4. Cuando la quise. (Parte 3)

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Cinco días, cinco días intentando saber de ella, había llamado cada hora de cada día durante la semana y ella se había negado a responder a cualquiera de mis llamados, jesus, se había negado a responder a cualquiera, ni siquiera su madre sabía que sucedía por lo que decidí dejar todo lo que hacía falta en Portland y viajar a Seattle solo para asegurarme de que ella estaba bien, ni siquiera sabía si eso era correcto, si lo que sucedió antes me da el derecho pero tampoco es que me importe demasiado, bajo del auto y agradezco a Julian con un asentimiento antes de caminar hasta la puerta de su nuevo departamento, doy un toque y no escucho nada, intento de nuevo y ni siquiera espero una respuesta, continúo con mi ataque a la débil puerta, si ella no abría la puerta cansada con el sonido, seguramente terminaría derrumbandola, la puerta se abre y tarda apenas un segundo en reconocerme, intenta cerrar la puerta pero me encuentro caminando dentro de esta y cerrándola detrás de mi.

—¿Qué estás haciendo aquí? –suena molesta, ¿ella estaba molesta?, oh hombre, ella no sabía como me encontraba yo.

—No has ido a trabajar, no has respondido mis llamadas o correos, apagaste tu celular y no has salido de esta habitación desde el lunes, me preocupaste así que me apuré a terminar mis asuntos y vine tan rápido como me fue posible –respondo, —¿Por qué apagaste tu celular?.

—Porque no quería hablarte –responde de forma cínica y aprieto mis puños.

—¿Por qué no has ido a trabajar?.

—Porque no quiero estar en un lugar en el que solo aceptaron recibirme como un favor para ti Brandon –se gira para intentar alejarse.

—¿de qué me estás hablando? –cuestiono caminando tras ella, se detiene y me mira como si quisiera golpearme fuerte y en las pelotas.

—De que me han dado el trabajo solo porque tu lo pediste Brandon, todo el asunto allí es solo porque tu lo has pedido, al igual que todo ha sido así desde que llegué –niego a prisa, —creí que creías en mi –su voz se quiebra y deseo que me golpee, no sé que es lo que hice pero se que no quiero verla de esa manera, doy un paso hacía ella intentando abrazarla pero ella lo recorre hacia atrás lejos de mi, no me golpea, pero eso duele incluso más.

—Claro que creo en ti Eliza –mi voz suena baja, insegura y rota, jamás expresé tanto con tan pocas palabras.

—¿Entonces porque usar tu nombre para conseguirme oportunidades? ¿Por qué no solo mostrar mi trabajo?, hubiese sido mejor saber que fui rechazada porque mi trabajo no es lo que necesitan, que saber que fui aceptada porque tu lo pediste –suena molesta, y entiendo un poco su punto, niego a prisa y comienzo a explicarle las cosas, si, había hablado exageradamente bien de ella frente a mis amigos y hecho uso de mi posición para conseguir que se le dieran oportunidades apresuradas, pero todo con la condición de hacer si ella las merecía, lo cual me dejaba tranquilo, Eliza era jodidamente inteligente, ella era nueva, pero tenía mucho más de lo que muchos de nosotros teníamos, y eso, sabía que la llevaría lejos.

—fuiste aceptada en todos ellos por la misma razón Eliza, por tus conocimientos, por tu trabajo, por tu esfuerzo, por ti –aseguro con voz firme, ella me observa por un momento y parece que ha creído en mi, pues la noto relajarse solo un poco.

—¿me lo prometes?.

—Te lo prometo –respondo con seguridad y

—supongo que arruine entonces mi oportunidad ¿no? –suena molesta con ella misma y niego a prisa, sintiéndome un poco mal, nuevamente había hecho uso de mis palancas pero vamos, ella lo merecía.

—Spencer me dijo que te daría una semana más para que decidieras, pero que si el próximo lunes no te presentabas, entonces buscaría a alguien mas –informo, ella sonríe con alegría.

BRANDONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora