III

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Se quita el gorro y a continuación, se baja la cremallera del abrigo dejando al descubierto una pequeña cabeza peludita de color naranja. El bicho maulla y ella sonríe besándole su diminuta cabecita.

-¿Pero qué narices...? ¿De dónde has sacado ese bicho?

El gato vuelve a maullar.

-Oye, sin faltar, que te entiende y puedes herir sus sentimientos -me dice. Parece un poco cabreada por mi comentario. -No le hagas ni caso Pumpkin, es tonto y no sabe lo que dice. Y a parte de ser tonto, también es malo. Hace nada que me atropelló, con eso te lo digo todo.

Conduzco de camino al hospital, escuchando lo que dice esta loca de los gatos.

-¿Pumpkin? -pregunto extrañado.

-Sí: Pumpkin -la miro con el ceño fruncido y de nuevo centro mi vista en la carretera -¿No ves que tiene el color de una calabaza? Por eso le he puesto el nombre de Pumpkin, no le iba a llamar Calabaza. Quedaría feo. Mira: Calabaza, mi amor, ven aquí. ¿Ves? Feísimo. Si fuera más clarita, tirando a amarilla, la hubiese llamado Pomelo. Pero no es el caso.

Frunzo los labios. No entiendo nada de lo que dice esta loca a la que he atropellado. No tengo ni idea de porqué la vida a hecho que la atropelle, porque ahora está en mi coche hablando a un gato odioso.

"Llegas a salir dos minutos más tarde y nada de esto estaría pasado.", dice mi subconsciente.

-Y a todo esto. ¿De quién es Pumpkin? -nombro al gato forzosamente.

-Era de un cabrón. No se merece tener a este minino tan bonito -dice poniendo caras al gato. -Seguro que te trataba mal, ¿verdad? -Pumpkin maulla. -Maldito cabrón. Como le vea le corto las pelotas.

Parece ser que ha tomado esa onomatopeya como respuesta afirmativa.

Niego con la cabeza mientras escucho a Megan que sigue hablando con el gato sobre un hombre desconocido para mí.

"En serio. ¿Dónde narices te has metido? Si llegamos a saber que iba a pasar esto, te hubieses dado a la fuga y todo arreglado.", me recrimina mi subconsciente.

Un rato después, llegamos al hospital y entramos por la zona de urgencias. Hay un montón de gente y cuando me quiero dar cuenta, veo que Megan está saliendo del centro. Voy detrás suya.

-Oye, ¿sabes qué? -me dice cuando me ve detrás suya. -Que no me duele tanto. ¿Podemos irnos?

-¿Pero qué dices? -frunzo el ceño.

Megan suspira y comienza a andar de camino al coche.

-Lo que oyes -me da la espalda.

-Sí, vale. ¿Pero por qué? Me dijiste que en cuanto hicieses lo que tenías que hacer vendrías al hospital, ¿o ya se te ha olvidado?

Vuelve a suspirar.

-Sí, sé lo que te dije. Pero no quiero dejar a Pumpkin sola. Tendrá miedo.

Enarco una ceja. Es la mayor estupidez que he escuchado en todo el día y eso que para mí ya he escuchado muchas.

-¿Me estás diciendo que por ese bicho no quieres entrar al hospital a que te miren si tienes algo grave?

Megan se acerca a mí y se para en frente.

-Mira, guapo, la próxima vez que vuelvas a llamar bicho a mi bola de pelo, te las verás conmigo -me acusa señalándome con el dedo índice. -¿Te queda claro?

-Clarísimo. A la gata no le va a pasar nada, Megan -aclaro. -Y en lo que estamos discutiendo por esta tontería tan grande podrían estar atendiéndote ya. Tienes la muñeca muy hinchada y no pienso irme sin que te vea un médico. ¿Eso te queda claro a ti?

Me & Mr. Jones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora