Toni recorría con un café caliente en sus manos los atestados pasillos de la comisaría 27 esquivando los comentarios bromistas de sus compañeros y los malintencionados de algún que otro detenido.
Sorteó la multitud con destreza y rapidez acostumbrado al ajetreo de primeras horas de la mañana y se detuvo frente a la sala 3 de interrogatorios llamando suavemente a la puerta.
Sin esperar contestación se adentró en la pequeña habitación.
La imagen que vió le sorprendió.
Su tosco y frío compañero cubría con su cuerpo el cuerpo de aquella pequeña mujer irradiando protección y ternura .
Hacía muchos años que conocía a Diego, desde la academia, y jamás había visto en aquel tipo duro aquella mezcla de vulnerabilidad y devoción como la que mostraba cada vez que la miraba .
Aunque sabía parte de la historia, pues Toni había vivido de cerca todos las desilusiones de su amigo al regresar de cada viaje a Barcelona, estaba convencido que aquella historia significó mucho más de lo que el duro chico de diecinueve años que conoció le quiso mostrar.
La morena de pelo rizado y lengua viperina era su punto más vulnerable—pensó—y eso era un problema muy grave en la profesión que desarrollaban.
Eran miembros de una unidad especial , los tipos duros de la poli, los que se encargaban de los casos de alta riesgo, a los que llamaban en las situaciones extremas y no podían distraerse.
No podían mostrar flaqueza ni debilidad por nada ni por nadie, por eso trabajaban lejos de su familia y amigos más íntimos.Pero, por más que le preocupara, la morenita no podía caerle mal.
Al contrario, la veía fresca, natural y muy sincera, y sobretodo le encantaba lo que le hacia a su amigo.
Nunca lo había con ese brillo en sus ojos, con esa mirada de ilusión cada vez que se miraban.
Y podía jurar que el sentimiento era mutuo, ya que los ojos de ella brillaban de la misma manera que los de él.El problema es que Lucía era la mujer con más mala suerte del mundo. En poco menos de una semana se había visto involucrada en un tiroteo; en un caso de tráfico y blanqueo; también habían puesto precio a su cabeza y todo aquello era un gran problema para su amigo y por supuesto para él.
Incomodo al darse cuenta de la intimidad que mostraban aquellos dos, carraspeó varias veces para hacerse notar, ya que estaban tan enfrascados uno en brazos del otro que no habían percibido su presencia.
Lucía fue la primera en levantar la vista y sonreirle tímidamente y a continuación, como sincronizados, le miró Diego.
Dejando el café frente a la mujer y separando a un lado los pesados archivadores de fichas policiales que habían estado visionando, se sentó frente a ellos y comenzó a teclear en el ordenador entrando en la base de datos de la interpool.
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LABIOS DE FRESA (Corrigiendo)
RomanceHabrá gente que piense que la vida se compone de casualidades y otras que a las casualidades les llaman destino. Para Lucia tener una noche plagada de pesadillas para a continuación levantarse con una vieja canción en la mente (la cual le trae los p...