.CAPÍTULO 8. "El Karma de tu boca prohibida"

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A pesar de estar en habitaciones  separadas pared con pared, la distancia entre Lucía y Diego era de  años luz.

Sin poder conciliar el sueño, la oscuridad de esa noche fue cómplice de los recuerdos que iban y venian  recorriendo el corto pasillo, variando según la puerta a la que acudieran.

Lucía tras darse una larga ducha para relajarse, permanecía tumbada en la cama de aquella habitación de invitados con la mirada perdida en el techo, recordando los trazos de su historia con Diego.

Sus primeros besos e inocentes caricias resguardados bajo los frondosos y viejos arboles del parque del barrio, aquellos que aún conservaban sus iniciales grabadas en las cortezas.
Sus primeras escapadas en moto a la playa saltándose las clases del caluroso mes de junio mientras recorrían cada vez un pueblo costero diferente.
Sus peleas por celos a las puertas de "Coco" ( la discoteca habitual del fin de semana ) y sus apasionadas reconciliaciones. Su primer fin de semana solos un hotel.......En todos los recuerdos de su juventud él era la pieza para acabar su puzzle.

Durante aquellos cinco años juntos Diego se había convertido en su otra mitad.

Habían crecido, habían experimentado el mundo de la mano, eran una unidad y cuando él se marchó, además de la profunda y dolorosa decepción de su corazón, sintió una terrible soledad sin su apoyo, sin sus palabras , sin sus consejos.

Tuvo que aprender sola a reconstruirse, a crear de cero aquella mitad que él se llevo consigo para volver a sentirse segura y poder seguir hacía delante.

Así pues,paso a paso, la inmadura y frágil Lucía comenzó a a renacer como la mujer que en la actualidad era:  independiente, fuerte, algunos decían que algo fría y cerrada, pero con la templanza necesaria para no resquebrajarse de nuevo.

Una sonrisa curvó su cara al recordar la estrofa de aquella  canción de Estopa que tanto le había ayudado  entonces:

"Si duele un recuerdo, cura el olvido.
Si duele la cabeza,  con Hemicraneal vale.
Si buscas ayuda ,chungo, está noche estoy solo conmigo".

La imagen actual del atractivo, maduro y sexi policía llenó de repente y sin aviso su mente y un escalofrío le recorrió la piel.

Aquel era un completo desconocido con el que le era imposible relajarse y poder tratarlo de una manera casual, como los viejos amigos que una vez fueron. Desde luego fueron mucho más, pero las circunstancias habían cambiado y aquella fuerte corriente que la invadía cada vez que estaba cerca de él, le hacia imposible comportarse con normalidad.

Ahora la imagen de los dos Diegos, el "adolescente pijito" con pinta de rebelde y el sexi y peligroso policía de calendario se solaparon en su mente.

Las sensaciones que le producían cada uno eran totalmente diferentes: mientras al jovencito lo había querido y odiado por igual y aún se mantenía el empate ; al hombre lo intentaba manejar entre la atracción  y deseo salvaje  que sentía cuando estaba cerca y el odio que intentaba imprimar al recuerdo del que fue hace veinte años.

Negando con la cabeza y cansada de dar vueltas al mismo tema sin solución pensó en su abuela, y en el remedio infalible contra el insomnio que padecía: un vaso templado de leche con miel.

Negando con la cabeza y cansada de dar vueltas al mismo tema sin solución pensó en su abuela, y en el remedio infalible contra el insomnio que padecía: un vaso templado de leche con miel

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LABIOS DE FRESA (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora