Llego a mi casa, donde está mi madre tumbada en el sofá del salón durmiendo.
No dudo en despertarla, no quiero que mañana se despierte con dolores corporales.
Mamá, vete a la cama. Te has quedado dormida.
-No estoy durmiendo, estoy viendo la película.
-Pero mamá, si ya está la teletienda.
Me rio. De verdad que mi madre es de lo que no hay.
-¿Dónde te habías metido? Te he estado llamando -se despereza.
-Lo siento, mami. Es que si te cuento lo que me ha pasado se te para el corazón.
-Ay, hija. No me asustes.
Le cuento la historia de la forma más delicada posible, pues decirle a una madre que han atropellado a su hija no es fácil.
-Hija mía, pero qué me estás contando. Ay, Dios mío. Tú estás bien, ¿verdad, cariño? -asiento -Uf, gracias a Dios. ¿Y qué has hecho con la gata?
Me bajo la cremallera de la chaqueta, donde tengo escondida al minino que no ha parado de dormir.
-Pero qué bonita es, madre mía -le acaricia su pequeña cabecita. -¿Cómo se llama?
-Pumpkin pero creo que le voy a cambiar el nombre por Sleepy. Lo único que ha hecho desde que fuimos al hospital ha sido dormir.
Mi madre ríe.
-Es adorable. Pero cariño, ya sabes lo que les ocurre a tus hermanos con los gatos.
Suspiro. No llego a entender este odio de mis hermanos hacia los gatos, si son lo más adorable del mundo. Sobre todo ésta, que es más buena que el pan.
-Joder, mami. ¿No puedo dejarla en mi habitación? Prometo que no saldrá de allí y ninguno de los chicos se enterará. Sólo lo sabremos Eva, tú y yo. Lo prometo, mami.
-Lo siento, cariño, pero no puede ser.
Suspiro de nuevo. En momentos como éste, desearía tener mi propia casa.
-Joder. ¿Y ahora qué coño hago con la gata?
-¡Megan! -chilla mi madre. Odia que digamos palabrotas delante suya.
-Lo siento, mami. Pero es que me cabrea -vuelvo a suspirar. -No sé dónde puedo dejar a la gata. Deja que esta noche se quede aquí, por favor, mami. Te prometo que no se van a enterar, de veras.
Le pongo ojos de cachorrito abandonado y acepta mi promesa.
-Está bien, suspiritos -odio que me llamen de esa manera, pero esta vez lo dejo pasar. -Tienes cuarenta y ocho horas para encontrar un sitio en el que se pueda quedar, ¿de acuerdo?
Salto a sus brazos y la abrazo.
-Gracias, mami. Eres la mejor, te quiero.
Corro a mi habitación en lo que mi madre apaga la televisión y después se dirige a la suya.
Revivo la historia por tercera vez, ya que mi hermana me espera despierta en nuestra habitación. También estaba preocupada por mí.
A la mañana siguiente, ambas nos despertamos a la vez. Por suerte es sábado y ninguna de las dos tiene que ir a clase o a trabajar. Así que, decido dormir un poquito más. Eva está tan emocionada con la nueva integrante de la casa -durante cuarenta y ocho horas- que se levanta de su cama para poder saludarla.
Juega un rato con ella y después veo como escribe un cartel para ponerlo en la puerta y que nadie pueda entrar para prevenir que vean a la gata. En él se puede leer con letras grandes y redondas:
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Me & Mr. Jones.
Randomif you love me, let me now. if not, please let me go. ESTA HISTORIA ESTÁ SACADA DE MI CABECITA, TODO ES DE MI INCREÍBLE IMAGINACIÓN. NO LA COPIÉIS, PLS. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. SE PROHÍBE TODA LA COPIA PARCIAL O TOTAL DE LA HISTORIA. ©