMERO DESCONOCIDO, dudó unos segundos, los suficientes para que la llamada se interrumpiera, por alguna razón permaneció esperando con el teléfono en la mano, de pronto la pantalla se encendió nuevamente, era el mismo número, esta vez no dudó y contestó casi inmediato.

-Emm, ¿Si? – respondió Lucas, tras unos segundos de silencio se escuchó a alguien al otro lado de la línea aclararse la garganta, como si ese alguien acabara de despertar.

-¿Buenos días? Amelia me solicito que le llamara para despertarle – Respondieron finalmente.

-¿Quién habla? ¿Amelia qué? ¿Despertarme, para qué? – dio como respuesta un adormilado Lucas.

-Me parece que hace demasiadas preguntas, pero en fin, al menos despertó; soy su asistente, Fernando, ¿recuerda? Y Amelia me pidió que le llamara porque hoy tiene una junta con unos posibles clientes y bueno no quiere que llegue tarde, nuevamente.

Después de esa explicación, que parecía más bien aprendida que improvisada, se escuchó el golpe que marca el final de una llamada.

Apenas recordaba el día anterior, había borrado muchas cosas probablemente con la intensión de no hacer más rabietas. "¿Su asistente", pensó tras unos minutos bajo la tibia agua que caía sobre su cabeza, en la ducha, entonces recordó lo que Amelia le había dicho el día anterior; su asistente, su asistente, ¡Su asistente!, ese raro hombre que le había robado un dibujo, ¡Fernando!, a quien había dibujado por alguna razón el día anterior.

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Esta es la tercera parte de "Inesperado", trataré de subir nuevo capitulo cada tercer día o antes; es mi primera historia y agradecería recibir sus opiniones :3...

Algunos capítulos serán mas largos que otros todo depende de mi nivel de inspiración :) y trataré de poner la música que escuchaba al escribir cada capitulo...



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