BRANDON

11. Cuando se mudó conmigo.

Una semana había pasado desde que le había pedido matrimonio, y lo que se suponía sería la puerta para unirnos no estaba funcionando como quería, su trabajo había aumentado en consideración y aunque eso la hacía feliz y a mi aún más orgulloso de ella, solo nos quitaba el tiempo que habíamos intentado hacer para nosotros, en diferentes ocasiones me había dejado plantado y en otras más me había visto en la necesidad de posponer o cancelar nuestros planes, había intentado hacer todo para hacer las cosas en el orden que socialmente se consideraba correcto pero la necesitaba más a ella que la aprobación del mundo, lo que nos tenía aquí, en nuestra nueva casa, habíamos tenido problemas pero la habíamos encontrado, no era perfecta pero sabíamos que era la indicada.

—La pintura se está maltratando -su voz me vuelve a la realidad y me acerco pasando mis manos por su espalda y recargando mi barbilla en su hombro.

—Podemos encontrar algún equipo para que la pinte -ofrezco, la siento tensarse, — ¿Qué sucede? -niega y frunzo el ceño, la giro y la hago verme a los ojos, no hay forma de que no me diga lo que sucede, suspira y sus mejillas se sonrojan.

—Es solo que... siempre imaginé que cuando me mudara con mi esposo nosotros nos encargaríamos de todo ¿sabes?, pintura, acomodo de muebles, estuve pensando en lo que dije sobre el decorador de interiores y creo que sería mejor si lo hiciéramos nosotros como queramos sabes?, sin importar que sea bueno para nuestra suerte o que convine con el color del aire que se respira por las mañanas, sería lo suficientemente genial con el solo hecho de que lo haríamos como queramos, sin importar lo mal que termine -informa y sonrío, acaricio su mejilla con mi mano.

—Entonces hagámoslo nosotros nena, si ese es tu sueño, entonces mi sueño también será -afirmo y sonríe mientras me besa. Después de la firma de los papeles y dar una nueva mirada al rededor solo para saber lo que nos espera decidimos que es tiempo de volver al departamento, abro la puerta y cierro la puerta detrás de mi, —¿Tienes mucho trabajo? -asiente y se gira para verme.

—Esta semana estaré llena de reuniones y la próxima semana de juicios, después todo será tranquilo, no he tomado ningún caso nuevo, estoy pensando en tomarme unas dos semanas libres para poder hacer lo que tenemos que hacer con la casa -informa y sonrío, ella está dentro de esto y quería supiera que también lo estoy.

—Haré lo mismo -mi respuesta la hace feliz y me besa.

—Ven, tomemos una ducha juntos -sus ojos brillan y asiento caminando detrás de ella, sintiendo de pronto poco espacio entre mis pantalones.

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  —Entierra tu rostro en mi cuello y dime si te lastimo -pido y ella sonríe divertida pero asiente, aferra sus manos a mis hombros y comienzo a empujar contra ella, mantengo su cuerpo pegado a la pared para que mis arremetidas no logren lastimara, la escucho gemir en mi oído y eso es todo lo que necesito para sentirme al borde, paso mi lengua por la piel desnuda de su hombro y la siento estremecerse sobre mi, sus uñas se entierran en mi espalda y maldice antes de gemir un "oh" tan largo como su orgasmo, sentir su placer sobre mi hace que yo encuentre mi propio precipicio y caiga, suelto su pierna para agarrarme de la pared y evitar que la debilidad de mis piernas ante mi liberación nos haga caer.

  —Ahora si deberíamos tomar una ducha -murmura en mi oído haciéndome reír, me separo de ella haciéndonos gemir ante la fricción y caminamos hasta la tina ya llena.

  —Creo que jamás adoré tomar duchas tanto hasta que te conocí -admito y sacude su cabeza sonriendo. Lo siguiente que hacemos es planear más sobre la nueva casa, NUESTRA nueva casa.

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—Me gusta este sillón -señalo la revista que mantiene entre sus piernas, era lo que habíamos hecho esta semana, buscar muebles y planear nuestra cada vez más próxima mudanza, alza su cabeza para verme, sonríe y besa mi barbilla, que es todo lo que tiene al alcance.