CAPÍTULO 14 - "Tres son multitud"

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Dedicado a Adajimeny por sus palabras de aliento.

Un insistente repiqueteo extrajo a Diego de su pacífico sueño.

Al abrir los ojos observó un sinfín de oscuros rizos esparcidos por su pecho y desconcertado no supo realmente si seguía soñando. Pero, al instante recordó las horas pasadas y suspiró acomodándose de nuevo al delicioso cuerpo de aquella mujer que le había robado la paz en tantas ocasiones de su vida.

Otra serie de leves golpes en la puerta resonaron y Lucia se removió ligeramente haciéndole más consciente de su adictivo cuerpo. Él le rozó la piel de su espalda en una ligera caricia, como para tener la certeza de aquel momento y con sumo cuidado abandonó el calor reconfortante de su morenita.

Mientras se ponía el tejano y la camiseta la observó grabando cada curva, cada lunar, cada milímetro de su bronceado cuerpo.

Lucía, su Lucía estaba allí, desnuda en su cama, y un intenso miedo lo golpeó.
Sabía que aquella segunda oportunidad que le brindaba el destino sería la última y el perderla de nuevo no era una opción.

Con suavidad se acercó a ella y apartándole varios mechones de su cara la tapó suavemente con las sabanas ,aún calientes de sus cuerpos, y abrió la puerta encontrándose con el grandullón a un palmo de él.

-Joder -exclamó éste al observar las guisas de su compañero. -Parece que te ha atropellado un camión. Me gustaría saber cómo ha quedado ella después de semejante batalla campal que se oía desde Madrid --concluyó con una sonrisa estirando la cabeza para mirar más allá de Diego.

Un fuerte empujón lo llevó de inmediato hacia la pared del pasillo y cerrando la puerta con cuidado un serio Diego pasó de largo murmurando entre dientes --cómprate una vida imbécil.

-Espera -lo paró Toni tocando su hombro . -Vazquez y Martínez están aquí.

Ante la mirada de interrogación de su compañero prosiguió.

-Tienen nueva información sobre el caso.

-Joder-explotó Diego caminando decidido hacía el salón.

Una lejana melodía sorprendió a una Lucía que al instante de abrir los ojos se sobresaltó al no reconocer el lugar.

Unos segundos después una gran sonrisa inundó su cara al ir recordando escena por escena las horas pasadas.
- Jamás volveré a mirar un aparador sin pesar en buen sexo - pensó divertida mientras su mente volvía a reproducir a Diego y lo que su cuerpo había sentido en aquel mueble.

De nuevo aquella melodía sonó y Lucía arrastrando la sabana se levantó de inmediato rebuscando en su bolso.

Su móvil se había quedado sin batería.
Instalando el cable a la corriente encendió el teléfono y una estridente sonata de pitidos resonaron por toda la habitación.

- Siete llamadas perdidas de Guillermo y 67 wassaps. Tengo que avisarle que estoy bien al menos - pensó alarmada.

Sopesó la posibilidad con cierta prisa ya que no sabía en que momento volvería a entrar, y mandó un escueto mensaje para tranquilizar a Guillermo." Estoy bien, el trabajo se ha alargado más de lo previsto. No tengo cobertura. No te preocupes. Te quiero".

Cuando acabó dejó el teléfono encima de la mesita de noche dejándose caer a continuación sobre la cama.

No sabía exactamente en qué locura se había convertido su vida pero en aquel momento no hubiera cambiado ni un segundo de lo que le estaba ocurriendo si con ello tenía a Diego, por muy extraño que aquello sonará.
Aún en peligro, sin poder volver a su vida, a su casa, todo aquello no importaba si él volvía a ser suyo.

Tal vez iba demasiado rápido después de tanto tiempo pero ya nada importaba.
Volvía a los quince y no había marcha atrás.

Como una adolescente hundió su cara en la almohada de Diego y aspiro su olor. Olia a su inconfundible e irresistible colonia y a él.
La excitación volvió con rapidez a su cuerpo y se preguntó en donde estaría Diego.

Por la ventana se adentraba la luz de una enorme y nítida luna llena y se hizo consciente de las horas que llevaba encerrada en aquella habitación y del silencio que reinaba en la casa.

Un ligero atisbo de miedo al recordar en la situación real en la que se encontraba se instaló en su cabeza y rápidamente se vistió por lo menos para que no la sorprendieran desnuda, y con sigilo, abrió la puerta y se adentró en el oscuro pasillo.

Una tenue luz surgía bajo las puertas del salón y también el murmullo de voces.
Acercándose lentamente distinguió a Diego y a Toni pero, había otra voz masculina que no reconocía y....una mujer.

Como gran cotilla se pegó a la puerta para así poder distinguir algo de la acalorada conversación que tenían allí dentro.

-Solo digo que hay algo que se nos escapa Diego. Cifuentes nunca se ha dejado ver y por casualidad tu amiga está allí en medio de una conversación sobre el caso más importante que has tenido. ¿No te parece sospechoso? , ¿en serio? -decía en aquel instante la mujer a la que ya en su cabeza había bautizado como " la lagarta".

-Venga ya, ni de coña. No tienes ni puta idea de como es ella. ¿Te piensas que está metida en una red de narcotráfico?. Ella es incapaz de matar una mosca - le contestó Diego molesto.

- ¿Tanto la conoces?, ¿pondrías la mano en el fuego por ella?- preguntó ahora el hombre desconocido .

-Desde luego que si-afirmó Diego contundente.

- Conociste a una niña de quince años. A esta mujer no la conoces en absoluto por muy enamorado que estuvieras. ¿Sabes?, la gente cambia y veinte años dan para mucho - espetó de mala leche "la lagarta".

El silencio de la sala enervó más a Lucía que sin esperar ni un instante irrumpió en la sala como un vendaval quedándose atónita ante la fría e inquisidora mirada de unos ojos profundamente oscuros.

La mujer sentada junto a Diego la analizaba como si de un insecto se tratara e inmediatamente la reconoció como Raquel, la policía ex-novia de Diego con la que salía en la foto de su apartamento.

-Joder con mi suerte. ¡¡Ya estamos todos!!-pensó con sarcasmo mientras plantaba una falsa sonrisa y desafiaba a la mujer con la mirada.

-Hola, mi nombre es Lucía. ¿Y tú eres?.

LABIOS DE FRESA (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora